miércoles, mayo 27, 2009

EPISODIOS NACIONALES
(donde la Nación no participa)
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___Mientras determino seguir contando historias sin mucho maquillaje, pienso en lo inútil de creer que uno escribirá acerca de cosas transcendentales, cuando lo único que quedara, si es que queda algo, es la forma en que se cuentan las cosas.
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___Ayer temprano mi hígado se puso como si padeciera de hepatitis C, todo por un coraje. Mi Marciano, quien padece de alergia a la disciplina, dijo a medio camino: "se me olvidó la guitarra". El reloj fue el primero que protestó, decía que no era oportuno ya regresar a casa; mis ojos secundaron al reloj y dirigieron una mirada frigorífica al Marciano. "Es que me estabas presionando para que saliera de volada y apenas me estaba lavando los dientes", dijo plantando una línea defensiva semejante a la del peor equipo del torneo nacional: el América. Adrenalina y otras sustancias químicas acompasaron un súbito incremento de la presión arterial y todo eso llevó a mi sistema fonético a proferir un discurso que oscilaba entre el regaño y el sermón. Viendo cómo se encrespaba el temporal, el Marciano bajó las velas y trató de calmar a la tripulación: "no te preocupes, voy a hablar con el maestro". Ustedes podrán reconstruir el diálogo de este curioso contexto en horas de la mañana en que mis lagañas permanecen intactas. El diálogo terminó cuando deposité al Marciano a las puertas del centro del saber donde mes a mes brinca la exigencia de estar al corriente con cierta ecuación monetaria.
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___Vuelto a la vida después de un baño con agua a 90 grados celsius y mientras disfrutaba de las bondades de un jugo de nopal con piña, reflexioné sobre la importancia que guarda la música para el espíritu humano. Aunque el profesor de guitarra del Marciano no es Andrés Segovia, sino que, por el contrario, en boca de los amigos del Marciano se ve reducido a la modesta calidad de "maestro de rondalla", algún provecho habría de sacar de las clases en que el preadolescente rebaño aprende las pisadas de complejísimas composiciones como La bamba y Corazón de roca (ningún principio es fácil).
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___Vuelta la adrenalina a niveles manejables, arrobado por mis sesudos pensamientos y calculando que estaría por comenzar el recreo en el templo del conocimiento a donde ocurre el Marciano, tomé la guitarra con todo y estuche y salí de casa con destino a la legendaria colonia San Benito. Salí del ateneo educativo después de dejar el instrumento en la Dirección con la conciencia en un estado cercano al Nirvana, pensando que el mozuelo seguiría así, sin excusa ni pretexto, su prometedora carrera hacia la rockstaridad.
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___En lo que es parecido al oficio de taxista pero sin pago, pasadas las dos de la tarde regresé por tercera vez, ahora para recoger al pontencial Jimmy Page, quien me recibió muerto de la risa. "La regaste, papá, yo ya había conseguido un estuche en el otro grupo y le dije al maestro que se había quebrado mi guitarra, cuando va llegando la secretaria diciendo que me habías llevado mi guitarra". "¿Pues no que estaba rota?", dijo el profesor mientras el Marciano oraba porque en ese momento ocurriera un terremoto o se abriera la tierra.
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___Pero, no hay duda, el Marciano ha aprendido mucho de la capacidad de respuesta de sus padres frente a las contingencias. A la velocidad de la luz respondió "ah, mira mi papá, creo que me trajo su guitarra para que no perdiera la clase". Ahí quedó la cosa. El maestro ya había consentido en la excusa del Marciano y no fue siquiera necesario que desenfundara el instrumento, lo que hubiera significado un predicamento.
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___¿A quién importa todo esto? A nadie, por eso lo escribo.
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___¿Qué hora es?
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7 comentarios:

Carlos Mal dijo...

Qué buen nombre el de esta entrada, me hubiera gustado pensarlo yo. Qué curiosas las aventuras compartidas, yo le estoy dando clases de guitarra a mi hermano de 14 años y va muy bien, en menos de una semana ya está haciendo el círculo de sol.

Como que este verano dan ganas de que los enanos aprendan la guitarra, creo.

Ministry of Silly Walks dijo...

Guitarra, violín, teclado, ahora los míos quieren batería, y no porque ya hayan dominado los otros instrumentos. Si no fuera porque sé que alguito van a aprovechar, los mandaba al carajo con todo e instrumentos que mi casa no es bodega.

Alejandra Mondaca / Séptimo Sentido dijo...

Creo que voy a romper la cadena de "padres de hijos adolescentes o por adolecer" pero ni modo:

Me imaginé al marciano en toda su expresión.

Ay, father,! ¿en serio pensabas que se le iba a atorar la carreta con eso??? Parece que no lo has visto jugar videojuegos nunca! jajaja

mar adentro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mar adentro dijo...

¡Genial!! Creo que el Marciano heredó tu habilidad para mentir...perdón, quise decir, escribir creativamente...jsjsjs.

Saludos y bien por la música de rondalla que algún día se transformará en jingle publicitario o canción de protesta.

Rebeca dijo...

Por lo visto la entrada les interesa a muchos. Me sumo a los que hemos pasado por esos "olvidos a destiempo", la venganza viene cuando "los taxistas" no nos olvidamos de recogerlos a la hora establecida, jajaja. Saludos

nacho dijo...

Carlos, Ministra, Séptimo, Lorena, Rebeca, gracias por sus visitas.

¿Se acuerdan de aquella vieja melodía caribeña que dice: "Duerme, duerme, negrito... que tu mama está en el campo, negrito... Trabajando, sí, trabajando..."
Así está el rollo con los marcianos, de alguna manera uno es esclavo.
abrazos... nacho mondaca