DE LIBROS Y CAOS
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___Mi biblioteca, si se la puede llamar así, es un conjunto de libreros dispuestos de forma heterogénea en varios espacios de mi casa, esto no es de ninguna manera una cuestión de estilo sino de dejadez, fruto de ir amontonando libros en función de su uso o conforme llegan nuevas obras, sin mayor sentido del orden que la casualidad. Quizá el cuarto de trebejos sea el destino menos afortunado de muchos de estos ejemplares.
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___Siendo esta ciudad como es, polvorienta y extremosa, no sería de extrañar que tras una revisión médica rigurosa muchos de los libros resultaran con problemas pulmonares o de las vías respiratorias, uno de Moliére, por ejemplo, que me acompaña desde que vivía en el D.F., tiene una gruesa capa de algo compuesto por polvo, grasa y años. Es El avaro en una versión que creo haber encontrado en algún puesto de libros usados de la calle de Tacuba, no lo recuerdo de cierto, pero me produce congoja pedirle que se bañe o se dé una acicaladita.
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___Esta fragmentada biblioteca y este fragmentado yo llevamos una relación que casi raya en la violencia intrafamiliar. De pronto busco infructuosamente un libro que necesito consultar y entro en un estado de perturbación que me lleva a recurrir a vocabularios poco pertinentes; la angustia de tales circunstancias suele llevarme a profundas reflexiones sobre taxonomía, orden y dedicación, eso como sedante de impulsos piromaníacos o de destrucción mutua asegurada que afloran cuando los libros se hacen los occisos, disimulan ausencia o se mimetizan con el polvo.
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___Con los años, la biblioteca, insisto en llamarla así, ha ido creciendo de forma caótica aunque orgullosa y simpática. Revueltos y apretados, conviven cuentos con dramas, biografías con novelas y poemarios con ensayos, amén de otras variedades inclasificables que han hallado modo de quedarse ahí. De alguna manera, su circunstancia refleja la mixtura de géneros, formas y modos en que se regodea actualmente la literatura. Pasan los veranos y con ellos las intenciones de, cierto día, ordenar aquella orgía de títulos e imponer algún sistema que permita convertir el montón en una colección humanamente manejable.
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___Pero, sabe, a lo mejor con el orden mis libreros perderán su inveterado encanto.
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___("¿Qué demonios es 'inveterado'?" -Ah, búscalo en el Larrouse-. "Larousse va con doble s, no con doble r". -Bueno: Larousse, pues-).
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