EL PRÍNCIPE Y LA VOZ CANTADA
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___A mí José José no me convencía, quizá porque en la época en que se puso de moda andaba yo abstraído con el rock y con la música de protesta. Lo romántico me rebotaba pero de todas formas atraía mi atención la forma en que componía Rafael Pérez Botija para el entonces "príncipe de la canción". Algunos años después, cuando José José no bajaba del top ten, lo que coincidió también con un período en que tomé clases intensivas de canto en una academia semiescondida de la colonia Santa María la Rivera, en el D.F., comencé a notar un aspecto de su estilo que me chocaba: esa manía por jugar con las notas largas de los finales, emitiéndolas primero sin brillo y sosteniéndolas para, finalmente, hacerlas vibrar antes de terminar. Este truco crea una sensación de suspenso en el oyente que se resuelve cuando la nota alcanza a colocarse correctamente en el final final. No vayas a suponer que era éste el único deliz vocal del cantante, pero ejemplifica las consecuencias de los desarreglos vocales en que si incurre en la búsqueda de un estilo "propio".
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___El problema es que este truco se logra a costa de forzar inadecuadamente las cuerdas vocales, es decir, se las controla para conseguir que dicha nota salga "lisa" por un cierto período antes de emitirla franca y con el debido vibrato. Cuando aprendí el abc de la impostación de la voz terminé por convencerme de que José José acabaría perdiendo la voz. El tiempo me dio la razón, aunque algunos, quizá él mismo, supongan que la desgracia sobrevino por la vida de excesos y alcohol que vivió el cantante. "Qué triste fue decirnos adiós".
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____Otros cantantes con menores facultades como Lola Beltrán, Lucha Villa, Julio Iglesias, Leo Dan o Diango, o las voces de Los Tigres del Norte, por citar algunos que podemos juzgar desde el ocaso de sus carreras, sufrieron y sufren graves crisis de afonía o de pérdida definitiva de ciertos registros por problemas lamentables similares.
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___En el mundo de la lírica, los ejemplos más terribles sean quizá los de Giusseppe Di Stéfano y María Callas. Sus meteóricas carreras en los teatros de ópera les hicieron pensar que tenían voces invulnerables; que podían rebasar sus propios límites vocales y eternizarse en la nube de la fama. Sin embargo, la factura que cobra el abandono de la técnica correcta, identificada habitualmente como bel canto, es cuantiosa y, lo peor, llega más temprano que tarde.
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___Hace unos dos o tres años, cuando TV Azteca gestaba "el fenómeno Yahir" en la Academia, y escuchando los notables problemas de Víctor y otros, hice pronósticos funestos sobre sus carreras como cantantes. En el curso de los meses me enteraba que uno tras otro, los académicos eran sometidos a operaciones para erradicar los nódulos de sus cuerdas vocales. Una tragedia. Por entonces escribí en un post que la Academia era "una fábrica de nódulos". Los nódulos son pequeñas protuberancias que se forman en las cuerdas evitando que estas cierren adecuadamente; el efecto que producen es ronquera y afonía, agotamiento e imposibilidad de lograr registros agudos: gallos, les llaman.
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___En uno de los programas de la Academia (tercera o cuarta generación, creo recordar), fui testigo de un problema que sufrió Colette en el escenario. Cantaba una canción que ahuyaba Frank Sinatra: "A mi manera". En aras del rating televisivo y motivada por la ignorancia de sus maestros, Colette, quien acusaba en ese concierto fatal (para ella) problemas con su garganta, exageró en la interpretación y forzó de tal forma su voz que prácticamente parecía que terminaría ahí su carrera. No estoy seguro de que haya sido operada posteriormente pero no me sorprendería. Aún sin haber escuchado el disco que acaba de sacar al mercado, puedo adelantar que perdió ya parte de su registro agudo.
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___La tragedia de la voz en un mercado que exige rápido encumbramiento de grupos y cantantes se multiplica al mismo tiempo que se generaliza el mal gusto y se esfuma todo rastro de técnica. El problema es que el apremio por la inmediatez, la indebida urgencia de los cantantes jóvenes por allegarse el éxito, aún en la enseñanza formal del canto en universidades y academias especializadas, redunda en la malogración de los talentos. Ruego a las alturas que prevalezca la sensatez artística y se considere el canto como una carrera de resistencia, como un marathón al que se accede a costa de un proceso lento de aprendizaje y constante ejercicio.
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___Continuará.
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