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SALDOS DE DOMINGO
SALDOS DE DOMINGO
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___Si ver el vino blanco me produce dolor de cabeza, tomarlo me induce a la jaqueca. Me quedo con el tinto y si tiene que ser barato que por lo menos sea chileno. Eso decía yo anoche en medio de una cena de cumpleaños cuando un amigo interrumpió con algo que traía muy dentro: "la ventaja de padecer eyaculación precoz es que resulta una manera muy cómoda de desahacerte de compañeras indeseables". "Además, inmediata", le respondió la del cumpleaños dejando una secuela de carcajadas. Yo pensé que la frase de mi amigo podría ser un excelente epígrafe para un libro de cuentos para niños que ahora elaboro, pero me conformé con intentar poner el comentario en la balanza junto con otro que también se dijo ahí: "claro que existe algo mejor que la lectura, el sexo", pero no quise entrar en digresiones, además la música del karaoke no permitía concentrarse en comparaciones tan profundas.
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___Como sea, aquel par de sentencias desataron una catarata de alegatos y teorías sobre íconos, mitos y prejuicios que hicieron de excelente sobremesa luego de haber librado batalla campal con una triglicérica y humeante olla de pozole. Había también bacanora y es posible que eso fuera el detonador de ocurrencias tan gentiles como la de quien propuso que se cambiara el tradicional juego de manos "piedra, papel o tijera" por "sexo, papel o trasero". Qué modalidad superaría a cuál otra se deja a criterio del lector porque la discusión que despertó la propuesta llevó a aporías que no vale la pena enunciar aquí; por lo demás, resulta obvio señalar que las icónicas posiciones manuales del juego cambiaban también (por otras que también conviene dejar a la imaginación).
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___Era este el tono de la charla con un sabroso transfondo musical que iba y venía de José José hasta Alejandro Sanz, pasando por la Leona Dormida, los Panchos y el grupo Pandora, cuando me percaté de que el vino tinto había exhalado y que sobresalían flamantes cinco botellas de vino del Rhin. Recordé la última vez que mezclé ambas variedades de estos espirituosos y sobrevino en mi memoria una curiosa imagen conformada por alka-seltzer, un birbiquí y la música aquella de "Tengo una banda dominguera..." Así que me contuve y busqué entretenerme uniéndome a mis compañeros que, inspirados por el pozole y el chiltepín, cantaban Granada a todo meter. Cuando llegamos a la parte esa de "tu tierra está llena de lindas mujeres" vi de soslayo las botellas ambarinas sin prestarles mayor atención, pese a la coquetería que ahora adoptaban. Llegó después Leo Dan y el Divo de Juárez; estoicamente me esforzaba por hacer segunda voz a Amor Eterno cuando ocurrió algo que fue después se convertiría en la puntilla de aquella noche: llenaron mi copa de vino blanco.
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___Entonces aparecieron los brindis y los hubo hasta por la sanidad mental de la República y sus aconteceres fiscales; por la amistad refrendada en aquella noche tibia de Ipacaraí; porque los cumpleaños fuesen cada seis meses; porque la tradición de la comida mexicana sea comida obligada de la aldea global y porque "sexo, papel o trasero" no se olvide nunca. En fin, amable lector, al término de la pachanga sólo atinábamos a decir ¡salud! y ya para despedirnos, sólo "¡salú!"
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___El regreso debe haber sido exitoso porque yo no recuerdo mas que un intenso chillido que me despertó a las nueve de la mañana. Ese ultrasónico pitido no lo escuchaba desde aquella vez en mi adolescencia que recibí un soberbio balonazo en el oído. El sonido que duró entonces quince días, regresaba ahora acompañado de otros síntomas que prefiero no recordar ahora. El caso es que tomé el mapa que guardo en el buró para estos casos y pude, gracias a Dios, llegar al baño antes de que fuera demasiado tarde.
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___Para ahorrar espacio diré únicamente que a las 11 de la mañana, cuando comenzaba la sesión matutina de la Liguilla, mi cuerpo era un objeto inanimado atacado por un virus de computadora que borraba sin piedad los pocos megabytes que sobrevivieron. Mientras tanto, el chillido continuaba como un recordatorio de que uno no debe echar en saco roto los consejos de los mayores y que pasados los cincuenta las resacas llegan con toda la experiencia del mundo.
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___¿Qué dije?
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___Si ver el vino blanco me produce dolor de cabeza, tomarlo me induce a la jaqueca. Me quedo con el tinto y si tiene que ser barato que por lo menos sea chileno. Eso decía yo anoche en medio de una cena de cumpleaños cuando un amigo interrumpió con algo que traía muy dentro: "la ventaja de padecer eyaculación precoz es que resulta una manera muy cómoda de desahacerte de compañeras indeseables". "Además, inmediata", le respondió la del cumpleaños dejando una secuela de carcajadas. Yo pensé que la frase de mi amigo podría ser un excelente epígrafe para un libro de cuentos para niños que ahora elaboro, pero me conformé con intentar poner el comentario en la balanza junto con otro que también se dijo ahí: "claro que existe algo mejor que la lectura, el sexo", pero no quise entrar en digresiones, además la música del karaoke no permitía concentrarse en comparaciones tan profundas.
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___Como sea, aquel par de sentencias desataron una catarata de alegatos y teorías sobre íconos, mitos y prejuicios que hicieron de excelente sobremesa luego de haber librado batalla campal con una triglicérica y humeante olla de pozole. Había también bacanora y es posible que eso fuera el detonador de ocurrencias tan gentiles como la de quien propuso que se cambiara el tradicional juego de manos "piedra, papel o tijera" por "sexo, papel o trasero". Qué modalidad superaría a cuál otra se deja a criterio del lector porque la discusión que despertó la propuesta llevó a aporías que no vale la pena enunciar aquí; por lo demás, resulta obvio señalar que las icónicas posiciones manuales del juego cambiaban también (por otras que también conviene dejar a la imaginación).
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___Era este el tono de la charla con un sabroso transfondo musical que iba y venía de José José hasta Alejandro Sanz, pasando por la Leona Dormida, los Panchos y el grupo Pandora, cuando me percaté de que el vino tinto había exhalado y que sobresalían flamantes cinco botellas de vino del Rhin. Recordé la última vez que mezclé ambas variedades de estos espirituosos y sobrevino en mi memoria una curiosa imagen conformada por alka-seltzer, un birbiquí y la música aquella de "Tengo una banda dominguera..." Así que me contuve y busqué entretenerme uniéndome a mis compañeros que, inspirados por el pozole y el chiltepín, cantaban Granada a todo meter. Cuando llegamos a la parte esa de "tu tierra está llena de lindas mujeres" vi de soslayo las botellas ambarinas sin prestarles mayor atención, pese a la coquetería que ahora adoptaban. Llegó después Leo Dan y el Divo de Juárez; estoicamente me esforzaba por hacer segunda voz a Amor Eterno cuando ocurrió algo que fue después se convertiría en la puntilla de aquella noche: llenaron mi copa de vino blanco.
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___Entonces aparecieron los brindis y los hubo hasta por la sanidad mental de la República y sus aconteceres fiscales; por la amistad refrendada en aquella noche tibia de Ipacaraí; porque los cumpleaños fuesen cada seis meses; porque la tradición de la comida mexicana sea comida obligada de la aldea global y porque "sexo, papel o trasero" no se olvide nunca. En fin, amable lector, al término de la pachanga sólo atinábamos a decir ¡salud! y ya para despedirnos, sólo "¡salú!"
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___El regreso debe haber sido exitoso porque yo no recuerdo mas que un intenso chillido que me despertó a las nueve de la mañana. Ese ultrasónico pitido no lo escuchaba desde aquella vez en mi adolescencia que recibí un soberbio balonazo en el oído. El sonido que duró entonces quince días, regresaba ahora acompañado de otros síntomas que prefiero no recordar ahora. El caso es que tomé el mapa que guardo en el buró para estos casos y pude, gracias a Dios, llegar al baño antes de que fuera demasiado tarde.
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___Para ahorrar espacio diré únicamente que a las 11 de la mañana, cuando comenzaba la sesión matutina de la Liguilla, mi cuerpo era un objeto inanimado atacado por un virus de computadora que borraba sin piedad los pocos megabytes que sobrevivieron. Mientras tanto, el chillido continuaba como un recordatorio de que uno no debe echar en saco roto los consejos de los mayores y que pasados los cincuenta las resacas llegan con toda la experiencia del mundo.
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___¿Qué dije?
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1 comentario:
la nota de periodico esta fenomenal, me he reido de lo mas agusto.
los festejos y los cumpleaños siempre acompañados de vino se disfrutan y se lamentan siempre a la mañana siguiente, cabo de tener una experiencia reciente.
saludos
"buenisimo relato"
Veronica
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