miércoles, diciembre 31, 2003

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LAS BALAS PERDIDAS

Final de un año, principio de otro, momento signado por balas perdidas. Es celebración simbólica. Tiros al aire, estruendo, ruido exagerado que toma el lugar de la voz, balazos en busca de significados. Tiroteo, repetición proverbial de lo que se ha hecho durante el año. Palabrería. Señal de que el futuro será lo mismo. Tradiciones, usos y costumbres acompañados de brindis, menudo, tamales y buenos deseos. Miedo a morir. Tiros al aire que alcanzarán a algún desafortunado, vicio de la casualidad. En el fondo, no se puede celebrar lo nuevo porque las ataduras son repetición, la austera costumbre, la enseñanza familiar. Lo viejo. Feliz año viejo. Hasta siempre, hasta lo mismo.

martes, diciembre 30, 2003

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EL BLOG Y LA NIMIEDAD EDITORIAL

Ayer por la mañana charlaba con el Bruno R. sobre la levedad del blog. Sus comentarios y los míos quedaron prendidos de alfileres sobre un papalote. Intento sintetizar algunas cosas aquí (sintetizarlas allá sería pérdida de tiempo).

Un blog puede ser tan "serio" como el espíritu de su autor. Considerando que la "seriedad" es hija adoptiva del formalismo académico -el sofista intentó convertirla en matriz inmortal y luego el filósofo pretendió ganarle el puesto al sofista-, resulta un contrasentido su pretensión de crecer y multiplicarse en un medio tan novedoso como la publicación instantánea del blog. Optmista por naturaleza, el blog (la posibilidad de publicar y ser leído por otros en segundos) se vio con ánimo suficiente para despertar vocaciones escriturales en sus derechohabientes que, como los del IMSS, crecen a ritmo exponencial.

Qué se escriba: tema, forma, contenido, texto y pretexto, cómo se escriba, etc., fue asunto que pasó a segundo término en la nueva maruchan editorial.

Con el blog, el internet paría también una nueva especie de lectores: Un lector activo, capaz de crear aspavientos a partir de sus propios demonios y de los infiernos de otros: el lectoescritor. Su calidad estilística importa poco ya, su dominio literario es pecata minuta. El lectoescritor saltó por encima del terreno minado de la censura pese a sus botas llenas de lodo, abatió el elitismo de las instituciones con su sola presencia y le dio con la puerta en las narices a los editores con su irreverencia. Exagero, ni siquiera sabe de la existencia de los editores. Sorry, adoradores del papel impreso, los nuevos lectores se saltaron las trancas, transgrediendo las leyes de la decencia textual y su fiel observancia en la República de las Letras. En la agonía del milenio, una era anunciaba su fin. La rancia corte del texto impreso, mareada por los años, coptada por los gobiernos, mecida por la fama y embriagada por la sed de poder y de dinero, dejaba ver en su frente la frase abrevada de su epitafio. La imprenta, el pájaro dodo del Renacimiento. Continuará. (Ven: hasta el texto por entregas puede publicarse aquí y sin permiso de los editores de los diarios).
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MANUSCRITO QUE AÚN NADIE HA ENCONTRADO

La visita fue inesperada. Mi hermano me pidió acompañarlo, prometió que nos desocuparíamos pronto. Apenas regresaba de realizar mi rutina en bicicleta por el parque; subí a su auto. Sentía calor a pesar del frío matutino y mis tenis estaban llenos de lodo. Charlamos trivialidades hasta llegar a aquel sitio donde vería al abogado. Desde la caseta de vigilancia el guardia activó la enorme puerta metálica, daba la impresión de que nos esperaba. Entramos siguiendo dos filas de mezquites a la orilla de la vereda de piedra blanca hasta llegar a la entrada de un chalet de proporciones exageradas. Nos recibió un sirviente que nos condujo por una escalera en un costado de la residencia. Piso de mármol y jardineras y macetas de cantera rosa sobresalen en nuestro breve recorrido. Contrastan con la construcción hecha mayormente de madera; magnolias y azucenas compiten por el espacio y un tupido césped cuidadosamente recortado lo rodea todo. Al fondo del patio se observa un jardín de aspecto enimático, una pareja de pavorreales permanece inmóvil ahí. En el segundo piso llegamos a un vestíbulo enorme en cuyo centro se encuentra una sala de madera clara sobre un displiscente tapete blanco. Se nos pidió esperar. Apenas tomamos asiento, un rugido terrible nos sobresaltó. Al lado derecho del vestíbulo, acaso a diez metros de nosotros, se erguía una extraña jaula circular; se balanceaba lentamente como una rueda de la fortuna a punto de detenerse. Dentro de la jaula, que simulaba uno de esos artefactos giratorios donde se confina a los hamsters, un enorme felino pardo nos observaba fijamente. Aún no salíamos de nuestro asombro cuando escuchamos la delicada voz del abogado: "Es un puma, una hembra". El animal parecía seguirlo olfateando el ambiente. Se acercó a la jaula plateada y sacó de una especie de carcaj que llevaba colgado al hombro, una enorme pluma negra, un negro brillante que sólo he visto en los cuervos del norte. Luego frotó con la pluma una pata del puma y éste se echó complacido. "Le gustan la caricias, como a todos, cómo están caballeros", dijo. Se acercó a nosotros, guardó la pluma y nos tendió la mano. Mi hermano nos presentó e intercambiamos algunos comentarios hilarantes sobre las mascotas. Luego pasó su mano por el hombro de mi hermano y lo condujo suavemente a su oficina. Cuando cerraron la puerta, el puma volvió a ponerse de pie y clavó en mí su mirada, como si estuviese asechando. Mi asombro pronto se comenzó a transformar en temor. Lentamente volví a mi asiento y comencé a observar en derredor. Desde la posición en que me encontraba podía ver a través de un enorme ventanal la puerta metálica y la caseta de vigilancia. El puma seguía mirándome sin parpadear. En ese momento la puerta metálica se abrió dando paso a un auto negro y, detrás de él, un camión con una caja de carga blanca.

Un par de minutos después entró al vestíbulo el sirviente. El puma bajó la cabeza pero seguía mirándome. El sirviente, impecablemente vestido, se veía preocupado. Al verme hizo un gesto de contrariedad, dio media vuelta y regresó. Escuché una voces sin entender lo que decían. El camión apagó su marcha. El puma había vuelto a su posición de asecho inminente y mi corazón latía apresuradamente. Observé mi reloj y veía la marcha de los segundos más lenta que de costumbre, de hecho sentía que el reloj se detenía. Habían pasado veinte minutos desde que llegamos al lugar. El puma había cambiado de posición, la jaula se balanceaba pero aquellos ojos seguían detenidos sobre mí.

El imperceptible ruido del picaporte despertó un nuevo rugido del felino. Salió el abogado, sacó del estuche la pluma y frotó la pata otra vez, haciendo que el enorme gato se echara de nuevo, pasó la pluma por su frente y el animal cerró los ojos. "Es inofensivo", dijo y se encaminó hacia la sala. Me levanté del asiento y traté de sonreir sin poder responder nada. "Adolfo está haciendo una llamada muy importante, dijo, y creo que será mejor que te marches, vamos a estar trabajando un buen rato y no es justo que desperdicies aquí tu domingo". Debió haber previsto mi confusión cuando trató de tranquilizarme: "No te preocupes, una persona te llevará a tu casa, por favor no quiero que le cuentes a nadie sobre este animalito", dijo señalando con un gesto hacia la jaula. Fue entonces que me percaté de su larga cabellera, una cabellera disfrazada por la coleta que caía sobre su espalda. El abogado me tomó del brazo con un calculado gesto gentil y me condujo a la salida del vestíbulo, cortando de tajo mi intención de despedirme de mi hermano. "Ya nos veremos después", dijo sonriendo mecánicamente. Abajo, el conductor del auto negro me esperaba. Era un Buick antiguo, largo y ostentoso, un auto de colección impecablemente pulido, quizá de 1958.

Estaba nervioso y hacía esfuerzos por explicarme qué sucedía. El chofer llevaba la misma vestimenta del sirviente, hizo una maniobra con el auto y pasó por un lado del camión de carga rumbo a la entrada. Volteé hacia el camión y alcancé a ver a dos tipos que bajaron inmediatamente después de que pasamos. La puerta metálica se abrió sincronizadamente y salimos de ahí.

Al día siguiente, Adriana llamó por teléfono alarmada porque mi hermano no había llegado a casa. Quería suponer que se había ido de juerga. De momento, decidí no comentar nada sobre la visita a la residencia. Mentí, calculando que en el transcurso del día sabríamos de él. Pero no fue así. Forzadamente dije que el domingo nos habíamos visto pero que él se había despedido en algún momento. Finalmente se dio aviso a la policía.

Intrigado, el martes fuí a la residencia acompañado de un amigo ajeno por completo a los acontecimientos. La caseta de vigilancia estaba vacía y pendía del portón un enorme letrero en el que se leía: "Se vende". El lugar se veía abandonado y el césped tenía un aspecto muy distinto al que yo había visto el domingo. El ventanal se alcanzaba a ver con los critales rotos y el interior oscuro. Llamé al teléfono que aparecía en el cartel de la entrada y respondió amablemente una empleada de una compañía de bienes raíces. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me respondió que la residencia tenía seis meses abandonada.

Han pasado tres semanas desde entonces. Escribo esto desde una celda. Tengo mucho miedo. Hace un par de días, un agente me condujo a una sala donde me esperaba el abogado que se hará cargo de mi defensa. He sufrido el peor susto de mi vida, el tipo que presuntamente me defenderá ¡es el tipo de la coleta! Pude reconocerlo a pesar de las gafas negras que portaba. Cuando me senté frente a él, puso su portafolios sobre la mesa, lo abrió, ¡apenas puedo creerlo! y sacó de su interior la pluma negra con que acariciaba al puma. Me estremecí aterrorizado. Intenté gritar: ¡Dónde está mi hermano!, pero no pude, mis labios temblaban y mi dientes chocaban entre sí. El tipo mencionó con voz chillona una herencia y señaló la existencia de ciertas pruebas en mi contra. No alcanzo a recordar, y menos logro entender, qué ha ocurrido. Luego, el guardia me condujo de regreso a esta celda. ¡Soy el principal sospechoso de la desaparición de mi hermano!

Durante los últimos días no he podido conciliar el sueño. Cada vez que intento cerrar los ojos aparecen
en la oscuridad los ojos del puma mirándome fijamente. ¡Necesito ayuda!

lunes, diciembre 29, 2003

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LEONARDO Y LA CEGUERA CONGÉNITA

Es cierto, Leonardo fue uno de los creadores de la caricatura, último resabio del humor cuya cúspide se alcanza gracias a la masificación de los medios impresos en el siglo XX, el XXI será de Toy story, de Pixar, de Bill Gates, de MTV. Ni modo. La sonrisa de la Mona Lisa, lástima que a veces no se entienda, es la obra precursora del slow motion, captura furtiva de la intermediedad, el intento de Leonardo por transponer en un rostro humano lo más álgido de sus estudios sobre movilidad, sobre expresiones intermedias, un intento molecular, alas de paloma-moviéndose-sin parar. Ni risa, ni seriedad, olviden eso, todo lo contrario, el momento captado justo en su transcurrencia, el cambio de una expresión a otra, el límite del realismo, el nuevo nivel del realismo, el no-realismo. Por eso los pintores subsecuentes fueron caricatura de Leonardo, exceptuando a unos cuantos, Rembrandt por ejemplo, que exploraron más allá de esos límites. Múltiples naufragios en los pantanos del realismo. Ideas fijas, copias, pastiches. Pintura por encargo. Retrato. Fotostática del mundo-nomundo. Vana delusión.

Más allá de la técnica, el genio inconforme al encuentro de lo intangible. Tal es Leonardo. Neoplatónico incurable, idealista a toda costa, superficie rugosa de un vidrio plano. Mona Lisa, expresión humana en la marcha del devenir. ¡Qué misterio! Mar ignoto que seduce a muchos, ¡oh, desgraciados que pretendieron cruzarlo sin Caronte a la mano! El riesgo del extravío. El extravío, maraña donde prendaron sus mejores dotes las vanguardias.

El Baudelaire de R. Duchamps, ¡por Dios, más caricatura! La docta ceguera ya la había inmortalizada Rembrandt en su Aristóteles: Homero redimido, sin ojos observa más lejos que cualquier campeón de tiro con arco; Aris permanece atado a su collar de oro, esa riqueza realista. El hermano de Raymond, Marcel, otra caricatura a todo color; fauvista, es decir romántica.

domingo, diciembre 28, 2003

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MATRIX RECORTADA

Entre mi proveedor y los del servicio de paquetería (Tiny Pack, pinche nombrecito, huele a lavado de dinero) van a venir creándome un problema vesicular incurable. Ando encabronadísimo, a pesar de ser domingo. Los de paquetería se han hecho pendejos con el faltante de tres chamarras de piel que se clavó algún vivito del departamento de recolección; ahora todos fingen demencia y ponen cara de angelito. Vale más que me paguen o me veré obligado a desquitarme de alguna forma, por ejemplo, violentando las normas del manual de Carreño, especialmente aquellas relacionadas con el uso de los cubiertos de mesa.

Por su parte, mi proveedor guanajuatense de pieles curtidas, confeccionadas y teñidas, seguro que se cree a pie juntillas aquella frase nihilista de José Alfredo de que la vida no vale nada. No maméis, ya es hora de que lance nuevos modelos de sacos y chamarras porque los del año pasado, ya chole. ("Humphrey, ya vas a empezar, qué es eso de 'a pie juntillas', tenías que salir con tus resabios decimonónicos". -Ay, pendejo, me asustaste, pensé que seguías botado-).

Me acaba de enviar una gabardina dizque estilo Matrix. No maméis. Yo ilusionado con estrenármela en año nuevo, tirando patadas en acción retardada y capeándome las balas perdidas de año nuevo en hyperslow motion. Pero no... para empezar la gabardina que me envió apenas me llega a la rodilla, el corte está más obsoleto que los sacos que le ponían a Clint Eastwood en Magnum 44. El otro problema es la talla, viene estrechísima a pesar de ser nominalmente XL, jojojo, será XL en el país de los elfos. El saco apenas le quedará al Arturo R. L. que es digamos menudo, a mí ni madres. A esa gabardina yo la bautizaría como Matrix recortada.

Proveedor, no me jodas, tan bien que nos hemos llevado hasta ahora. Ve a ver Matrix al multicinemas de León, yo te pago la entrada. O, de perdis, renta el video de la I y la II. Luego te pones a diseñar en joda. Estamos perdiendo dinero y clientela. Despierta. No tiene chiste, nomás piensa en un faldón abombado, resorte disfrazado en la cintura, botones forrados desde el cuello hasta donde empieza la región más transparente, y cuellito mao, no tiene mucha gracia... pero, por favor, antes de que termine el invierno.... si pa mayo son los soles... (pa que quiero re sostenidos).
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TAUTOLOGÍAS

Para que valiera la pena vivir habría que descartar el penoso trámite de aceptar que las reglas ortográficas caducan cada vez que alguien se pregunta qué trámite hay que subsanar para que las reglas ortográficas permitan que valga la pena vivir determinada vida.

¿Qué hora es?

No sé, pero cada día me convenzo más de que el lenguaje, el texto mismo, gozan de vida propia. Las mejoes pendejadas de que seas capaz siempre tendrán una significancia superior a tus propios deseos de entender estas líneas. De eso yo no tengo la culpa.
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SIDA Y MODERNIDAD

Cuando el existencialismo se convirtió en una filosofía caduca, del sistema, es decir, alrededor de 1970, y disculpen tantas comas, los pensadores infectos ya no podían regresar. Se encontraban inmersos en su propia mierda. Estaban condenados a muerte. Despúes llegó el SIDA y revolucionó nuestras mejores pesadillas, las heterosexuales.

sábado, diciembre 27, 2003

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CINE Y LITERATURA

Uno de los golpes bajos que el cine le ha propinado a la literatura es el hacer creer a muchos que desde la comodidad de la butaca van a conocer las obras de los escritores sin tener que pasar por la agonía de leer sus obras (agonía o deleite, según sea el caso de la obra o de quien lee). De hecho, esa extendida creencia generalmente induce a una falacia. El cine, acaso, ha dado a conocer a muchos escritores que permanecerían atados a los estantes de las librerías o las bibliotecas, incluyendo a algunos de los llamados clásicos, que difícilmente habrían llegado a ser tan populares por sus propios méritos ( -paréntesis para que uds. mismos pongan sus ejemplos).

Podríamos decir que el cine es el género artístico del siglo XX por excelencia, modalidad que subsume a todos: Literatura, pintura, danza, fotografía, teatro y música. Es decir, letras, visión-video, movimiento, paisaje, actuación y sonido. Resumen y síntesis de las artes del pasado. Incluye también nuevos recursos visuales y sónicos: Efectos especiales, esa nueva modalidad de imaginación y posibilidad imagógica.

No es de extrañar, pues, la preponderancia del cine como un fenómeno de consumo masivo con voz propia. Frente a éste, la literatura pierde terreno en su exigencia, se consolida como alimento de élites, de grupos cerrados y de iniciados. A diferencia del cine, que absorbe rápidamente las innovaciones tecnológicas para sus propios fines, la literatura se agota en su forma, en su contenido y en sus géneros. Quienes cuestionan la irrupción del blog y otras formas de expresión textual electrónicas como instrumentos literarios genuinos, se aferran nostálgicamente a modelos que la realidad se encarga de poner en entredicho.

Por eso es necesario revalorar el papel de las vanguardias literarias. Las del siglo XX ya han demostrado su limitación.

jueves, diciembre 25, 2003

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ANIVERSARIO LUCTUOSO

Javier Ruiz, mi ex entrenador de futbol, me envió este mensaje hoy. Nada agrega. Cada quien celebra estas épocas como quiere. Un 25 de diciembre murió el del bigotito, bastón y bombín.

Discurso final de «El gran dictador» (fragmento)

Charles Chaplin
(1889-1977)

«Lo siento, pero no quiero ser emperador. No es lo mío. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo --si fuera posible--, a judios, gentiles, negros, blancos. Todos nosotros queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos somos así. Queremos vivir para la felicidad y no para la miseria ajenas. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos.

»El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá.

»El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre, clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas inocentes. A aquellos que puedan oirme, les digo: "No desesperéis".

La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás.»
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A DESTIEMPO

Cuando leo las reflexiones del Heriberto sobre el tiempo, con recurrencia pienso en las opiniones de San Agustín sobre este asunto. Transcribo una opinión suya que tengo a la mano(de San Agustín que carece de blog, no de Heriberto):

"Lo que por el momento veo con toda claridad es que no existen ni las cosas futuras ni las pretéritas. Y pienso que no se habla con propiedad cuando se dice que los tiempos son tres, pasado, presente y futuro. Más exacto me parece hablar de un presente de lo pretérito, un presente de lo presente y de un presente de lo futuro; porque estas tres modalidades las encuentro en mi mente pero por otras partes no las veo. Lo que sé es que tengo una memoria presente de lo pasado, una percepción presente de lo actual y una expectación presente de lo venidero. Si de este modo se entiende, acepto y aformo que los tiempos son tres, pasado presente y futuro, como se dice en el uso común. No lo reprendo ni lo contradigo, con tal que se entienda lo que se dice y no se preste existencia real ni al pasado ni al futuro. Despues de todo, pocas son las cosas que expresamos con propiedad y muchas las que decimos con impropiedad, pero entiendo lo que queremos decir."

¿Qué?

Por mi parte, y sin soslayar que esto me resulta sumamente complejo, he tratado de defender aquí la idea de la existencia simultánea del pasado, presente y futuro. El cantante, por ejemplo, para interpretar bien una pieza musical debe tener en su mente la idea acabada de esa pieza: principio, desarrollo y final. Cada una de las partes goza de ciertas características. En la mente del ejecutante existen estas partes de forma simultánea, cada una depende de la otra, de forma que juntas (juntas es un decir) crean una unidad de efecto único. Así, al cantar una frase, el ejecutante tiene en mente el final, el sitio hacia el que se dirige y el efecto que imprime a la siguiente frase (presente relativo) debe considerar también la parte que ya interpretó a fin de no redundar en el tedio y conseguir llegar al puerto final (futuro) impactando con éxito preconcebido a la audiencia.

Por otro lado, la audiencia disfrutará el final porque tendrá ocasión de "comparar" esa parte (ese futuro relativo) con el resto (el pasado) en su propio presente. Según San Agustín, esa sincronicidad, cuya existencia podemos corroborar en la mente humana, es un acercamiento a la métrica que utiliza Dios para "medir" el tiempo. Hipótesis elaboradas 1600 años antes de Einstein.
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FICHA BIBLIOGRÁFICA

"Moscos" es la marca registrada del licor de naranja producido por la familia de José Luis Almazán. Se expende en el mercado Los portales de Toluca, Estado de México, lugar de origen desde donde se ha dado a conocer. Yo, por ejemplo, y mis papilas ya lo conocemos. Compite ventajosamente con el Grand Marnier y lo recomiendo como recomiendo los libros de Albert Camus (dado el caso confesaría que prefiero al Camus militante que al escritor, pero, bueno, es cosa de gustos). En este terreno, no despreciaría un Casillero del Diablo por un "Moscos", pero, en ciertas circunstancias, equipararía a Camus con Mario Bellatin, aunque algunos pensaran en este momento que todo este enunciado carece de concordancia, quizá en este otro momento ya no. Recuerden que el lenguaje es un instrumento insuficiente, especialmente en tratándose de explicar olores y sabores.

Mi hija mayor ha renunciado ya a ser chica superpoderosa, allá ella. Ayer hizo escala en Beatyfulville procedente del DF con destino a Mexicali, por ahí cerca pasará estos días. Ella me dejó en el aeropuerto dos litros de "Moscos" (no siempre son inútiles las escalas). El mero olor de ese licor me trae recuerdos de mis años en Megamanifestacioneslandia. Gnostalgia, pues. No es de extañar pues que yo extrañe su presencia (la de ella) esta Navidad. Ya regresará.
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LA ESCARAMUZA DE LAS TRADICIONES

Miles de pueblos, más de los que creemos, han tejido la historia de la humanidad, una historia en muchos sentidos desconocida. Los libros han pretendido contarnos su versión, también los maestros de historia, parodia defectuosa de los libros. El ancla de la memoria ha creado sus propios códigos para eludir olvidar su propia historia, creó por ejemplo la escritura previendo su alzheimer intrínseco. La historia, como la conocemos, no es la historia del hombre, es la historia de su memoria. La memoria, ese cajón desvencijado de la nostalgia.

El individuo, condenado por la mortalidad de la carne, es esencia, esencia intemporal, especie con memoria histórica. Morirá el uno pero sobrevivirá el todo. La nostalgia le lleva a buscar el pasado en el presente, añora lo que fue para asegurar que el futuro será como hoy y como ayer. Comoquiera no funcionará. Por eso ha creado las tradiciones, ese código de las masas. La tradición es símbolo, figurativismo, adoración a lo anterior, seguro de vida, escalón a la posteridad. La tradición se aprende como el idioma; el bebé mira los cohetes y abre su oído atento al estruendo; observa la piñata romperse y no sabe que es Judas quien estalla en dulces, cacahuates, trozos de caña y naranjas invernales. Igual el anciano bolero que ha pulido su dominio de la lengua, pero que jamás aprenderá qué demonios es la sintaxis. Este es el sino de la tradición, simplemente se aprende. El buqui no se estará quieto hasta que una noche la pólvora de un petardo le queme un par de dedos, luego del susto se reirá de sí mismo. Nostalgia. La nostalgia exige su lugar, por eso doña Eva se amarga la vida al ver que sus hijas se rehusan a hacer tamales; no es eso, ocurre que la maquiladora deja poco tiempo para la cocina. La tradición se abolla un poco. Pierda cuidado, aparecerán los tamales de fábrica, como las fábricas de tortillas de maíz en Washington o Los Angeles. Resulta curioso, la tradición conciliando con el mercado y la globalización para sobrevivir. Vaya dialéctica. Y sobrevivirá a ellos, es seguro, porque la nostalgia no es una cuestión de épocas, es asunto del ser, ese ente que es y no es (Heráclito dixit, Hegel dixit, nacho repitit).

Cuestionar las tradiciones, por absurdas que parezcan, ha resultado tan apócrifo como inútil. Pobre Bush que sueña con retirar a las mujeres iraquíes sus atuendos; podrá invadir el territorio e imponer un gobierno ad hoc pero subvertir las tradiciones, je, eso no lo verán sus ojitos abizcados.

En temporadas como la actual, observo las tradiciones no desde la intolerante barrera del crítico sino desde el acolchonado palco del ebrio. Me complica menos la existencia. No soy conservador, pero tampoco soy un necio. Cierto, hay tradiciones que no me gustan, incluso algunas me son embusteras, pero, pese a su apabullancia, no alcanzan siquiera a inquietar mi sentido del humor. Humor versus tradición, je, deliciosa batalla, pastorelas incluidas.

Feliz Navidad.

miércoles, diciembre 24, 2003

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LA NAVIDAD ESTÁ AQUÍ

No aguanto ya la presión de mi marciano favorito. Durante todo el día ha estado rondando el árbol navideño como buitre en celo, según me dicen, yo apenas voy llegando de mi pasatiempo favorito: trabajar. Todo está dispuesto y no falta mas que comenzar.

Aprovecho este instante de calma aparente para saludar a todos los que cruzan por esta latitud en sus ratos perdidos. Espero que pasen este fin de año contentos y satisfechos (que no es lo mismo). Sigan escribiendo, nosotros seguiremos leyendo. Un abrazo y un tonel de buenos deseos para el nuevo año.

martes, diciembre 23, 2003

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UN CUENTO DE NAVIDAD

Hace un tiempo, un párroco de Mexicali acusado de pedofilia me pidió que escribiera un cuento de navidad para publicarlo en la revista parroquial (cuatro hojas bond dobladas por la mitad). Era diciembre. En su momento no sabía yo de semejante acusación, lo que, arriesgo y especulo (y no necesariamente en ese orden), hubiese cambiado ampliamente el sentido del cuento.

Para el caso es la misma, y conste que corro el riesgo de no recordar si ya lo he subido al blog antes. Si ese fuese el caso, y en eso coincido con mi Alzehimer, sugiero que no vuelvan a leerlo, exceptuando aquellos casos en los que se padezca insomnio crónico, circunstancia en que el citado relato puede servir de linimento.

Bien, el cuento es este (El título se lo puso Margarita Oropeza).

EL MILAGRO OLVIDADO

Cuando la comitiva del sultán de Istambaad llegó al Oasis de Jericó, una muchedumbre se amasaba para adquirir provisiones y forraje que ofrecían los mercaderes en aquel paso obligado de peregrinos y viajeros. Junto al enorme estanque rodeado de ríspidas palmeras, un centenar de camellos reposaba paciente en espera del nuevo día para continuar por el desierto su jornada con destinos tan distintos como distantes. Cansado, el sol caía sobre ese remanso de vida que desafiaba las arenas inhóspitas mientras un seco vientecillo castigaba los huesos y los afanes de los viajeros; algunas tiendas de campaña resistían estoicas el embate del viento vespertino.
La noticia del nacimiento del Redentor corría de boca en boca esparciéndose más allá de los confines de Galilea donde muchos la recibían con fé, otros con asombro, pocos con indiferencia.
En una de las tiendas, celosamente guardada por vigilantes de morisco aspecto, los príncipes Gaspar y Baltasar discutían y hacían cálculos sobre un desteñido mapa delineado en una preciosa piel de lince, acerca de la ruta que les llevaría con mayor premura a Belén, donde marchaban a adorar al recién nacido Hijo de Dios; al enterarse del arribo del sultán moro, los príncipes abandonaron sus especulaciones, salieron de la tienda y se dispusieron a recibirle.
Llamó la atención de peregrinos y mercaderes el séquito del sultán encabezado por tres enormes elefantes y escoltado por un numeroso grupo de jinetes y camellos que se aproximaban al oasis; para la mayoría de aquellos transeúntes ver las enormes bestias de carga era un espectáculo inédito y atemorizador.
Como si la providencia así lo hubiera dispuesto, delante del imponente desfile real, una endeble carreta de madera, tirada por tres burros con visibles muestras de fatiga, llegaba simultáneamente al lugar estorbando el paso del cortejo. Con un rictus de preocupación, de la carreta descendió apuradamente un hombre delgado cubierto con una gastada túnica de piel, tiró de la rienda del burro alejándolo de la vereda principal abriendo paso al contingente, temeroso de ser arrollado por el desfile colosal.
Impulsado por la sed y presintiendo la proximidad del estanque, uno de los elefantes escapó de control, se posó amenazador sobre sus patas traseras y tiró a su jinete mientras barritaba hasta ensordecer. Rápidamente, lazos y picos de los sirvientes del visitante sometieron al animal ante el asombro de los asustados testigos. Enmedio de la confusión, la carreta y la tercia de desafallecientes burros, fuera ya de la vereda principal, resbalaron hacia una zanja que les hizo volcar lanzando por tierra todo cuanto transportaba; una mujer joven y un pequeño de algunos diez años de edad rodaron por el suelo. Se escuchaba un llanto lastimero. El hombre delgado, que también había caído, corrió en auxilio de su familia tan pronto como se lo permitió su asombro. Habiendo presenciado el singular suceso sin perder detalle, desde la altura del paquidermo que le conducía, el personaje real descendió como saeta y antes de que los ánimos volvieran a su juicio, tomó entre sus brazos al pequeño que gemía inconsolable y le cubrió con su gruesa capa. Al levantarlo, se percató desconcertado de que el infante se encontraba impedido para caminar. En un abrir y cerrar de ojos los sirvientes del sultán habían sacado la carreta y los burros de la zanja al tiempo que los padres, ya repuestos del susto, recibían en sus brazos al pequeño lisiado.
-Vamos a Belén a ver al Niño Dios-, repuso el hombre de la carreta mientras su mujer se inclinaba para besar los piés del moro real.
Melchor, el sultán, tomó del brazo a la mujer, colocó su turbante de piel sobre la cabeza y le condujo hasta encontrarse con Gaspar y Baltasar que habían atestiguado la inusual escaramuza y se acercaban al recién llegado.
-Hombres de Buena Fé, dijo Melchor llevando su mano al pecho y abranzándoles, estas gentes siguen también al lucero real que lleva a Belén, ahora nuestro grupo será más grande y la Gloria de Dios Nuestro Señor lo será también-.
Resguardados de la creciente inclemencia vespertina en una de las tiendas, los príncipes dieron cuenta a Melchor de su reciente encuentro con Herodes en Jerusalén y de las visicitudes de su viaje. Ahí convinieron una misión secreta.
Esa noche, el pequeño y sus padres comieron nueces y fruta seca, bebieron tibia leche de cabra y durmieron bajo el cobijo de la tienda de Melchor. La oscuridad cernió un cielo estrellado sobre el perfil silencioso del desierto; los príncipes oraron por la aurora jubilosa de la buena nueva.

II

Un par de días después, una interminable caravana de camellos y elefantes; de príncipes, serviles y peregrinos, avista las columnas de humo que manaban del pueblo que marcaba el fin de su agitada ruta: Belén; tras ellos, a un par de leguas de distancia, la carreta de los burros hacía vanos esfuerzos por alcanzar el paso firme del cortejo.
Decenas de niños recibieron a los imprevistos visitantes reales con inédita algarabía, entonando vivas y cantos. Como si siguiesen estrictas instrucciones de un código aprendido, los chiquillos, embajadores iluminados, abrían paso al cortejo rumbo al establo donde se encontraba Jesús de Nazareth. Belén lucía el atuendo de capital del mundo.
Comedido, un grupo de devotos lugareños salió al encuentro de los viajeros; Acabeo, el principal de Belén, atendió a la realeza visitante ofreciéndoles aseo y comida caliente. Sin embargo, los embajadores de oriente prefirieron ser conducidos hasta el aposento de Jesús, el Salvador.
Un gentío se aglutinaba en torno al establo donde habían dispuesto el recibimiento de peregrinos y pastores que llegaban por cientos a Belén. La muchedumbre abrió paso al majestuoso séquito de visitantes; los príncipes y el sultán llevaban consigo cofres de madera finamente labrada con obsequios para el hijo de María y José. Baltasar portaba una lámpara de incienso, aquella aromática presencia desafiaba el característico olor a estiércol del lugar.
-Sean Bienvenidos-, dijo José haciendo una reverencia.
Los visitantes apenas respondieron, hipnotizados se postraron ante el pesebre del Niño, contemplaron su rostro radiante, agacharon sus rostros llorosos y oraron en silencio. Los últimos rayos de sol atestiguaban la infinita devoción que inspiraba el Rey de reyes en aquellos viajeros de noble estirpe.
Imperceptiblemente, detrás del gentío, la endeble carreta de burros llegaba finalmente a su destino. Los esposos peregrinos bajaron a toda prisa del carro dejando ahí a su pequeño hijo que dormía plenamente para dirigirse al establo, abriéndose paso entre decenas de pastores que seguía llegando.
-Estas gentes han venido desde Jafed para ver al Niño- dijo Gaspar anunciando a la pareja que besaba el pesebre de madera de Jesús y lloraba de alegría.
Justo en ese momento, una extraña luz anaranjada que provenía del sol ya marchito, reflejado en las nubes de la tarde, iluminó misteriosamente la carreta de los burros; José, María y los príncipes se incorporaron para contemplar aquel llamativo fenómeno y, sorprendidos, se dirigieron ahí; la gente se apartó involuntariamente formando una valla. Entonces, de la carreta, el pequeño lisiado bajó bostezando y avanzó tiritando de frío en dirección del pesebre donde sus padres permanecían acuclillados, ajenos al extraño acontecimiento.
-¡Padre Nuestro! ¡Milagro!-, exclamó Melchor extasiado, -¡El niño impedido ha caminado!-.
Los padres del menor giraron sus rostros sorprendidos, miraron incrédulos a su hijo movido por su propio pié y corrieron a abrazarle ante la estupefacción de todos.
En el pesebre, Jesús sonreía.
Días después, advertido por los príncipes de la sospechosa actitud que percibieron en Herodes, rey de Judea, a quien, como dijimos, habían visitado a su paso por Jerusalén, José tomó a María y al Niño y les llevó lejos, donde Jesús estuviese a salvo de toda asechanza.
Quizá la imprevista huída de Belén y los terribles acontecimientos que le precedieron empolvaron de alguna manera el recuerdo de esta historia que, no obstante, logró conservarse intacta.

FIN

Posdata: la acusación de pedofilia no pasó de ser un rumor.
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EXPERIMENTOS EN VACACIONES

Acabo de realizar un experimento que me lleva a la siguiente afirmación contundente: los niños de siete años son excelentes catadores de queso. Motivado por un vinajo Carlo Rossi, cuya denominación naufraga en un lacónico California Red (parece nombre de una ONG chicana de apoyo a Marcos; oye, por cierto, no hay una palabrilla en inglés que siginfique "tinto"). Disgresión: me arrepiento de haber hecho caso de un comentario que escuché esta semana: los vinos de Napa Valley se equiparan a los chilenos; quizá, pero no es el caso de los Rossi que llegan acá.

Vuelvo al experimento. Por alguna razón ocurrió algo inusitado en este chante: tenía en el refrigerador seis tipos distintos de queso: parmesano, camembert, chihuahua, fresco, gouda y Oaxaca. Por otra parte, tenía a mi marciano favorito en plan de euforia porque su primo Brandon se queda a dormir en casa. Ambos comparten algo en común: tienen vacaciones y tienen 7 años. Ok. Bueno, el experimento, obvio, consistió en taparles los ojos y darles a probar cada uno de los quesos haciendo énfasis en su denominación característica (a fin de que no incurran en las trampas de la ambigüedad -ustedes, no ellos-, aclaro que me refiero a la de los quesos no la de los niños). Oh, sorpresa!, de veinticinco preguntas a ojos cerrados, sólo se equivocaron una vez. Aprendieron el nombre de los quesos y comenzaron a memorizar sus sabores. La prueba final consistió en darles a probar un queso chihuahua de otra marca que no había aparecido en escena antes. Los catadores potenciales, cada uno por su cuenta, afirmaron que el nuevo queso no era ninguno de los anteriores. ¡Dios mío!, pensé, el mundo les pertenece. No somos indispensables, son mejores que nosotros.

En el fondo pienso que los empecé a maleducar, el queso parmesano es de la marca Kraft, queso pulverizado para gustos agringados que nada tiene que ver con Parma. En fin, si mi hermano no protesta, el fin de semana les daré a probar mi colección navideña de vinos (Carlo Rossi excluded). Luego les cuento que pasó.
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PÉTALOS DE LUNA EN DICIEMBRE

Chequen este poema de Ismael Serhe, ese desconocido.

ESTA FOTO

El clima esta bajando hacia las luces, los cristales se llaman sol y luna
Extraño tu foto junto a la mía, de dos rostros es mía.
Extraño el regresar y el sonar del llamar, del sonido, del lugar,
A veces vuelvo atrás y no puedo decir que no puedo más.

Él bien sabe que no es el brillo y que aunque este yo muy bien no puedo saber que hace.
No puedo con el clima, no puedo si extraño tu foto, bien sabes, no puedo mas.

A veces que volteo atrás se que el miedo me va hacer llamar
A veces volteo atrás, a veces lo hago, en serio lo vas a lograr.

Hola, lentamente rápido es lento...
Detenme, no puedes caer...

A veces volteo atrás y son solo dos minutos, son unos segundos...
A veces llamo silencio y otras que no quiero....
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SANTOCLÓS Y LA INTERMEDI(EDAD)

Cuando niño creía fielmente en Santoclós, lo que me trajo muchas alegrías y juguetes. Luego entré en una época de dudas y terminé por reconocer que el personaje era un mito, en esa época hubo regalos pero la ropa comenzó a ocupar el lugar de los juguetes. De adolescente me reía de Santoclós y de quienes creían en Santoclós, entonces la ropa también comenzó a desaparecer del árbol familiar. Más tarde, de "adulto", me volví radical y terminé por desterrar mitos y leyendas de mi departamento, incluyendo al arbolito. Fue una emocionante época antitodo. Una década después, ya con dos hijos que mantener, comencé a dudar de nuevo. De plano, compruebo que la diletancia vive con uno de forma tan descarada que me parece poco ético proclamarnos congruentes. Hoy en día no solamente creo firmemente en la existencia del Santoclós, además actúo en consecuencia; las sorpresas han regresado y mi casa huele a pino recién cortado. En mis hijos se trasluce una emoción tremenda, si bien no compartida del todo por mi tarjeta de crédito. Serán ellos quienes decidan que hacer con su Santoclós más adelante.

Por mi parte, y viendo este voluble tren de acontecimientos, no descarto la posibilidad de que en algunos años yo mismo termine siendo Santoclós, ese personaje a quien, es notorio por su nariz colorada, le fascina la cheve. De menos cuento ya con las canas y los lentes. Además, como he perdido el miedo a disfrutar la felicidad ajena y especialmente aquella que la vida me ofrece (a veces mi miopía no la percibe), creo reunir ciertos requisitos indispensables para desempeñarme como tal. Por lo demás, conducir un trineo jalado por renos se me antoja de lo más emocionante. Ensayo ya el ¡HOHOHO!

NOTAS AL MARGEN
(Empiezo de atrás para adelante)

a) Mi maestro de estudio del lenguaje defiende la idea de que el HOHOHO navideño se puede lograr mediante la alocución de una jota suave que se alcanza evitando la oclusión palatal que define el rasgo fricativo de esa consonante (con la vocal ni me meto). Por mi parte, agrego que es necesario meterle estilo y volumen a la hora de ejecutar esa exclamación, en apego a los cánones del realismo mágico.

b) Nunca conservamos las fechas de los puntos de inflexión de nuestra diletancia, lo que nos hace congruentes con nuestra inconsistencia intelectual.

c) La duda, el dudar, en tanto ejercicio filosófico fundamental en la formación del individuo, me lleva a pensar en la necesidad de establecer un curso para niños sore la metafísica de I. Kant por ahí entre segundo y tercer año de primaria. Sin embargo, descarto la idea en tanto que ésta me alejaría de la posibilidad de ser un hilarante Santoclós y me acarraría el odio sistemático de las nuevas generaciones.

d) Ahora lo buenos deseos: Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a todos. (Nadie esperaba un lugar común tan común, ¿no?). Bueno, pues, matizando: deseo que esta Navidad sean tan felices como pueden (IVA incluido) y que el año que entra la comunidad bloguera multiplique su prodigalidad. ("Humphrey, qué chingados es eso de prodigalidad". -No me preguntes nada, el semestre ya terminó y la semántica me ha tratado peor que tú-).

Posdata: La verdad sea dicha, Rodolfo también le entra duro a la cheve, la nariz roja no es cosa genética.

domingo, diciembre 21, 2003

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GANO EL PACHUCA O EL MISTERIO DE LAS JETATURAS

Una lección sobre cómo descubrir el hilo negro. El futbol es un deporte de goles. Hay estrategia, táctica, estilo, hibridez, escuela, estigma y jetaturas en este deporte, pero sin goles (uno al menos) todo sería suspenso contenido, angustia, grito cortado, evocación impotente, exclamación espasmódica, emoción trunca, modalidad frígida, pesadilla innecesaria, lamento malogrado. Los 0-0 cuentan, otorgan puntos pese a todo, pero en las finales hay que anotar si se pretende el trofeo grandote. (Entre paréntesis: los trofeos que otorga la Federación Mexicana de Futbol son terriblemente obsoletos, me recuerdan el logotipo del Real Madrid, un vejestorio del diseño, y me recuerdan al Ventarrón García, jugador del Atlas por allá en los años cincuentas, entrenador del equipo donde jugué desde la infantil hasta primera fuerza: el Independiente de mi frontera natal. (“Cálmate Humphrey, ya vas a empezar con tus nostalgias, ¿no?, lo que sigue es tu recuento de esguinces y lesiones que siempre sacas a pasear... no empieces”. –Come mierda, yo escribo lo que quiera-). Se cierra el paréntesis).

Ok. Los goles. Tigres de la UANL falló miserablemente en la misión fundamental del futbol: anotar. Falló de forma tal que lastimó seriamente la idea que tengo yo del futbolista brasileño. No puedo creer que Irenio Soares o Kléber sean tan limitados como para no intentar esos tiritos bombeados que cada fin de semana realizan Saturnino Cardozo, Ronaldo o Raúl. No concibo a un brasileño tirando a matar en un mano a mano frente a un portero tamaño XXL como Calero. Idiotez total, en serio. Silvera es el epítome de la falta de carácter en circunstancias apremiantes. El delantero frente a la disyuntiva hamletiana.

No había querido decirlo pero al único técnico argentino que soporto es a Bianchi. A Nery Pumpido le salió el síndrome de superman que caracteriza a los gauchos, especialmente cuando van al extranjero. Bianchi es más cerebral, tanto que sabe que la autoadulación resulta contraproducente. Por eso desconfío mucho de los técnicos argentinos incluyendo a Pasarella.
¿Por qué se ha de culpar a los árbitros de la derrota? ¿Por qué Pumpido no dijo “el hijo de puta causante de la derrota fui yo, pido disculpas a la afición”?
Por una razón muy simple: los dioses no se equivocan. “Fue la Femexfut, la comisión arbitral, Yamasaki, el otro, no yo, ¿no entienden que no puedo ser “yo”?. El cabrón estaba como estatua en Pachuca, viendo cómo fallaban Irenio y Silvera goles que cualquier llanero le anotaría incluso a Calero. Y estaba ahí, impávido, en vez de salir a regañar a sus jugadores por ineficaces.

Por el contrario, Víctor M. Vucetich, mexicano con apellido de otras latitudes, es parco frente a los medios, nunca se proclama filósofo del futbol ni habla pendejadas con los jugadores. Conoce al jugador, realiza cambios milimétricamente concebidos, no arriesga más allá de sus propias posibilidades y toma siempre a Dios como el jugador número doce. El éxito le ha sonreído porque sabe que dirigir en el fútbol, más que un arte, es un asunto de recursos humanos. Como adelanté aquí, había que alinear al Bofo desde el principio, un acierto. Sin embargo, Vucetich no aceptó mi sugerencia de incluir a González China ni la de excluir a Alvez (que por cierto no hizo mas que fallar frente a Campagnuolo en dos claras ocasiones de gol desperdiciadas), definitivamente era mejor la contundencia de Claudinho que, pese a andar chocheando, le pega a la pelota con rencor ciego (era lo que se necesitaba, ignoro por qué no jugó).

Perdió Tigres porque es imposible que un argentino haga llevar al éxito a un grupo de brasileños. Chequen las estadísticas, es cierto. Vucetich lo sabe y no pierde en las finales. Jetaturas.

De las expulsiones felinas mejor ni hablo. Una cosa nomás: bajo ciertas circunstancias, un individuo racional, cuerdo, talentoso, generoso incluso, puede convertirse en una bestia enjaulable. Es una condición humana.

¿Qué hora es?




sábado, diciembre 20, 2003

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VERSIÓN SINTETIZADA DE LA SÍNTESIS. Intensión y extensión.

La escritura se propuso resumir y ser testimonio fiel de la oralidad. Falló. La escritura volvió obsoletas las formas de existencia de la oralidad y creó las suyas propias: clasificó. Era necesario. La oralidad era desordenada y mitológica. “Un yanqui de Conecticut en la corte del Rey Arturo” de Mark Twain, ofrece una perspectiva crítica de una sociedad basada en mitos y mitotes (es decir, mentiras) al amparo de esa profesión de fe que es la oralidad. La decadencia de aquella sociedad deja ver la miopía terrible de la oralidad, su obtusidad. Antes, la decadencia del discurso en Grecia llegó cuando algunos sofistas descubrieron que podían ser diputados, esa expresión bipolar de la mentira, aunque claro, en aquel momento los legisladores se preocupaban por confundir sin perder la elegancia.

El parto fue doloroso. Al nacer, la escritura provocó un daño irreparable a su madre, la oralidad, de forma que prácticamente la volvió estéril; por fortuna no la mató. En su adolescencia, la escritura dejó ver que podía convertirse en un adulto útil aunque nadie imaginó que durante la edad media tomaría como amigos de parranda a la religión y al costumbrismo, y que se vería envuelta en terribles líos enciclopédicos que la llevaron a prisión. Montaigne fue uno de los abogados que le ayudó a recuperar su libertad. Una vez en libertad se procuró una vida menos complicada y optó por un abandono paulatino de la verborrea, tendió a resumir, a hablar menos, ese síntoma de la vejez.

No olvidemos que la oralidad es también síntesis de la realidad. Pero, a diferencia de la escritura, no puede organizarse de forma compleja. Debe repetir, tomar muletillas, abundar en ejemplos, repetir, repetir y repetir, a fin de que “lo importante” pueda retenerse en la mente del oyente; he aquí la primera clasificación de la realidad, la primera síntesis. Desde la antigüedad, el mito era el recurso indispensable de la oralidad; bastaba que alguien lo concibiera para que el mito fuese asumido como una verdad potencial. Era gancho, anzuelo, cebo para el oyente incauto que sucumbía fácilmente al embrujo del hablante. El oyente repetía aquello que más le conmovía del discurso: el mito, lo único que podía reproducir con vehemencia.

El discurso es síntesis de la realidad, y de hecho convirtió a la síntesis en un arte. La comunicación en general es síntesis de la realidad, pero el mito como síntesis del discurso es antecedente genético del relato, del cuento y de otros géneros más elaborados que la escritura pudo sistematizar.

Dado que Platón no era taquígrafo, sus Diálogos, por ejemplo, son una síntesis adaptada de discusiones y discursos que Sócrates y sus allegados compartieron. Retiró la paja, dejó unas cuantas huellas coloquiales y sesgos convencionales y se concentró en “lo importante”. Dentro de su especulación idealista, fue “concreto”. Tomó aquello que le interesaba al intelecto (al suyo en primer término), lo sintetizó y lo clasificó en diversas áreas y lo dejó como modelo de pensamiento. Luego, sobre el ejercicio de la escritura (el pensamiento racional), se erigió una nueva cultura.

Fue necesario, insisto, porque la escritura liberó al intelecto de esa indigestión paralizante que es la memorización lógico-formal; lo puso sobre las alas de la especulación filosófica y le mostró reinos que le estaban vedados. Por otra parte, la escritura brindó cierta independencia al conocimiento, entre otras cosas, permitía al cualquier lector instruido incursionar por cuenta propia en el texto, sin tener a “otro” (el orador) frente a sí. Libertad. El texto superaba así al discurso y exhibía las tendencias mitomaníacas de éste.

En esencia, el mito es una expresión de lo potencial, de la ambigüedad de lo posible y lo imposible, es escape de la imaginación en búsqueda del límite, vía del espíritu en pos de la divinidad, de lo intangible. Por ello, el mito como ejercicio especulativo no desapareció con la escritura (con la literatura), antes bien, se adaptó a la clasificación y fue refuncionalizado (así se dice, creo). Ficción, ciencia ficción. Viejo anatema con nuevas presentaciones. Recreación del mito, renovación de creencias, la búsqueda del límite, la enfermedad hereditaria de Odiseo.

Si el cuento, el ensayo y otras formas de expresión de la escritura se proyectan como una expresión de la síntesis, ello no es ninguna novedad. Por el contrario, no hacen sino exhibir su código genético. La decadencia de estos géneros debe atribuirse sin duda a los autores más que al género mismo. Las vanguardias se propusieron derrumbar los cánones, pero fallaron porque confundieron la forma con el contenido. Pretendían derrumbar la prisión echando por tierra la Ley. El resultado fue la irracionalidad, la corrupción del libre albedrío, y el desgaste de los géneros (en todo sentido). Las vanguardias fueron expresión de la decadencia, es cierto, pero en tanto crítica se desgastaron más rápido que la propia realidad. En cierta medida, la decadencia ha creado sus propias formas de subsistencia y no debemos descartar que en la búsqueda de lo nuevo, la literatura y las artes en general regresen a formas de expresión que hoy damos por olvidadas. Eterno retorno. Con ello no haremos sino confirmar que el nihilismo no es sino una paradoja del optimismo.

jueves, diciembre 18, 2003

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RESPUESTAS SIN PREGUNTA O EL FUTURO DE LA ENTREVISTA PERIODÍSTICA VISTO
DESDE EL INTERNET



No lo se. Muchas supongo. La mayor parte de las veces las rento.

No, prefiero un revólver.

Sí, los perros rabiosos no traen ningún beneficio.

Porque no tienen remedio.

No, prefiero que me llamen por mi nombre.

Ignacio.

Sí, pero no las laptop.

Me parecen incómodas, a menos que se les conecte un teclado decente.

Gracias a mi negocio de ventas de artículos de piel.

El frijol también me provoca gases.

El brócoli también.

No, no creo que tenga utilidad.

De niño soñaba con volar.

Ese es un superpoder.

También deseaba ser buen beisbolista.

No creía en duendes.

No, la magia me gusta.

Si me gustaba y aún me gusta, creo que no lo hago tan mal.

No.

No es el momento.

No es eso, simplemente que ya es un poco tarde.

Sí, es casi la una de la mañana.

Sí, somos un par de relojes desconcertados.

Ver televisión, dibujar, comer, y que mi hermano no me moleste.

En cuestiones de sexo tiendo a ser conservador.

No, lo excéntrico tiende a aburrir más pronto.

No, para mí el peor ha sido magnífico, si permites robarme una frase de Woody Allen.

Bueno, el drama y la comedia antes que las de acción.

Sí, las de acción se vuelven cada vez más obvias.

El japonés tiene su simbología pero a mí me aburre, Kill Bill es interesante pero se excede y no dice nada nuevo... sorry Séptimo sentido.

Séptimo sentido es una crítica amateur, pero muy divertida.

Son patrones de comportamiento.

Jajajaja, yo tampoco.

Bueno, eso depende... yo lo pondría así: los pleitos entre blogueros no son mas que un ejercicio de autopromoción, lo digo por experiencia. Nadie se compromete realmente. Ojalá hubiera alguien verdaderamente racista en el TJBF, no como mera pose, entonces la discusión trascendería.

Je, bueno, eso cada quien lo sabe. Nadie se corta las venas por una “causa”.

Sí, una vez Mariano Azuela dijo que su personaje protagónico de “Los de abajo”, Demetrio Macías, era un hombre fuera de serie, es decir, un hombre de ficción, je así lo dijo, y agregó que si hubiese sido un hombre de verdad, lo hubiera seguido hasta la muerte. Creo que hay una gran enseñanza en ese comentario. Por eso yo sigo a Mariano Azuela hasta la muerte, jajajaja.

Pues más bien es un problema de liderato. La gente hoy día teme ser líder, porque el término lo han desgastado mucho la CTM y George Bush, ah, y también los torneos cortos del futbol mexicano.

Por mí no hay problema, estoy a tus órdenes.

Cuando quieras, aquí andamos, ya sabes, luego hacemos otra. Gracias.

Fin.

(Esta entrevista bizarra pronto será publicada... ah, ya... me informan que ya se publicó).

miércoles, diciembre 17, 2003

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ENJAULARON A LOS TIGRES EN PACHUCA

Por ahí en el minuto 70, Vucetich (o como se escriba) decidió mandar a Adolfo Bautista a la guerra, alineó también a Alves, y poquito antes había enviado a Ledesma a suplir al goleador Claudinho, quien rindió al máximo no obstante su mala fortuna frente al arco. El técnico tuzo quería ganar a como diera lugar y lo cambios enseñaron lo alambicado de su colmillo.

El partido de ida de la final Tigres-Tuzos fue un buen partido independientemente del resultado, especialmente porque ambos cuadros salieron a jugársela en busca de goles. Ya he dicho que el Bofo Bautista es el gemelo de Mario Bellatin; a pesar del sube y baja de su inconstante talento a lo largo de su carrera (el de Bautista, no el de Bellatin), tuvo la fortuna de entrar a jugar veinte minutos, desequilibrar el partido, anotar un gol y provocar un penalty que le dio al Pachuca una ventaja de 3-1 sobre un rival recurrente. Los cambios que envió Nery Pumpido en el eje del segundo tiempo, el Chima Ruiz y Jesús Olalde, se vieron asustadizos y desencanchados. Mucho pesó la ausencia de Walter Gaytán y desde luego la de Claudio Suárez en la causa universitaria.

Tuzos mantuvo durante casi todo el encuentro una circulación favorable de la pelota en media cancha. Andrés Chitiva y Gabriel Caballero, y posteriormente Ledesma, supieron mantener ocupada a la zaga felina llevando balones a los dominios de Campagnuolo quien demostró sus reflejos felinos luego del craso error en el primer tiempo que terminó en un fatal e involuntario autogol de ese otro Hugo Sánchez.

Irenio Soarez hubiese terminado el partido como el mejor futbolista en la cancha, pero la picardía y la contundencia de Bautista, que mañana aparecerá en la portada de todos los diarios deportivos nacionales, le dejará malos recuerdos a Irenio. Para mi gusto, Irenio tiene la rara facultad de poseer un dominio técnico que alterna el cambio de perfil, el brusco cambio de ritmo y un curioso estilo de rebasar y rezagarse ante la velocidad de la pelota, lo que descontrola siempre a sus adversarios. Lástima, hoy eso no fue suficiente. La cosa es que la zaga del Pachuca tiene a Vidrio, a De Anda y a Huiqui defendiendo el honor, y a un gigante estorboso: Calero. Ni que decir de Valdés, ese hombre invisible.

Pumpido tiene que revisar su cuadro para el partido del sábado. Sancho se vio desconectado, Silvera errático y temeroso, Kleber incapaz; pudieron haber hecho más en el contragolpe pero carecieron de la contundencia que en estos partidos se hace indispensable. Ya vimos al Bofo.

El daño ya está hecho. Habrá que esperar el desenlace táctico en Monterrey. Puedo asegurar que por el Pachuca Bautista y Ledesma alinearán desde el principio, que Alves verá el partido desde la banca y que Vucetich buscará anotarle a la UANL en los primeros minutos del partido. Lo que no sé es cómo va a resolver el crucigrama Nery Pumpido. Intuimos que ser local en el Universitario no es ninguna garantía.

martes, diciembre 16, 2003

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EL PROBLEMA DE LOS NOMBRES PROPIOS

Los padres de Desiderio Luna emigraron a los EU a principios de los cincuentas y nunca imaginaron que su hijo sería condecorado por su participación en la guerra de Corea. Por lo demás, nadie cuestionó jamás que su contribución en esa guerra fuese como jefe de cocineros en un aguerrido acorazado: el Winfield Scott.

Este buque de guerra tenía un nombre más largo, que incluía el apodo que le adjudicaron a Scott en la escuela presbiteriana a la que asistía en su natal Illinois en la época previa a que Edgar A. Poe escribiera El escarabajo de oro; por cierto fue el único acorazado estadounidense al que la marina estadounidense ha permitido incluir un apodo en su nombre.

Los señores Luna tampoco imaginaron que su hijo se convertiría en traductor al español de las caricaturas de Loney Tunes y, años más tarde, en traductor estrella de la firma Hanna-Barbera.

Bien, el caso es que Desiderio Luna, en uno de sus primeros trabajos, quizá en un desplante provocado por la rareza de su propio nombre propio, intentó bautizar al conejo Bugs, conocido en México por el cómic titulado "El conejo de la suerte", con el nombre de Serapio, intención que no tuvo éxito y que naufragó igual que el Winfield Scott luego de un misterioso incendio en la Bahía de San Francisco a principios de los setentas, cuando era utilizado como buque escuela.

Bugs es el nombre con el que conocemos ahora al simpático conejo, toda una institución transgeneracional en lo tocante a dibujos animados, porque en lo tocante a desastres marítimos el del Winfield "Coloradito" Scott se considera en el lugar 13, después de naufragios memorables encabezados por el Titanic.

Desiderio Luna nació en Zacatecas y murió recientemente en Arizona víctima de cáncer de colon. Lo curioso del caso es que Luna falleció un 14 de septiembre, mismo día en que se hundió el Winfield "little red" Scott, si bien con 29 años de diferencia.

En California, lugar donde pasó la mayor parte de su vida útil, al traductor se le conocía como Dessy Moon (c'mon).

Aclaro que, por decir lo menos, la mayor parte de este relato es inexacto. Envío un puntual abrazo prenavideño a Mr. Phuy.

lunes, diciembre 15, 2003

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LA CARCEL DE LA LETRA ESCRITA

Leo los comentarios de JM Portillo sobre los límites que impone la estructura formal del lenguaje a la libertad de combinar o crear sintagmas, morfemas, palabras, etcétera. JM utiliza ciertas figuras como camisa de fuerza que me parecen propias para definir el yugo generoso que impone la regla de la lengua escrita. El final de su post me sugiere que dejó abierto el comentario para ahondar más en él posteriormente. Ojalá desee hacerlo.

Antes de la invención de la escritura los escritores eran ya unos desempleados potenciales. Había entonces otros grilletes: vivía el hombre encadenado a la memoria; su supervivencia dependía de la memoria, de la llamada tradición oral, que no era una tradición en el sentido en que entendemos ese concepto actualmente, era y es una fase necesaria en la escalera de la evolución humana. Las tradiciones, lo sabemos son desechables, pero la oralidad no era un asunto de tradiciones, no se quien sacó eso -quizá algún escritor que encontró en la lingüística un oasis donde reconocer su fracaso-. Pero la oralidad no era desechable, ni es algo optativo. Yo lo denominaría oralidad generacional. La oralidad permitió a la especie la supervivencia; la escritura, la posibilidad de traspasar los límites inocuos de la necesidad.

Resulta curioso, como planteara Heriberto Y. hace poco, que Platón haya sido el primer filósofo literario en contraposición a Sócrates, último filósofo discursivo (oral), y que sobre los papiros de los diálogos socráticos se haya levantado la civilización occidental. Sócrates negaba la preeminencia de la escritura (Fedro) y defendía el discurso como medio de transmisión idóneo del conocimiento esencial. Platón atestigua la decadencia de Grecia, es cierto, la propia muerte de Sócrates exhibe a una Grecia condenada. La debacle de Grecia y de la civilización mediterránea en general era en realidad la debacle de la oralidad. Los políticos -algunos de ellos sofistas consagrados- hicieron lo que hacen aún: desgastaron su discurso, o mejor dicho, el discurso .

Si el pensamiento de Tales, Heráclito o Parménides contribuyó al encumbramiento de Grecia fue gracias a que vivían la gestación y el parto de la escritura como instrumento de la filosofía. Los sofistas, en tanto especie, fueron sepultados bajo la lápida de la escritura y su epitafio advierte paradójicamente: "No los olvidéis". Así se evitaría que corrieran la misma suerte de los filósofos minoicos y otros más antiguos que fueron borrados de la historia a causa de la fragilidad intrínseca de la oralidad.

Los filósofos, empezando con Platón, se las arreglaron para rescatar aquello que no podían dejar perder de los filósofos y sofistas orales.

Disculpen esta breve disgresión, pero me parece que hay que ubicar la discusión sobre la formalidad de la lengua escrita en relación con la poesía, el discurso, la decadente oralidad contemporánea, etcétera, desde la perspectiva del criterio libertad-necesidad, esa prisión perpetua.

La llamada poesía vanguardista , término manoseado con impunidad al atribuirlo a la poesía -y otros ocios- de fines del siglo XIX y del XX, representa también la decadencia de una época; se trata de la era de la imprenta tocando las puertas de su propia tumba. No desaparecerá, como tampoco ha desaparecido la oralidad, el caso es que su papel irá crecreciendo como forma predominante para dar paso a otras formas de comunicación. Ustedes sabrán cuáles.

Agotado el uso y abuso del verso rimado, de sus formas más acabadas (el soneto en todas sus variedades, por ejemplo), el verso libre encontró más pronto sus propias limitaciones. Los caminos que escogieron Huidobro y otros innovadores pronto se toparon con una granítica pared: la de la intrascendencia del siglo XX. Alejado cada vez más del consumo popular, el llamado vanguardismo fue refugiándose en contertulias hérméticas cada vez más estrechas, alimento exclusivo para élites contagiadas y críticos sin empleo fijo, alimento especializado como las galletas integrales: mucha paja y poca proteína. Así, herido de muerte por la consanguinidad, el vanguardismo -en toda modalidad artística- enfrenta la fase terminal. Está ahí, pero requiere de oxígeno y cuidados intensivos. Vida artificiosa.

¿Qué dije?

viernes, diciembre 12, 2003

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PLAGIO Y RECOMENDACIÓN

El siguiente texto fue vilmente copiado sin permiso de la autora del colectivo cucaracha, blog que cocinan los compas de Letras de los semestres avanzados de la Unison, acá en Beautyfulville. Échenle un ojo.

Orgasmatical

Oye escritor es cierto que cuando tomas un lápiz algo sete para y que cuando escribes te derramas, que las palabras son orgasmatical, tanto que cuando redactas, las oraciones te excitan y las conjunciones te saben a mar, que te gusta copular con la y griega y además subordinar los elementos sintácticos y masturbarte sin parar.

Que los acentos a ti también te dan intensidad; que entiendes el significado de mas y más, y que a ti no te da igual, por que tu siempre quieres más.

Que, porque, porqué, por qué, y por que, a veces te dan la respuesta, pero tu nunca las quiere dar. Y si las das irremediablemente te sientes mal, o es verdad que los escritores no tienen sentimientos y todo les da igual.

Lucía Munguía
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MARCHÓ EL SEMESTRE

Ayer hicimos el último examen del semestre, fue de Taller de redacción y versó sobre el fascinante tema de la teoría e historia de los signos de puntuación (zzz, zzzz, zzzzzz). Las hostilidades comenzaron a partir de la 3 de la tarde en que la masa escolar se amotinó y decidió adelantar la multiplaneada posada, todo empezó temprano. Uno que es esclavo trabajador no puede disponer de su tiempo como quisiera, sin embargo llegué a checar tarjeta a la pachanga a eso de las 7 de la tarde o, mejor dicho, tres cartones después. Cuando me apersoné en el lugar acordado no veía sino un desfile de sonrientes compas que iban y venían a un expendio cercano en busca de etilencias varias. Me uní a aquella peregrinación. No se decir a que hora concluyó aquello (si es que concluyó) pero mis huesos cenicientos se tuvieron que retirar antes de las doce, dejando a la concurrencia en un estado de tristeza absoluta por mi partida (en realidad los únicos que se percataron de mi retirada fueron unos camaradas que estaban en estado contemplativo sobre la cajuela de mi carro).

Ya me voy.

miércoles, diciembre 10, 2003

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SOBRE POESÍA

Desde hace 100 años, no faltan los poetastros que buscan y buscan formas de modificar el uso de la lengua escrita con fines expresivos. Fulanito no usa mayúsculas, guau, perenganito no utilizó puntuación en todo su texto, oooooh!. Zutanito utilizó la palabra "oooooh!" para significar una expresion.

No vas a negar que ya te has topado con cosas como esta:

Del poema Asombros de Juan Garcíavalencia, 3.1.1 (disculpen esta enumeración, la hago con fines de orden en mi archivo de estudios antropológicos).

"voy

c
a
y
e
n
d
o
o
o
o
o"

Otro ejemplo, tomado de Vagancias de Joel Calderón Isaías: 3.27.2 (reitero, no se trata del número de algún versículo de la Biblia)

"palabras que se lleva el vi....... en................... too."

¡No es esto una ridiculez!.... perdón, ¿No es esto una ridiculez?

En serio, acá sincerándonos, ¿no es una mamada romántica tratar de imponer a la escritura características que poseía en culturas del pasado, como la egipcia que utilizaban los jeroglíficos, o la náhuatl, más gráfica aún, u otras que mediante dibugrafos simbolizaban ideas abastractas?

¿No es aún más reaccionario pretender calificar semejantes mamadas pseudopoéticas como sesgos innovadores, ocurrencias vanguardistas o reparos modernistas?

Me llaman la atención aquello/as poetillas de mediados del siglo XX, Octavio Paz included, que fabricaban "poemas" en espiral, en forma de corazón (obvio, para representar ideas relativas al amor), y formas que buscaban en la "forma" alguna representación de lo novedoso. Juar, juar, juar, juar. Permítanme que me ría. Ya los minoicos habían ensayado las formas espirales de escritura, no se cuántos siglos antes de Cristo (que por cierto no pegaron). ¿On tá la novedad, pues?

Esto me lleva a reconsiderar lo que ya he dicho antes. En materia de poesía (y en el resto de las artes), los románticos, en todas sus presentaciones, incluída la tamaño XL, han sido los tontos útiles al servicio de la mediatización. Los mejores exponentes del arte comercial que se adquiere a precios exorbitantes en Shoteby's, o, como el Ché Guevara cuya imagen sombreada se vende en cualquier tianguis de Occidente en camisetas de colores a 5 dólares (si es de algodón sanforizado).

¿Por qué permitiste esto, Dios mío? Las vanguardias al servicio del capitalismo al que se suponían opuestas. Al inducir de forma masiva la irracionalidad entre las masas (y entre los críticos de arte), tipos como Picasso, Van Gogh, Huidobro, Sartré o Stravinsky, han favorecido más a los alienadores de masas que todos los alcances contraculturales que pudieran haber concebido Lukacs o Brecht.

Así está la cosa. La poesía modernista apesta, con todo y el término modernista.

("Humphrey, ¿por qué siempre te pones demasiado serio cuando abordas este tema?" -Porque con chistes no entiendes, pendejo-.)

lunes, diciembre 08, 2003

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LA AVENTURA DEL TROMPUDO

Me llevé unos tostitos y una coca ligth para el camino, al fin y al cabo son nomás 130 kilómetros, pero, oh sorpresa, al llegar a abordar el autobús en el campus nos percatamos que en lugar del "turismo cinco estrellas" que nos prometieron se encontraba el paladín de viejas batallas del camino, un camioncito mejor conocido por los universitarios como el trompudo . Su simpático diseño no lo distancia mucho de los multirrutas urbanos que han ganado a pulso la fama de ser atropelladores de ancianos y tackleadores de semáforos y postes de la luz.

Bien, el trompudo es un vehículo que en E.U. no pasaría la norma ni para transporte del servicio antirrábico, pero ya envalentonados y con la presión de nuestros compromisos encima, nos subimos envueltos en una nube de resignación. De ida no hubo bronca pues había solecito y mucho ánimo. Pero de regreso, a eso de las diez de la noche, comprobamos que al trompudo le entra aire hasta por la antena y que el aire frío de la costa no es benéfico para los cantantes después de una actuación. Resultado, la socia y yo recaímos en aquel catarro que hace dos semanas nos traía fintos.

Entrando en materia, el concierto en Guaymas estuvo bastante respetable. La primera parte: música litúrgica de Mozart, Franck y Haendel, luego solistas y coro de Nabuco de Verdi. La segunda parte, solistas; yo canté un dueto de la zarzuela María Fernanda con la socia (nutridos aplausos acá modestamente), ya saben, el aplauso es el alimento del artista aunque los burros de machaca que dieron de cena me hicieron olvidar los aplausos. La maestra Marybel F. se discutió con O mío babino caro que le salió de peluche (¿qué dije?). Mis ahijados Tito y Marcela (recién casados) cantaron dos duetos zarzuelescos bien plantados. Enseguida otros templados cantando y luego dos coros con solistas de Elixir de Amor (la socia se discutió en el papel de Gianetta) que causaron disturbios en el sistema parasimpático de los oyentes. Llegamos a las 12 de medianoche. Esto fue el domingo.

Saliendo de la materia, con todo y el catarro tuvimos un ensayo hace un par de horas. Fue montaje escénico del primer acto de Elixir de amor de Donizetti que pondremos en escena el sábado próximo en una Gala de Ópera que ya está casi lista. Yo ando así como si me hubiera sacado 100 en matemáticas porque, adicionalmente, voy a cantar el cuarteto de Rigoletto, mi cuarteto vocal favorito que ya me aprendí de memoria (ven, a veces me olvido de mi alzheimer) y con un ensayito más ya queda. La otra cosa que voy a dejarme caer es Core 'ngrato, rolita que le compusieron a Caruso por allá hace 100 años y que no deja de tener sus riesgos. El teacher Briano fue quien me hizo cantar esa napolitana hace ya un resto de lustros allá en la ciudad de los referéndumes y las megamanifestaciones.

Bueno, como el catarro no me deja concentrarme, mejor aquí le corto y regreso cuando recupere mi sentido del humor. Feliz semana, les manda saludos mi marciano favorito que levemente está por terminar la versión número cinco de la carta a Santoclós (corregida y demasiado aumentada). (Edgar R: ¿qué le digo? ¿la neta?).

domingo, diciembre 07, 2003

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EMILIANA NO ERA MISÓGINA

Cantar acompañado de una orquesta más o menos capaz fragmentos del Mesías de Haendel, del Gloria de Vivaldi y composiciones litúrgicas de Mozart es algo que yo haría sin cobrar ni un cinco. Sin embargo, cuando se logran conjuntar viente voces con veinte instrumentistas significa que existe una lana de por medio. Y es que los músicos, por exótico que parezca, también comen y requieren de lanilla para sus chicles. Me refireo a los músicos no convencionales, es decir, a aquellos que sí saben música, los que alguna vez se desvelaron estudiando el valor de las notas y el abc de la armonía, que saben leer pentagramas y seguir un compás de reojo.

Bien, no la voy a hacer mucho de pedo: cantamos en la misa de una boda ricachona en la puritita catedral de Beatyfulville. En el papel de devotos creyentes había exgobernadores, empresarios globalizados, señoras filantrópicas y jóvenes de la Ibero (uno de ellos se parecía un resto a Johnny Bravo). El arzobispo pastoreaba todo este rebaño por los caminos del bien y asegún los cánones aplanados de la ortodoxia.

Los organizadores del bodorrio traían a todos cortitos; hasta los fotógrafos andaban de traje y qué decir de nosotros que nos entacuchamos así como si fuésemos a una cena con la familia materna de Octavio Paz. Ah, y el chisme del día: la mamita de la novia dispuso de la catedral desde temprana hora a fin de ajuarear el templo como merecía la ocasión, con festones de flores naturales en cada pilar del templo cuyo aroma impregnaba hasta la tuba de la orquesta. No había yo visto arreglos semejantes desde que Mario Puzo organizó el sepelio de Don Corleone. Y no digo más.

Bueno, diré algo más. Resulta que la señora mamá de la novia se topó con el problemita de que había otras tres bodas en el mismo recito, a diferente hora, y pues eso le dificultaba la titánica tarea ornamental que se traía entre ojos, así que, pa no hacer el caldo largo, les propuso a las parejitas comprometidas que les pagaba el viaje de bodas a Acapulco, desayuno continental incluído, a condición de que se buscaran un templo más modestito. Aquellas parejas, imagino, se miraron los ojitos con aire de que una hada madrina les hablaba quedito, y, ni tardías ni perezosas, aceptaron el viajecito y se cambiaron con todo su tinglado a capillas que sufren de problemas de diseño y acabados, pero que comparten niveles de devoción clasificación A (para toda la familia). Asunto arreglado, Dios ni se fijará en esos detallitos insignificantes y las parejas de novios desplazados pues tendrán material para contar a sus allegados que la luna de miel fue fantástica. Y es que no hay luna de miel mala, excepto aquella donde una feminista lucha por la supremacía creyendo que quien está arriba es quien domina la situación, y, pues no, el (la) que está arriba es el (la) que tiene la responsabilidad (Echeverría dixit).

Bueno, todos estos detalles se me olvidan en cuanto me enfundo mi disfraz de tenor y canto cosas como el Aleluya de Haendel. Disculpen, hay mucha raza que no entiende qué demonios estamos cantando y nomás empiezan a pelar los ojotes en plena misa con cara de "Ah, cabrón". Lo que juzgo aburrido, porque también podrían poner cara de "Ay, wey".

Acá en Beautyfulville vivió una compositora española (vanguardista y resistente -es decir, que simpatizaba con la resistencia antifranquista y que cayó por acá junto con la runfla de León Felipe-) que fue directora del coro de la Uni al que pertenezco; bueno pues esta mujer era lo contrario de misógina, odiaba plenamente al género masculino (mas culino que antes) con un amplitud modulada (am), todo por la mala obra que le hizo un pelado de esos que ven atributos en cualquier individua con más de 40 kilogramos de peso; el bato la dejó y ella decidió que jamás volvería a permitir que Cupido le ensartara nada.

Bueno, pues Emiliana, que así se llamaba la españolita ya fallecida, compuso una misa para coro (a capella), de la que nos fusilamos unas partecitas y que cantamos en la boda ricachona. A mí en lo personal me parece de lo más aburrido la composición esa, y de no ser porque la paga no era para nada despreciable, simplemente me niego a cantar incluso el Señor Ten Piedad de la Emily. Pero, viendo que ya las parejas novieras desplazadas habían puesto su parte y habían demostrado que el orgullo es un don de los pendejos, pues yo también me hice ojo de hormiga y canté el desliz de Emiliana con ímpetu monástico. Todo salió bien.

Al salir, la envidia me dio una patada en los güevos: afuera de la catedral estaba un Altima nuevecito color dorado caribeño -regalito sorpresa- esperando a los recién casados; o sea, no nomás era la lluvia de arroz la que esperaba en el frontispicio catedrálico, por cierto, obra de la orden jesuita, que se esmeraba en hacer de lo ecléctico su estilo característico, estilito que al parecer no le cuadraba mayor cosa a Carlos III que mandó a la orden a chingar a su madre.

Ok. pues aquí le corto, no sin avisar que mañana parto al puerto de Guaymas a cantar otro repertorio que no tiene nada que ver con Aves Vérumen ni Panis Angélicus, sino con artes más mundanos, operísticos y zarzuelescos. Luego les cuento....

(Ay güey, ya es domingo....)

jueves, diciembre 04, 2003

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ALEGORÍAS

Me han pedido que opine sobre las críticas que manan del vertedero cretinoso del Charquito acerca de los textos que han aparecido en una publicación de nombre La Línea. Esta solicitud me introduce en uno de mis bosques favoritos: el bosque lluvioso del desierto. Voy a abundar sobre el tema.

El bosque lluvioso del desierto es un sitio que muy pocos mortales (me refiero a los mortales vivos porque muchos mortales ya fallecidos -como Verne- ni siquiera imaginaron este ambiente) han visitado, en parte, porque es una categoría geoparentética que apenas hoy he creado. En principio aseguro que quienes han conocido ese lugar son individuos que apenas (¿no hay un sinónimo de apenas?) estoy por crear, y porque ese reino me pertence por entero y quienes ahí habiten serán propiedad de mi copyright personal (si ustedes han empezado a elucubrar con esta idea, sugiero que se esperen, o bien, que creen su propia historia y salgan inmediatamente de mi bosque lluvioso del desierto).

Siguiendo este orden de ideas, observo que quienes prometieron que yo recibiría copias de La Línea (recuerden que yo nací a escasos 50 metros de la línea divisoria México-EU, lo que me convierte en un "liniero" por antonomasia) eludieron su promesa. (También estoy esperando que la Hoja Frugal (viene de otra línea) llegue a mi domicilio sin que eso ocurra).

Lo confieso: no conozco La Línea. De sus autoras, conozco a Amaranta Caballero gracias a su blog (que visito con frecuencia necia) y a un delicioso intercambio epistolar que juzgo por su honestidad. A Ektor Henrique Martínez, crítico autor de El Charquito, lo leo a pesar de su poca consideración por el concepto horas/hombre, y lo conozco merced a un intercambio epistolar de tres renglones.

La crítica de Martínez a las autoras de La Línea me parece excesiva en tanto que yo no utilizaría una retroexcavadora para hacer los hoyitos con los que se juega a las canicas al juego de los hoyitos, valga la redundancia. Por ora parte, la respuesta de las autoras de La Línea (de algunas) a las críticas chaquenses me parece natural, si bien ausente de humor y atrincherada en una poco efectiva Línea Maginot.

Tons qué: facilísimo: el bosque lluvioso del desierto es eso: desierto relleno de puntos y seguidos: las formas anteceden a las ideas: las vanguardias lamentan lo sucedido (no era su intención): el bosque lluvioso desaparece: el desierto permanece.

¿Qué horas son?
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SIN TÍTULO

La poesía de José Emilio Pacheco ha sido muy criticada. Quiero decir: ha sido muy comentada. Yo no se nada de poesía, excepto lo que he aprendido de aquellos críticos que hablan de poesía y, claro, de leer un poco de poesía clásica inglesa, alemana e italiana.

He leído obras de poetas extranjeros (extranjeros del español) y al pronunciar esto me viene a la memoria que mañana tengo examen de Fonética, lo que de forma instantánea reduce mis ímpetus análíticos sobre el tema que al principio planteé. Ahora pienso en lo impredecible que puede ser el comportamiento del pensamiento y en cómo estos temas pueden despertar interés en los lectores (temas como el cambiar de tema a la hora de estar pensando: inexplicable en serio).

Como estos cambios de fase son, digamos, misteriosos, llaman la atención porque se suceden cotidiana y reiteradamente y se rev(B)elan como una forma obstinada de proceder de nuestro pensamiento. Cuántas veces ocurre que están ustedes hablando con su interlocutor sobre tal o cual asunto y, de pronto, les cae una idea del tercer piso y los descalabra suavemente, de tal forma que cambian el curso de su charla y se introducen en un universo totalmente distinto del que originalmente gravitaban como aquellos peces que han sido sustraídos de su ambiente natural y han sido insertos en una pecera de ornato.

Eso, eso, digo yo, es lo misterioso.

Y absurdo, absurdo aparezco yo, tratando de desentrañar un asunto tan cotidiano como sencillo, tan banal como persistente. (¿Qué estaba diciendo?....) Ah, sí, que José Emilio Pacheco es un grafómano incurable, que ha publicado más artículos literarios en medios informativos que ningún otro escritor mexicano. Su sola presencia abate la sombra de su talento. Abrevia su obra poética mis opiniones y dejo para mejor ocasión un comentario menos apático de su producción.

Aquí sólo le guardo homenaje con uno de sus más conocidos poemas:


ALTA TRAICIÓN

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
—y tres o cuatro ríos.

No me preguntes cómo pasa el tiempo, 1969

Luego le seguimos.



martes, diciembre 02, 2003

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PREGUNTA

Oye, ¿no tiene letra capitular esta madre?
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DIAS PARA GUARDAR

Lunes. 8 am. Salgo a toda velocidad a la Uni. Llegué safe a primera. Literatura española porque Filosofía ya pasó, era a las 7. Poema de Fray Luis de León. Místico sin instrucciones para armar.

Lunes 8:40 am. Deserto. Regreso a casa con fuerte dolor abdominal y síntomas aleatorios que convienen únicamente a empresas papeleras. estoy tirado en cama dos horas, luego regreso al combate pero con mala fortuna, la guerra entró en un break.

Lunes, 2 am. Aterrizamos en Beautyfulville. Conduje 9 horas seguidas. Sentía que mi cuerpo era el abandonado alambique de una destilería clandestina. Mis metatarsos y mis lumbares entonaban un doliente coro de quejas. Dejamos el equipaje en el auto y fuimos a dormir inmediatamente.

Lunes, 3 am. comienzan varios viajes de circunnavegación al baño. Algo anda mal más allá del píloro.

Domingo, 3 pm. Los hijos y los yernos bajan el ataúd de la carroza. Hay tierra mojada alrededor del agujero. También hay una cruz con un nombre en letras azules. Hay lágrimas y descontrol. Luego flores, música de banda y las palabras de un tío que no puede continaur. Cae la tarde sobre el panteón desértico. Hace frío. Una familia se dispersa en todas direcciones. Mañana te llamo. Adiós. Repórtense. Tomamos la carretera cuando la noche abre su hocico de estrellas.

Martes, 8 am. Acabamos con Fray Luis de León y también discutimos por qué terminó la era de la novela de folletín, otro dinosaurio.

Martes 10 am. Franco, que ya no sorprende a nadie con el escuálido mechón de cabellos que le llega a la espalda, despierta a todos alegando que "Muero porque no muero" de Santa Teresita es una oda a la masturbación (qué nuevas). Creo que la maestra le va a poner un ocho. Alguien preguntó si Franco no tenía también un mechón de cabellos en la mano. No entendí.

Demasiadas emociones en unos cuantos días.

sábado, noviembre 29, 2003

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REQUIEM PARA EL AFUERISMO

A veces las banderas del placer ondean a media asta.

Meto el acelerador de la resignación cada 28 días.

Una tras otra aglutinan pretextos las olas de tus mares. Hueles a sal yodatada.

Guardo en mi cartera una foto de tu recuerdo, en la foto aparece mi corbata.

El suave rumor de tu aliento se estrella contra mi último adiós.

Al fin una pulmonía mató a Kafka.

Sobre el velero de mis sueños vaga absorto tu desdén.

Contra mi voluntad, enarbolo un escudo de nostalgias.

Amargo el sabor del amago. (Remember Saramago).

Roza el ruido de una bala el laberinto de mi oído, te marchas.

Agudizo mis sentidos ante el rayo traicionero del halago.



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SOBRE LA AMBIGÜEDAD DE LOS PRONOMBRES

Me niego a aceptar la tutela. Ustedes recordarán que cuando se sienten culpables irremediablemente piensan en su mamá. "Perdóname mamá, perdóname". Cuando me siento culpable, yo también pienso en su mamá.

viernes, noviembre 28, 2003

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MALAS NOTICIAS

Salimos de viaje ahora mismo, sin planearlo. Falleció mi concuño de un mal incurable. Lo alcanzó la muerte antes que a nosotros. Vamos a despedirlo. Nos veremos el lunes.

jueves, noviembre 27, 2003

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AMENAZAS

Solidaridad con Eterno Retorno, aka Daniel Salinas. El oficio de picateclados tiene sus riesgos. Vean el post del 25 de noviembre.

miércoles, noviembre 26, 2003

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MAÑANA HAY CLASES

Volví a ganar en el billar. Es todo. Voy llegando. A quien le importa. Está a punto de finalizar el semestre. Los maestros ya se mueren por irse de vacaciones. Yo también. Poe no era lo que tú crees. Un cuate se siente con derechos a censurar los blogs e imponer reglas. Yo no creo en esas reglas. Prefiero los compases. También los de música, especialmente el de 3/4. Hoy canté un dueto de zarzuela en un evento del INEGI. No pagaron. Lo hice por gusto. El gusto es algo extraño. Lo extraño pone nerviosos a algunos. Algunos creen que con nuevas reglas van a detener la euforia. La euforia es una forma de vida. La vida se expresa por su cuenta. Cuenta con sus propias reglas. Las reglas existen a pesar de nosotros. Somos tontos. Deseamos creer que nosotros inventamos las reglas. Estupidez total. Igual que las vanguardias. Las vanguardias crearon nuevos cánones pensando que rompían con las reglas. Sólo crearon nuevas reglas, pero artificiales. El experimento fracasó. Como la contracultura. Fue un espejismo. Los hippies han venido muriendo de cáncer. También George Harrison. Lennon murió de cáncer en el cerebro de su ejecutor. ¿Ven? el cancér es terrible. El feminismo es una enfermedad de los 80s. Ya caducó. Igual que el dengue, aparece de nuevo. Existe, a pesar de ser parodia. Las parodias son imagen desgastada de la realidad. La realidad es una. Nosotros pensamos que son muchas. Idiotas. Por ejemplo: Poe vive.

martes, noviembre 25, 2003

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TRANSDIARIO

Eran como las 10:30 de la mañana, la vi por primera vez esa vez, se había casado hacía poco. Por esos días acababa de nacer mi primogénita y vivíamos en un segundo piso en la colonia Cuauhtémoc. Un par de días antes me asusté mucho porque mi niña padeció convulsiones febriles y eso me recordó imágenes que hubiera deseado haber olvidado, ya no, ahora ya no me asustan. Esas imágenes son las de mi mamá contorsionándose por la epilepsia que padecía. Su padecimiento venía desde la infancia y mi gran temor era que mi hija hubiese heredado la enfermedad. Pero no fue así. A veces es fácil confundir esos padecimientos, pero son cosas diferentes.

Después de que la ví por primera vez me di a la tarea de ignorarla pero después caí en cuenta de que no soy bueno ignorando cosas. Hay cosas que pasan enfrente de uno y se quedan, pero a veces, pasan cosas que se quedan en uno sin que nos demos cuenta. Nos damos cuenta después, cuando esas cosas que aparentemente eran ignoradas, permanecían atadas a nosotros de alguna manera.

No quise ser grosero con ella, pero el día que me di cuenta de que yo tampoco había pasado desapercibido a su atención, me preguntaba si ella era conciente de su situación y, de ser así, si ella había intentado dejarlo pasar, como quien incuba una duda capciosa. Esto puede parecer complicado, pero no lo es. Todo mundo sabe disimular o simular, para el caso es lo mismo. Todos sabemos fingir que no vemos ciertas cosas y las guardamos tras el espejo de la prudencia. Pero los objetos, las circunstancias y sus tentáculos cobran vida propia y nos obligan a detenernos. Y creo que este fue el caso en ambos. Pero ella no se complica la vida. Es, digamos, práctica. Existe una cierta inercia en los sucesos que nubla la voluntad y precipita las cosas. Y las cosas se precipitaron.

Así fue que ocurrió todo. Separaciones, nuevos encuentros. Dolores de cabeza, inadecuaciones. Por entonces tuvo lugar el terremoto de 1985 y eso contribuyó a que las cosas tomaran un rumbo inesperado. Jamás regresaría a la colonia Cuauhtémoc a vivir. Pero eso fue harina de otro costal.

lunes, noviembre 24, 2003

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HE PERDIDO ALGUNOS AMIGOS

Tengo amigos que roban libros. Algunos escriben en blogs. Un amigo que he perdido era (o es, no lo sé de cierto), digamos, un maestro en el arte de sustraer libros de librerías de prestigio (y de otras sin prestigio alguno). Conocía el horario de comida de los dependientes y sabía con toda exactitud que la hora del almuerzo nublaba la vista y el alcance de los empleados. Era esa la hora favorita para tender su red depredadora. CM son las iniciales de este amigo que, entrañable y querido, he perdido sin remedio en el devenir de estos años, lo he extraviado como quien pierde un número telefónico o a un fantasma familiar.

Lo recuerdo con mucho afecto por su ingenio literario desembarazado de la fanfarronería académica y por su recelo de las opiniones sabihondas. Hablaba con soltura del siglo de oro español y conocía al dedillo a los novelistas de principios del siglo xx, pero no era fanfarrón, era más bien humilde a pesar de su erudición (o quizá su erudición radicaba en ser humilde).

Me dicen que actualmente encabeza un ministerio de cultura en uno de esos municipios que se connurban con Monterrey, yo que sé, y guardo la esperanza de encontrármelo.

¿Qué hora es?

domingo, noviembre 23, 2003

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ANDABA DANDO LA VUELTA CON MARIANO

Observen esto, una disculpa caballeresca: camaradas que me leen a veces, ruego a ustedes mis más sinceras disculpas por no haber escrito nada para ustedes en tres días (ay sí, cuánto pesar en la blogósfera porque no has escrito).

Ahora una explicación: sin afán de ser pesado, el problema es que ando a finales de semestre (eso que apenas es noviembre) y pues, tanto los teachers como yo ya nos morimos por bajar la cortina y lanzarnos al maremágnum decembrino. Pero antes, pues está la entrega de trabajos. Hoy me la pase desde la madrugada escribiendo sobre los trucos narrativos de mi novelista mexicano favorito: Don Mariano Azuela, ensayista chingón y crítico pendenciero y jugador. Me gusta mucho cómo se la cura de los literatos y de esos buscachambas que él denomina "criticastros". Los que le han echado un ojo a Los de abajo y se han prendido (no es albur) denle un llegue a La Malhora, La luciérnaga o El camarada Pantoja y díganme si no se las come vivas Don Azuela. Es obvio que se leyó enterito a Joyce o a la maestra Woolf y les copió dos tres cositas, pero no pierde el tonito mexicanote que le caracteriza.

Don Marianito anduvo en la bola y le fue muy bien, las balas nomás no le entraron y aprovechó su condición de médico para hacerse indispensable dondequiera que se metía, luego de ahí agarró un resto de tips para hacer sus narraciones. Así cualquiera, ¿no?.

Pero, pues nosotros somos de otra generación, no queremos la guerra, queremos el amor y por eso nos sales puras narraciones balines. Pérense, pérense no se vayan, es cotorreo. No es cierto, en materia escritural me apego a lo que dice el Bellatin: el que es escritor, es escritor, punto. Pos claro, muchos cabrones también fueron a la Revo y no escribieron ni su epitafio (no tuvieron tiempo). Ahí está: el que es escritor, es escritor.

Esto estaba yo pensando cuando escribía mi ensayo sobre Azuela pero no me cuadraba nada. Finalmente algo salió y viéndolo así objetivamente, le echo un 95 de calificación. Viendo las cosas con el rigor del señor que vende churros, menos de 95 raya en la depresión. Lo bueno es que a mí la depresión me dura lo mismo que un aforismo del Luigi Amara. En serio, no soy depresivo ni nada por el estilo, no tengo tiempo. Pero si se trata de llorar, pues me pongo a buscar algún blog con fondo negro (como el de la erika mergruen) y ya está, leo unos dos-tres post y ya estoy llorando (aclaro que es por el contraste de colores, no por otra cosa). Luego me aliviano y me lanzo al Charquito, en la página 27 del post de hoy empieza a darme sueño y ¡listo!, ni quien se acuerde de la depresión. Por cierto, qué duro le metieron unas poetas camaradas al Éktor Henrique, le dijeron hasta de lo que se iba a morir aún si llegara a reencarnar. A mis amigas les digo que no lo agarren tan en serio, contra aquello que les parezca machista o sexista, lo mejor son unas bocanadas de humor y unos chistes guajoloteros. (Oye Humphrey, ¿Y ahora de donde saliste consejero de poetas y poetos?, vale más que ni te metas porque también a tí te va a tocar).

Bueno, ya me voy, esto se está prolongando demasiado. Feliz san lunes.

jueves, noviembre 20, 2003

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LA REVOLUCIÓN NOS DA UN RESPIRO

Los 20 de noviembre son días muertos, como la Revolución. El desfile deportivo-militar no alcanza para levantar el ánimo de la gente. Hay un grito de rebeldía en los bolsillos que rechazan las melosas palabras de las estadísticas oficiales sobre el crecimiento. Atiza el gobierno la cultura del ya merito pero la economía no alcanza a prender motores y Fox le apuesta su resto a la reforma eléctrica. Mientras esta se aprueba, el presidente le fundió los fusibles al embajador en la ONU, Adolfo Aguilar Zinser quien a partir del 1 de enero tendrá que consultar el aviso económico en busca de chamba. La globalización viene marcando el paso imponiendo Wal-marts y Home depots a su paso. En Beautyfulville la instalación de una nueva planta de la Ford se ve como la gran panacea al entrampamiento económico, laboral y poblacional que viene ahorcando al estado. La ciudad se dispone a absorber, sólo por efecto directo de la planta Ford, 27 mil nuevos moradores.

Rotos los sueños de convertirnos en un país industrial, el gobierno y los empresarios aplauden la inversión extranjera, es decir, la gringa, en materia de maquiladoras y grandes galerones comerciales, como si fuese un destino manifiesto. Me extraña que no veamos aún en el desfile del 20 de noviembre carros alegóricos de Mc Donald's y KFC, que forman parte ya de nuestra mexicanidad.

La búsqueda de nuestros intelectuales de la identidad nacional, la mexicanidad famosa, se ha extraviado entre la diletancia filosófica y el amor al dinero. Nadie quiere soltar su teta, y los intelectuales son parte fundamental del sistema, son los que le dan justificación. Su interpretación de nuestra realidad no alcanza a explicar los sinsentidos electorales, la abulia generalizada y la ausencia de la estrella polar en el horizonte. La vida intelectual de México se ha convertido en un amasijo de complicidades, el gobierno, la comunidad "pensante" y los medios informativos predominantes se reparten la luz de los reflectores.

Por eso el 20 de noviembre se ha convertido en ocasión idónea para estrenar tenis, armar puentes escolares y buscar un cachito de ficticia felicidad en la ausencia de actividad laboral. La Revolución Mexicana al menos nos ha dado eso, un día de descanso.