miércoles, julio 25, 2007

A UN AÑO DE LA MUERTE DE ALONSO VIDAL
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___Durante su infancia y adolescencia, mi madre y sus hermanos disfrutaron las inclemencias del frío y las lluvias torrenciales de su natal Nogales, Sonora. Frontera incipiente, en los años 30s sus habitantes eran familias provenientes de la sierra y del interior del país. Algunas, como la de mi madre, se dedicaron a criar ganado y a vender leche y quesos. "La Escondida" se llamaría tiempo después el rancho que fundaron mis bisabuelos en un precioso valle donde ahora se produce con técnicas depuradas ganado de exportación. Tres generaciones después, el año pasado nos reunimos en aquel lugar para celebrar el 90 aniversario de mi tío abuelo menor, acudimos ahí unos 250 descendientes de ese árbol genealógico.
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___Como era costumbre, la familia de mi madre fue numerosa y parte de ella hubo de emigrar de la vida silvestre a la ciudad para desempeñarse en oficios tan distintos como insólitos, hubo en la familia taxistas, enfermeros, comerciantes y hasta mayordomos de circos ambulantes. La familia se dispersaba teniendo como punto de encuentro inevitable el rancho de los bisabuelos, un paraíso de juegos y diversión para mi madre y la enorme camada de primos suyos que de pronto se convirtió en multitud.
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___Un amigo de mi madre y mis tíos, huérfano de padre, compartiría con ellos noches inolvidables al pie de la chimenea escuchando cuentos y comiendo requesón con frijoles y tortillas de harina recién hechas. Así se repetía durante las frecuentes visitas de fin de semana y vacaciones en que el rancho se convertía en un campamento de verano.
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___Muchos años después, aquel amigo, cargado de años y de nostalgias nogalenses me lo contaría emocionado, recordando nombres y circunstancias empañadas por el tiempo. Era el año de 2005, nos encontrábamos en el salón Delta del diario El Imparcial antes de que él fuera llamado al escenario para compartir anécdotas literarias con Mario Arturo Ramos. ¿Eres hijo de Emmita Romero?, me preguntó en un tono de respetuosa familiaridad mientras se reía de mi gesto de sorpresa.
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___Aunque habíamos coincidido con anterioridad en encuentros de literatura y presentaciones de libros, no habíamos conversado sobre ese lugar común del pasado que él guardaba en algún relicario de su memoria y que me hizo recordar mis propias visitas al rancho durante mis años mozos. Fluyendo con la calidez campechana y amena de su hablar, aquel hombre mencionaba nombres de parientes y lugares que yo identificaba animadamente en una conversación que interrumpió el periodista Martín Contreras cuando tomó el micrófono para anunciar el programa de esa noche de las "Charlas de verano" de El Imparcial.
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___Volví a verlo en su casa algunas semanas después, fui a obsequiarle un ejemplar de Relatos de ocio y charlamos tanto como le permitieron sus achaques; su afabilidad y afecto, sin embargo, prevalecían a las dificultades de su edad y al látigo lastimoso de la enfermedad. Fue la última vez que lo vi.
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___Al año siguiente, en la víspera del encuentro de escritores "Horas de Junio", se anunció su muerte. Un paro cardíaco había terminado con la vida de aquel amigo, poeta y promotor cultural cuyo nombre lleva ahora la tradicional Plaza Zaragoza del centro de la ciudad.
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___Cumplimos ya un año sin nuestro bienamado poeta: descanse en paz Alonso Vidal.

2 comentarios:

Blas Barajas, escritor dijo...

órale, llevaré mi ejemplar de relatos de ocio a la escuela para ver si consigo una firma de usted.

Oye, ando alborotando gente para hacer una fiesta de bienvenida con todo la raza de la escuela, desde los de primero hasta lo del maestria, cómo la ves, espero contar con su persona. Después daremos más informes. Saludoxxx

Sabes que conmigo no dijo...

hola nacho
qué rápido pasa el tiempo
y en menos de lo que pensamos ya estamos muertos
pero me calma pensar que (como me dijiste una vez) ni cuenta me voy a dar cuando me muera. ojalá sea como tú dices

felices vacaciones