sábado, septiembre 26, 2009

LA FAMILIA FUE AL SUPER
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___Siempre creí en la institución celular llamada familia. Fui educado para creer en ella y con el tiempo terminé en el convencimiento de que debía tener una, así que un día comencé con ese proyecto. No me pidan detalles, la cosa es que algo pasó. No sé: algo falló y el resultado, lo que actualmente compone mi familia, se desapartó kilómetros de la mítica idea de armonía, comprensión y empatía que se nos inculcaba en las clases de valores y civismo o en los sermones familiares de Navidad. Ahhhh, la familia.
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___Llegado el momento, la Chica Superpoderosa mayor renunció a ser superheroína (es una bronca salvar al mundo) y se ausentó del hogar un hermoso día de julio con temperatura de 48 grados. Aunque había razones deseables que motivaban su ausencia, su travesía geográfica terminó en los cauces naturales del matrimonio. ¿Por qué huir de la grandiosa idea de formar su propia familia?
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___La enfermedad, como ven, se vuelve hereditaria y muy probablemente resultado de una suerte de predisposición genética: involuntaria e inamovible. En la nueva panorámica de la familia quedó Bellota, la Chica Superpoderosa menor, el Marciano, la socia y quien teclea esto (quien, por cierto, jamás reparó en las implicaciones ocultas del término "familia").
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___Aquello parecería la fórmula perfecta de la familia moderna: dos padres y un vástago de cada género, se cumplía así, sin querer, el sueño clasemediero de tener "la parejita". Sin embargo, amable lector -deja recargarme en este barandal-, semejante paraíso no existía sino en la imaginación desbordada de Carlos Cuauhtémoc Sánchez o en la de algún pastor evangélico frenético.
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___Pasados los quince años, Bellota sacó a relucir ciertas dotes tiránicas y un don de mando que parecían provenir en línea directa de Benito Musolini o del Chapo Guzmán. El mundo debía ponerse a sus pies de modo automático y orbitar todo objeto alrededor de su superpoderosa persona. Las cosas fueron acomodándose de forma que los padres terminamos por convertirnos en una curiosa combinación de taxistas neoyorquinos y Eufrosina, la oscura madre de Memín Pinguín (sin su vocacional inclinación al maltrato infantil -que ahora entiendo mejor-).
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___El Marciano, para quien el concepto de familia pasa primero por el refrigerador (especialmente la sección de embutidos), resultó un formidable aprendiz de la cleopátrica Bellota. Sus deseos serían órdenes que los desaforados padres (es decir, sin fuero) debiéramos satisfacer como si se tratara de decretos presidenciales.
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___Inmutables ante los castigos, orgullosos hasta la médula y propietarios de una personalidad que envidiarían Margaret Tatcher, Agamemnón o Napoleón Gómez Urrutia, los hijos comenzaron a desdeñar todo consejo tutoral y advirtieron que el conocimiento del mundo, la vida y las emociones proviene infaliblemente del chat, el google y MTV. ¿Qué podíamos la Socia y yo alegar en nuestro favor enmedio de la incontestable aldea global a la que nos esforzamos por interpretar?
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___Los padres, fanáticos adoradores del arte en algunas de sus universales manifestaciones (no en todas porque, por ejemplo, el arte de andar en zancos no termina por convencernos), dedicamos las exiguas fuerzas que nos quedan a satisfacer nuestras inclinaciones pasadas de moda: lamúsica y la literatura. Conscientes de que el tiempo disponible para criar hijos viene ahora en pequeñas cápsulas, comenzamos a ceder terreno a los cada vez más desventajosos contratos con los que los marcianos iban minando la convivencia familiar, incuidos el trato interpersonal y las exigencias pecuniarias de tocadas, pachangas, cine y campamentos.
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___De pronto nuestros consejos y sugerencias (en lo que vinieron a trasformarse lo que mis padres llamaban "órdenes") eran menos atendidas que las recetas económicas del ministro Cartens en la Cámara de Diputados. Así, fuimos percatándonos de que la protagonista de Con alma de Hierro era una familia feliz y unida, comparada con la nuestra.
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___El colmo fue el otro día que hicimos algo inusual: padres y marcianos (por obra de algún duende sin oficio ni beneficio) coincidimos en ir juntos a Wal-Mart con la delicada misión de surtir una despensa para la semana.
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___Cuando comenzamos a caminar juntos detrás del carrito del super, por un costado de estantes del pan dulce y los birotes, aquello se me presentaba una entrada secreta al Edén. En el departamento de verduras cada quien tomó lo que mejor le acomoda: la socia llenó en un abrir y cerrar de ojos tres bolsas con tomates, cebollas y chiles serranos; yo me adueñé de media docena de aguacates; el marciano adicionó una gruesa penca de plátanos y la Chica Superpoderosa, atenta siempre a la salud digestiva de la familia, dos bolsas de pasas y un kilo de uvas.
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___Nuestro paso por la sección "Lácteos" fue victoriosa: leche, yougurt, mantequilla, ¡flan! y, desde luego, crema agria y unas sustancias pastosas que nunca me he atrevido a tocar, mucho menos a probar. Todo se deslizaba sobre la alfombra de la armonía. Llegando al departamento de galletas y cereales comenzaron los problemas. Sin percatarme del estado de ánimo de los demás, mis neuronas menos aletargadas comenzaron a ocuparse del involuntario proceso de evaluación de precios (un ejercicio que hoy en día se convierte en deporte nacional); la comparación era retroactiva en el tiempo y se extendía hacia la oferta de otras tiendas departamentales visitadas en fechas recientes.
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___Cuando menos pensé me sentí inmensamente solo. El verso inicial de La Commedia de Dante me quedó como teñido al cuerpo por un sastre:
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___Nel mezzo del cammin di nostra vitami ritrovai per una selva oscuraché la diritta via era smarrita..
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___(Traducido a la vulgata, diríamos: "A mitad del camino de la vida, me encontraba en una selva oscura, ¡tanto me había apartado de la senda!").
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___Dirás que exagero. Pero no.
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___Fue un parpadeo en el estante del puré de tomate El Fuerte cuando me vi
solo, sitiado por miles de productos de las más curiosas marcas y denominaciones (estaban, por ejemplo, los nuevos apachurrables de McCormick, que por cierto están más baratos en Soriana). Saltaban sobre mi soledad cantidades pasmosas de letreritos de ofertas que, de pronto, terminaron por devolverme a la realidad. Me encontraba pues, solo, más solitario que un convaleciente de la A-H1N1.
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___Retrocedí. Quise gritar y llamar a los marcianos, pero mi voz se ahogó en el precio del cereal manzana-canela de Cheerios (que por cierto ahora acapara el monopolio Nestlé); quise correr, pero mis piernas se negaban a obedecer; quise despertar de la pesadilla pero una chica de piernas largas me ofrecía chorizo de pollo frito en un tostito en la entrada del pasillo 9.
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___Busqué la salida pero la luminosidad de Wal-Mart parecía cerrarse en un cañón de Yécora. Mis pasos apantanados se detuvieron entonces junto al anaquel de vinos españoles; dudé en continuar pero mi intuición me ordenaba seguir. Finalmente paré, pero lo hice con tal estrépito que el paquete de salchichas de pollo Fud (la versión alargada) abandonó el carrito. Cuando me agaché a recogerlo ví al Marciano a lo lejos, como un rumor de olas, jugando extasiado con la versión más reciente del videojuego Guitar Hero, versión que por cierto trae una canción de Metállica que detesto. Ahí estaba mi Marciano.
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___Avancé unos pasos más y, ¡Oh, realidad espuria e invasora de nuestras tenues personalidades!, quedé en un pasmo al observar a la Socia en una bacanal de ensoñaciones: Agazapada como las lacias trenzas de la Malinche, parecía enfrascada en torvas deliberaciones con ella misma sobre la consistencia de los tirantes de los sostenes en el departamento de Damas.
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___Más allá, a lo lejos, a lo más lejos, apareción también la Chica Superpoderosa, tirada sobre la blanca superficie de Wal-Mart, leyendo unas ilustradas revistas que no podían ser otras sino las de siempre: las de modas.
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___"¡Murciélagos extraviados, sepultura existencial de los géneros! ¡Amasijo de obviedades, penumbra de las diferencias!" Estos, amable lector, fueron algunos de los epítetos que mi inercial voluntad dejó escapar sobre la contusa flacidez de aquella circunstancia en que mi familia, a mis ojos, se difuminaba.
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___Mi exigua voluntad, he de confesarlo, no tuvo más destino prudente que encaminarse al departamento de "alimento para mascotas". Frente al punible abandono de mis seres inmediatos no quedaba sino aferrarme a la canina figura del "mejor amigo del hombre", mi perro fiel, Nikolás, el labrador que no permite a nadie, sábelo bien, ni siquiera al cartero, acercarse al perímetro contiguo de la reja de mi hogar.
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___Santo Dios de las Buenaventuranzas, dije, agradezco que hayas apartado una última bolsa de croquetas para nuestro querido Niko. Con el celo de una manada, subí la bolsa al carrito del mandado y enfilé, desahuciado ya de toda redención, cegada la oportunidad de unidad familiar, hacia las cajas registradoras, artefactos que significaron mi primera experiencia con la digitalización, muchos años atrás.
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___No te sorprenderá, amable lector, que, por arte de magia, por obra tal vez de mismísimo Satán, aparecieron todos los miembros de la familia con enormes sonrisas. Las sonrisas desde luego no eran gratuitas: traían entre sus manos mercancías que ni por mucho habían sido contempladas en la lista original del mandado.
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___No supe qué hacer. La resignación venía junto a las deflacionadas tarjetas de crédito, dispuestas nuevamente a demostrar su instinto de salvación, su inerte vocación de "úsese en caso de emergencia".
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___Regresamos a casa como si nada. Yo, envuelto en la bandera de los Niños Héroes, esperaba la luz verde del semáforo consciente de haber cumplido con la obligación canónica de proveedor que me fue impuesta desde que escuché las palabras sacerdotales de "Aceptas por esposa...".
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___El resto de la tropa, no sé, se veía feliz, fraguando quizá como conseguir una nueva victoria a la siguiente batalla.
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___Niko nos recibió al pie de la cerca, ladrando, seguro tal vez de que en aquel tropel de lazos familiares habría por lo menos una galleta Ritz que lo premiare.
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7 comentarios:

NayoBlogger dijo...

Que buen post señor Mondaca, que manera de describir a la tipica familia mexicana, asi son todas. (Al menos la mayoria.)

veronica dijo...

Realidad completa de una "visita en familia al super" , me encanto leer las marcas, muy bueno

Ministry of Silly Walks dijo...

Cómo conseguiste que fueran tus hijos contigo al súper?

Alejandra Mondaca / Séptimo Sentido dijo...

Que bueno que ya hiciste público el hecho de que renuncié a mi cargo de superhéroe local!

muajajá!

Manuel dijo...

Una aventura completa...

Beatriz dijo...

¡Qué divertido! (pa' los lectores, pa' ti no tanto).

Saludos!

Unknown dijo...

Excelente realto, señor Mondaca.
Uns pintura exacta de la realidad familiar moderna.

Saludos como siempre.

Salvador