jueves, febrero 24, 2005

EXÁMENES Y EXCURSIONES

Mañana tendré examen de Español Superior III y de Historia de la Cultura Hispánica II, dos manterias que me entusiasman tanto como el Concurso de Veleros de dos plazas de Bahía Minquera, sitio equidistante de Río de Janeiro y Brasilia. Estoy, como ha sido la constante de mi semilongeva vida, retrasado en repasar el nudo temático que ocasiona que clíticos y perífrasis incoactivas de infinitivo se me revuelvan con arquitectura precolombina y misticismo maya.

Pese a la adversidad académica en que me sitúo a esta hora de la noche en que Morfeo parece jalarme con un tractor sin frenos, mantengo elevado el espíritu (lo poco que puede elevarse a esta edad, je), y todo pareciera indicar que lo único que podría salvarnos de descender cuesta abajo por la pendiente de los promedios escolares sería recurrir al instrumento favorito de Los Tigres del Norte: el acordeón. La verdad ya no recuerdo ni cómo se hacen (los acordeones, no los promedios). En otras palabras me siento tan nervioso como el Jimmy Lozano antes de fallar el penalty contra Colombia antier.

El profe PG (no es el Beas), que imparte una materia incierta denominada Teoría Literaria II, conspira para realizar una excursión relámpago a La Pintada, sitio donde se encuentran unas pinturas rupestres (supongo que deben estar mejor que las que hay en los baños de mi escuela); el sitio se ubica a pocos kilómetros de Beautyfulville. La cosa es pernoctar, hacer un recorrido por ese serrano paisaje, ver las pinturas de nuestros antepasados y retornar, todo en menos de 24 horas. Habiendo guitarra, vino y una fogata, todo puede pasar. Luego les cuento.

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