viernes, junio 06, 2003

LA FUNCIÓN DEL ARTE

Ayer entré al tag de la señorita arquitecta y sin querer me enrolé en una amena charla sobre la función del arte en la sociedad, uno de esos temas agridulces que aburren a algunos. Discerníamos sobre el utilitarismo en el arte y descontábamos sin proponérnoslo la tediosa premisa de "el arte por el arte". Conversaba con arquitectas y es evidente que esta rama de la creación artística no tiene futuro si se desvincula de su función social; conozco poetas y músicos que componen cosas por amor al arte, pero no conozco arquitectos que ejerzan su vocación artística nomás por ocio.

Bandida coincidía en que el arte tiene una función y ponía el ejemplo de los pintores neoclásicos que planteaban lecciones morales en sus cuadros. Antes, Brendi nos había puesto al tanto de que la Torre Mayor de Reforma rebasaba la altura de la Torre de Pemex y la del World Trade Center y arremetía con algunos juicios de valor sobre la arquitectura. Por mi parte, alegaba que el barroco, en tanto corriente artística, fue un arma utilizada por el clero católico en contra del protestantismo. Para completar el cuadro rj entró a escena con uno de sus comentarios rompanfilas. Viendo esta invasión a la privacidad de su tag, la señorita arquitecta se preguntaba si todos estábamos en línea. Horas más tarde me percaté de que el citado tag desapareció, quiero creer que esta discusión no fue la causa.

En la charla quedé en deuda con escribir algunas anotaciones en torno al BARROCO. Quienes se sientan ajenos al tema, con toda confianza, pueden retirarse de estos renglones, nadie se dará cuenta. Quienes decidan quedarse lo hacen a riesgo de su propio insomnio.

NOTAS SOBRE EL BARROCO

El rebuscamiento en las formas, la inclinación por la exuberancia y una deliberada obsesión por los detalles que caracterizan al arte barroco definen en el terreno del arte la respuesta de la Iglesia Católica a la Reforma protestante (1517, año en que Lutero proclama en 95 tesis sus diferencias con Roma).

Algunos investigadores han querido establecer como punto de partida del período barroco la construcción de la Iglesia de Gesú, concebida por el arquitecto Vigniola y construída en Roma a cuenta de la recién fundada orden de los Jesuitas, a quienes se identifica como vanguardia de la Contrarreforma. Sin embargo, por admirable que resulte, la Iglesia de Gesu (1568), pese a su suntuosidad, no puede considerarse innovadora. Iacopo Vignola, estudioso de Vitruvio y admirador de Alberti, se inspiró en modelos anteriores. De modo que resulta estrecho pretender atribuir a los Jesuitas el origen del barroquismo, si bien estos tratan de adjudicarse ese mérito convenencieramente.

No hay que perder de vista que el siglo XVI constituye en la historia del mundo moderno un siglo de transición. “Manierismo” pudiera ser un término útil, como aconsejan algunos autores, para definir esa centuria en materia de arte, una forma que adopta gestos y moldes del Renacimiento pero que proyecta al mismo tiempo nuevos derroteros y búsquedas. Arte que va incubando los genes del barroco. Las esculturas anabólicas de Miguel Ángel y sus proyectos arquitectónicos desapegado de las proporciones estrictamente clásicas (la catedral de San Pedro) son arquetipos de esta tendencia. Los pintores venecianos Tiziano y Tintoretto por la exhuberancia y fastuosidad de los ambientes en sus lienzos y la introducción de temas novedosos en la pintura; y Caravaggio por la utilización arbitraria e indiscriminada del claroscuro, amén de otras fuentes aleatorias, complementarían las raíces artísticas visiblemente identificadas con el origen del barroco.

Sin un consenso definitivo, el saqueo de Roma a manos de Carlos V en 1527 se acepta como la fecha en que concluye el período renacentista. Pese a ello, esta afirmación, por ejemplo, no alcanza a desprender la imagen de Miguel Ángel como figura renacentista. La reconstrucción de los daños y la reanudación de proyectos urbanos luego del saqueo multiplica las propuestas y expande los criterios artísticos laicos y religiosos.

Recordemos que en su afán por borrar toda aquello que invocara la idolatría, los protestantes habían sacado de los templos cuadros, crucifijos, imágenes, íconos y estatuas; habían despintado paredes, tapado relieves, descolgado tapices y sacado a la calle todo cuanto pudiera despertar emociones ajenas al recogimiento y la oración.

Puede decirse que los festejos del Jubileo (1600) representan la consolidación del barroco romano. La suntuosidad que apenas se había sugerido en las construcciones religiosas y laicas del siglo XVI, ahora florecía como forma aceptada y promovida por la autoridad.

Así, el barroco configura la respuesta de una nueva generación de artistas y mecenas a las necesidades de un catolicismo cada vez mas confiado en sí mismo y conciente de las limitaciones y posibilidades artísticas del arte manierista para sus fines de expansión. La siguiente generación de papas no pudo eludir la tentación de adoptar los gustos extravagantes de príncipes y monarcas de la época. Al mismo tiempo, la Iglesia en su conjunto se volvió mas indulgente hacia las manifestaciones artísticas.

Los arquitectos Carlo Maderno (quien concluye la Catedral de San Pedro), Bernini, Francesco Borromini y Pietro Cortona, son considerados los grandes maestros del barroco romano. Sus fastuosas construcciones en la primera mitad del 1600 son el modelo que se extendería por todo Occidente como forma artística preponderante.

Hasta aquí lo dejo, disculpen. ¿Qué hora es?

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