jueves, octubre 18, 2007

ESPEJOS EN EL CLÓSET
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___Antes de conocerlos Martín la había soñado. La primera vez que la soñó ella estaba de espaldas en la cafetería de modo que únicamente la identificó por el cabello. Durante semanas se sintó reconfortado, la imagen de ella lo acompañaba a todos lados y eso le hacía sentirse seguro. La segunda vez que la soñó fue en el sanitario de un centro comercial mientras él se lavaba las manos. Cuando pasó detrás de él, alcanzó a verla por el enorme espejo. Observó rápidamente su perfil, su piel morena, boca roja y senos pequeños que sobresalían en su talle espigado. Durante dos días no volvió a soñar nada que recordara; de día la imagen en el espejo iba y venía involuntariamente a su memoria y eso le producía placidez y sosiego. Por tercera vez se presentó en un sueño ésta vez de una forma muy extraña para él. Era la cafetería y el sanitario al mismo tiempo. Ella conversaba con un individuo de camisa lila. El cabello que antes era suelto y negro ahora era castaño con tenues coloraciones doradas, pero su figura era la misma del espejo: morena, boca pintada y senos pequeños. Cuando ella se llevó la taza de café a su boca, instantáneamente él observó que entraba al privado del sanitario, la seguía el hombre que charlaba con ella. Intentó ver al hombre que ahora aparecía sentado de espalda en la cafetería fumando. Se encerraron en el privado. Fue la primera vez que sintió celos. Se acercó a la mesa y ella le sonrió. En el privado se escuchaban jadeos y decidió salir del sanitario. Él dijo "¿Puedo?", refiriéndose al encendedor que estaba junto al cenicero, ella se lo acercó a la orilla de la mesa y cuando él lo tomó rozó ligeramente su mano. Encendió un cigarrillo y regresó el encendedor a la mesa; el acompañante bajó la cabeza pero observó que su pelo era igual al suyo. Dijo gracias y se dirigió al sanitario. Cuando abrió la puerta ella salió apresuradamente de ahí. Sosteniendo la puerta la siguió con la mirada y observó sus caderas. Inesperadamente pasó junto a él el acompañante mesándose los cabello de modo que no pudo verle el rostro. No le inquietaba ver a la mujer en dos sitios al mismo tiempo. En cierto momento ella se quedó sola en la mesa y en ese momento decidió abordarla, se sentó en el lugar del acompañante, sacó un cigarrillo y en ese momento el acompañante llegó a la mesa y dijo "¿Puedo"?, refiriéndose al encendedor que estaba junto al cenicero, ella se lo acercó a la orilla de la mesa. Intentó identificarlo pero el acompañante parecía cubrirse mientras encendía el cigarrillo, luego exhaló ávidamente y el humo impidió ver su rostro. Dijo gracias y se marchó a la silla que antes ocupara él. Trató de iniciar una charla con ella pero se sentía observado. Levantó la mirada y observó en el espejo del sanitario que ella salía apresuradamente, la siguió mientras un hombre sostenía la puerta y seguía con la vista las caderas de ella. El mesero le preguntó que si deseaba más café. A él le sorprendió un poco que el mesero no notara que él no era el acompañante pero dijo que sí y le sirvieron en la taza que estaba delante de él. Sorbía el café cuando ella le propuso ir al sanitario. Él tomó la invitación como algo familiar y se dirigieron allá. Se adelantó y cortésmente él abrió la puerta, volteó a darle el paso y notó que nadie lo seguía, fue entonces que ella salió apresuradamente seguida del acompañante. Esto se interrumpió cuando ella llamó al mesero y le pidió algo al oído. Él encendió un cigarrillo y siguió al mesero con la vista. El mesero se dirigó a la mesa que antes ocupaba él, ahí se encontraba ahora el acompañante. Eso le inquietó porque se percató que el acompañante, nuevamente de espaldas, iba vestido igual que él, entonces recordó que cuando vió al acompañante salir del privado detrás de ella no se había fijado en su vestimenta. Sintió que comenzaba a atar cabos pero nada coincidía. El mesero regresó y le dijo algo en voz queda. Ella dijo que volvía enseguida, se dirigió al sanitario, entonces el acompañante se levantó también y la siguió. Llamó al mesero y le pidió la cuenta. Pagó rápidamente y se propuso abandonar la cafetería. Ella entró al privado y el acompañante la siguió, los observó por el espejo. Apagó el cigarrillo en la acera y vio el semáforo. Se acercó a la puerta del privado y escuchó voces ahogadas y jadeos. El semáforo cedió el paso a los peatones y el decidió cruzar. Abrió la puerta del privado intempestivamente y le sorprendió sobremanera que no hubiera nadie ahí. Al llegar a la otra acera tomó a la derecha y se dirigió a la cafetería, al entrar la miró sentada en una mesa del fondo. Estaba sola. Él se mojó la cara y se observó por última vez en el espejo cuando ella pasó detrás de él y se dirigió al sanitario, entonces esperó la entrada del acompañante pero ésta no ocurrió. Se dirigió a la mesa para abordarla justo cuando decidía si se acercaba a la puerta del privado donde ella había entrado. Comenzó a sentir una gran ansiedad cuando ella lo miraba de forma penetrante asida a la taza de café, creyó ver en la mirada un reclamo por acercarse a la puerta del sanitario. Fue entonces decidió regresar. Llegó al cruce de peatones mientras se acercaba nervioso a la puerta del sanitario. Cruzó la acera apresuradamente y comenzó a correr. Se decidió a jalar la puerta del sanitario cuando cruzó el umbral de la cafetería. Se dirigió directamente al baño y entró rápidamente hasta el privado. Abrió la puerta y se encontró a sí mismo con el acompañante acariciándose. Él se sorprendió de verse sorprendido en aquel trance. Entonces cerró la puerta y se marchó.
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___Fue la tercera vez que la soñó. Esa tarde salió de su departamento. La tercera es la vencida, se dijo al llegar a la cafetería. Se acomodó alrededor del cuello su bufanda lila de estambre y entró con decisión.
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5 comentarios:

Blas Barajas, escritor dijo...

eres el único escritor que yo conosco que fuma benson verdes.

muy suave escritor, por cierto.

saludoxxx

nacho dijo...

Je, durante 10 años fumé Delicados sin filtro y durante 14 Camel sin filtro; nunca acepté esa porquería que fuma la mayoria llamada Marlboro blancos. je.
Saludos blas.

Manuel dijo...

¡Delicados y camel sin filtro!
Eso es saber fumar

Blas Barajas, escritor dijo...

pues como yo soy vicioso fumo lo que se me ponga en frente, casi todo. no sabía que existían los camels sin filtro. en fin, es el mismo cancer.

nacho dijo...

Manuel: la verdad es que ahora fumo muy poco, un o dos cigarrillos al día.

Blas: los camel sin filtro son clásicos en EU, esos 14 años que refiero son los que viví en Mexicali, donde podía conseguirlos fácilmente. Nada que ver, eso sí, con los camel que consigues en México. Por otra parte, aunque parece un contrasentido, entiendo que los cigarrillos sin filtro son menos dañinos. Who knows?

Saludos y gracias por venir a esta ventana.