miércoles, febrero 02, 2005

EL ORÁCULO DEL AUTOR

A la inocente pregunta de "¿Por qué termina una historia?" han sucedido una serie de respuestas que llevan a la reflexión. La discusión se ha puesto buena y un amigo editor (A.H.) planteó un par de hipótesis interesantes alrededor del papel del oráculo como elemento gestor y "determinador" de la tragedia griega y, extendiéndolo apresuradamente, de todo texto narrativo. Resumo algunas de sus opiniones.
Al revisar el prototipo de la tragedia griega, Edipo Rey de Sófocles o alguna otra representativa, encontramos que el oráculo aparece como un elemento consustancial, es decir, uno cuyo papel es llevar a la historia de modo ineluctable hacia un fin preconcebido. El lector (o público) de una obra del llamado teatro griego clásico acepta de entrada que el oráculo impone las reglas del juego; aún pretendiendo burlar la predicción del oráculo, éste prevalecerá. Vemos, por ejemplo, que Perseo mata a su abuelo en un accidente involuntario cumpliéndose así la temida profecía.
Aunque puede sonar descabellado, toda narración consta de un oráculo. En la literatura griega, el oráculo aparecía como un elemento explícito, algo que pone en manos del espectador-lector información determinante sobre el curso venidero de la historia. Este es, en síntesis, el patrón de la tragedia de todos los tiempos: el oráculo, la falla moral en el protagonista, el destino, funcionan como el detonador del desenlace. En la mayor parte de la narrativa, el oráculo opera de forma implícita o exógena. Por ejemplo, dice A.H., la novela policiaca opera mayormente bajo la batuta de un oráculo determinista que condiciona al género.
Quien invente una historia es el autor; quien cree o recree a un personaje (los héroes míticos, por ejemplo), utiliza un mediador entre el lector (el imaginario del lector) y lo inexplicable, o mejor dicho, lo desconocido, lo metafísico, lo extraterreno de su creación, entre el principio y el final; ese mediador es el oráculo, "aquello" que conoce el desenlace que sobrevendrá en la historia (también el lector participa del final pues le ha sido proporcionada la información vital, la profesía pese a desconocer la trama); es pues el autor quien toma el papel de oráculo de sus propias historias, incluyendo aquellas historias cuyo fin es abierto y el desenlace incierto o "pendiente". Alguien puede alegar la posibilidad de una historia donde el oráculo erra en su pronóstico. Desde luego es posible, pero ese quebrantamiento resultará inverosímil o arbitrario y, a fin de cuentas y para los fines de esta discusión, se trataría de una suplantación de oráculos, es decir, el oráculo únicamente habría sido cambiado de ubicación. Hasta aquí el planteamiento de las hipótesis. La discusión continuará la semana entrante.

1 comentario:

Manuel Lomeli dijo...

maese...le enviamos ya un correo a nombre de editorial dos puertas...si le llegó, haganos el favor de confirmarlo respondiendo al correo y confirmandonos su participacion...si no le ha llegado, escribame de nuevo a dims_dude@hotmail.com