martes, noviembre 22, 2011

EL METABOLISMO COMO FUENTE DE ACERCAMIENTO A LA NADA

De regreso en la oficina, luego de permanecer como estatua el fin de semana del buen fin. Librados ya la Feria del Libro y el Festival de la Palabra, quedo con un sentimiento de que se puede realizar lo que se puede no lo que se quiere... Pero, bueno, finalmente con el deber cumplido (para que lo reconozca no sé quién). Es un extraño sentimiento de vacío en el que el estrés no se va del todo, y del que cuesta un tanto recuperarse.

Bueno, en la pesadumbre del martes que suena como lunes, mis huesos y músculos apenas perciben la realidad pues reclaman el furioso trato a que se vieron sometidos ayer que fuimos a jugar futbol al parque. Jugamos un partido con un grupo de chavos y bueno, qué más puedo contar que no haya salido ya en películas como Saw 4 o que se represente en la malévola destrucción de puentes, edificios e infraestructura urbana que podemos apreciar en Transformers.

Yo sigo en plan de bulto innecesario, escribiendo por inercia con mis dedos, únicas extremidades que no sufren del shock del partido. El resto de tendones, jirones de piel, nervios y sistemas metabólicos son piezas de basurero, algunas reciclables, otras de plano desechables. Pero, viendo el todo como un organismo vivo, parece una batería de Tsuru descontinuado con problemas de mantenimiento (la batería no el Tsuru), oxidadas las terminales y dificultado el paso de la energía a las celdas acumuladoras. O como los autos viejos que no por no servir son tirados del todo, sino aprovechados en sus partes y vendidos como chatarra en los Yunques de la ciudad. Así me siento, pero peor, consciente de que esto no es sino un capricho textual que no hará sino hacer una representación oblicua de mi estado físico (si es que puede llamársele así).

Por lo que respecta a mi estado de ánimo, éste sigue en las alturas propias de los albatros, seguro de que el sábado llegará pronto y con él, el viaje a la Isla Tortuga donde realizaremos nuestras últimas inmersiones del año (traje de neopreno incluido para soportar el frío submarino). Ballenas, lobos marinos, manatíes y langostas prometen quienes organizan el viaje distante tres horas de San Carlos en dirección a la Pensínsula de California, otrora sede de fantasiosas figuras y paradisíacos paisajes (otrora es el siglo XVII). Como sea, en caso de no regresar de esta aventura no dejen de exigirle a Blanca que done mi biblioteca al Centro de Salud Mental Cruz del Norte, donde más de un paciente agradecerá que nunca permití que la polilla se comiera mis libros..

Pero, bueno, más allá de cualquier mal augurio, mi sistema receptivo, compuesto por aquello órganos regidos por el hipotálamo, el cerebelo y su fiel cómplice, el oído medio, guarda fundadas esperanzas en que regresará todo mi organismo con bienestar y dicha del buceo en Isla Tortuga, toda vez que resistió ya el partido de futbol de ayer sin mayores agravios cardíacos o pulmonares.

¿Qué dije?.

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