sábado, marzo 29, 2003

NO ENDULZO NI EL CAFE

No entiendo a David M. Primero llama al diálogo y luego lo aturde con calificativos.

Una aclaración muy importante: Jamás he dicho que los estadounidenses son nazis. Un pueblo que ha realizado más de 300 manifestaciones en contra de la guerra en Irak no merece comentarios tan ligeros.

Cuando endilgué el calificativo de nazi a Bush lo hice acompañado de una observación sobre la similitud entre las invasiones de Hitler en el período 1938-39 a naciones vecinas. No utilicé un cliché. Los pretextos intervencionistas son también semejantes e igualmente inaceptables. Si el comentario se aleja de la verdad, demuéstreseme su falsedad o fragilidad, pero, please, guárdense los adjetivos en un librerito junto a los diccionarios.

Pido disculpas de antemano, pero hacer analogías y comparaciones en materia de historia es una práctica que puede encontrarse en casi todo historiador conocido. Las referencias comparativas pueden encontrarlas desde Platón hasta Marx y, desde luego, en todos los teóricos británicos. "Quien no aprende de la historia volverá a repetir errores del pasado". (Mi maestro de historia de quinto año me decía que Atahualpa era el Cuauhtémoc del Perú, aunque, claro, no todos mis maestros fueron tan cándidos en cosas de pedagogía).

Respecto a las atrocidades de la Alemania nazi, pienso que fueron actos tan genocidas como el bombazo en el mercado de Bagdad de ayer, no por el número de muertos (inocentes civiles) sino por el carácter nefasto de sus perpetradores. No endulzo el holocausto, sería necio, Hollywood nomina al Óscar dos películas al año sobre el asunto. Y la verdad, no endulzo ni el café.

Antes bien, prevengo las posibles consecuencias que puede acarrear la aventura imperial en Irak. Lo hago teniendo en mente dos cosas: Una: que Bush es sordo a los crecientes y reiterados llamados de la comunidad internacional, tal y como Hitler desoyó las iniciativas diplomáticas de Stalin, Churchill y otros. Dos, Bush, igual que Hitler, siente seguridad de contar con el poderío suficiente como para subyugar a toda oposición internacional; hace demostraciones de poder y fanfarronea a la vista de todos (igual que lo hacía Hitler). "Arrogancia de poder", diría Charles de Gaulle (perdón, otra referencia).

Que la situación del mundo es compleja. ¡Gracias por informarnos, acá en provincia no nos habíamos dado cuenta! Agradezco de veras ese sabio comentario.

El criterio de que el hombre es el lobo del hombre, lo tomo con la atención que me merece todo cuanto proviene de Aristóteles, Kant, Nietsche y otras subespecies. Los períodos de prosperidad humana atienden precisamente al abandono de semejante filosofía.

Continuemos dialogando. Por mi parte, sostener puntos de vista con personas capaces siempre será fructífero. Ahora que CAS dice que la historia de México bien podría ser un capítulo de El Quijote, espero que no lo vayan a tildar de ingenuo o extrapolado.

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