HIPERTENSIÓN NACIONAL

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___La República estuvo hoy al borde del infarto durante los cinco minutos más largos en la biografía de Felipe Calderón. Los comunicadores televisivos decían estar de acuerdo en que los ritos políticos de la pos Revolución deben ir a al baul de los recuerdos, sin embargo, se plegaron a los mejores días del diazordacismo, cuando salía al aire lo que complacía a la Secretaría de Gobernación. Jajaja.

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___Vuelven los viejos ritos de obediencia al "big brother" de Bucareli. Ni la silbatina perredista, ni los descompuestos gestos de los diputados de la oposición pudieron verse en la televisión a la hora de la verdad. Apenas un chorrito de "sí se pudo" pudimos ver. Así es la vida de caprichosa. Así es la democracia: jacarandosa. Ni Salinas se atrevió a hacer eso pues en su tiempo vimos el show completo, cuando los diputados que se ponían máscaras de cerdo y portaban folclóricas pancartas. Ahora no. La amenaza de infarto obligaba a no sacar la soga en casa del ahoracado. Felipe Calderón rindió protesta como marca la Constitución, eso sí, rapidito, apuradito para cumplir el requisito.

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___ Fox con un pie en el estribo y tres relajantes pastillas de Tafil en su sistema nervioso pasó la banda al diputado Zermeño, presidente del circo de pulgas, y éste se deshizo de ella en un parpadeo, se la pasó a Calderón quien en un suspiro se la puso y comenzó a jurar lealtad a la Patria. Luego vino ipso facto el Himno Nacional a cuyo influjo se detienen los corazones y se traba la lengua vituperadora.

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___Una lección. No hay que olvidar que somos un pueblo de ritos, de ceremoniales con incienso y yerbas del campo. No se pueden exorcizar los viejos ritos sin imponer los nuevos. Y los nuevos ritos, amigos, no hemos tenido tiempo de inventarlos.

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