EL ATLANTE CAMPEÓN DEL APERTURA 2007
(una reseña híbrida)
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La resaca
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___Anomalías relacionadas con las primeras resacas navideñas tenían secuestrados mis ánimos. No había podido, pero deseaba sentarme aquí a contar de qué tamaño estuvo la despedida de la profesora Barei que regresaba a Córdoba vía Santiago de Chile. Para abreviar diré que durante su estancia por acá nos enseñó que la teoría literaria no sirve de mucho si no la lleva uno a pasear al parque a que le pegue el sol y a ver mundo. Ojalá volvamos a encontrarnos, sea que regrese o nos veamos por allá en la tierra donde celebran la navidad en shorts y camiseta.
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___Anoche tres parejas de amigos, hartas ya de estar hartas, cayeron a casa con bebidas embriagantes y muchas ganas de hablar todos al mismo tiempo. La velada fue risa de todos colores y una revoltura de alcoholes que conmociona a los sistemas hepático y urinario, amén de otros que daban mucho quehacer a Freud y a sus discípulos. Hablamos tendido de lo que pudimos haber sido y no fuimos; también hablamos tupido del prójimo, renovando en nosotros mismos nuestra fe por ese deporte nacional llamado chisme, ejercicio discursivo al que dimos nuevos giros y matices.
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El robo en Catedral
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___Hoy domingo a media mañana abrí los ojos como queriendo reconocer el planeta, pero enseguida sentí que entraba en coma profundo y cuando caí en cuenta de que no tenía tiempo de darme ese lujo, volví a abrir los ojos pero ya era la una de la tarde. La socia ya se había marchado a sus ocupaciones y apenas hubo tiempo para explorar la zona de desastre que era la zona alrededor de la cocina. Tenía que llevar al marciano al ensayo general del concierto navideño donde, junto con otros niños que están creciendo demasiado aprisa, adorarían al niño Jesús mientras coro y orquesta entonan en plena catedral un villancico alusivo. En cuanto despaché dos alka-seltzer en un vaso de agua fría (que de paso me destempló los dientes caninos e incisivos superiores) salí tan veloz como permite el bando de policía y tránsito del ayuntamiento; llegamos rayando al ensayo, el marciano tenía cara de pocos amigos, pero se animó la cosa cuando de repente, en medio del villancico "Jesús en pesebre" salieron corriendo varios coristas detrás de un ladrón que, sacrilegio dominical, se había agenciado una bolsa de una mezzosoprano. Aquella imprevista movilización, que momentáneamente me hizo olvidar mis molestias dentales, alcanzó a los grupos se seguridad de la zona alrededor del palacio de gobierno; tendieron un cerco que no se veía desde que capturaron a Camelia la texana y pronto dieron con el malechor, un pobre muchacho al parecer adicto a drogas que se elaboran a partir de la seudoefedrina que no sabía que lo único que había de valor en la bolsa hurtada era una tarjeta de débido con cincuenta pesos.
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___Mi marciano comenzó a preguntarme sobre los móviles del ladrón y si en los templos se permite robar. Sobre los móviles, le dije que yo no sabía nada, que seguramente él planeó todo solo; sobre si se permite robar en lugares así, lo remití a aquella enojada que se pegó Jesús (por otra parte sujeto del ensayo musical al que acudía), cuando se propuso echar del templo a los mercaderes que reclamaban para sí propiedad de piso. No quedó muy conforme con la explicación, pero el ensayo debía continuar. Lo esperé con prudencia (y mucho sueño) hasta que terminó el repaso, justo cuando había que dar paso a la misa de las 5 de la tarde.
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Atlante-Pumas
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___Por mera coincidencia, a esa hora comenzaba el juego de la final del futbol mexicano Atlante-Pumas. Llegamos a casa y hacía cinco minutos que Armando Archundia había dado el silbatazo inicial. Durante todo el primer tiempo parecía que los jugadores habían acordado mantener la pelota en el medio campo y sólo en un par de ocasiones el portero azulgrana se vio obligado a emplearse a fondo para mantener el 0-0. Ah, también a Ignacio Scocco le dieron una patadita entrando al área, pero el árbitro no marcó penal, quizá tratando de compensar todos los clavados de tres y media vueltas con giro invertido en posición C, grado de dificultad 3.3, que mi tocayo puma se echó durante el campeonato.
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___Para el segundo tiempo las cosas mejoraron, especialmente porque para entonces me había despachado una marushán sabor carne de res con limón y chile habanero, dos seven ups y unos totopos con frijoles y picadillo que sobrevivieron a la papalina de la noche anterior; y mejoraron también para el Atlante porque al minuto 15 del complemento el delantero Giancarlo Maldonado dejó ver que no está maldotado, y en una descolgada que agarró a la defensa universitaria observando lo limpio que está el cielo de Cancún por las tardes, dribló al portero Bernal y dejó a un defensivo puma haciendo unas contorsiones extrañas que ya había visto en mi infancia durante una gira del
circo chino por Sonora.
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___El ténico Ferreti ni tardo ni perezoso ajustó las tuercas y metió a Íñiguez con instrucciones muy precisas: "mete gol, cabrón". Lo curioso del caso es que Íñiguez lo hizo rapidito aprovechando un rebote que metió con la cabeza. La hinchada universitaria festejaba en la tribuna con el porresco "Goooooya, gooooya". Apenas se escuchaba porque el estadio de Cancún parece diseñado por los mayas del período Preclásico que comprende, si mal no recuerdo, del año 1000 a. C. al 322 de nuestra era, es decir, que la cabecera sur, estratégicamente destinada para la porra visitante, está como a tres cuadras de la portería más cercana, lo que denota que el futbol no era un deporte muy popular en el primer esplendor de la cultura maya o que las porras valían madre en ese entonces; en pocas palabras, el estadio parece ideado para lanzamiento de jabalina o para correr 400 metros planos en línea recta. En fin, la porra no se escuchaba.
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La decisión del Tuca
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___Fue entonces que la cámara del canal por cable captó el momento justo en que Ferreti torció el bigote, exactamente de la misma forma en que lo hizo cuando perdió la final dirigiendo al Guadalajara. Ya valió, dije yo entre mí. El brasileño seguramente comenzó a delirar en irse a tiempos extras y a los penales definitorios. Pa no hacer el cuento largo, en un movimiento tan extraño como los que realizó Spassky contra Bobby Fischer en la partida número 21 del llamado Match del Siglo, Reikyavik 1972 (*), cuando éste planteó la variante Paulsen de su legendaria Defensa Siciliana, el Tuca sacó del juego al hasta entonces mejor hombre del equipo de la UNAM, Leandro (así se llama) Augusto (así se apellida). La línea media se descompuso y el Atlante comenzó a presionar como lo hace Fernández Noroña y la bancada parlamentaria del PRD cuando escuchan la palabra "Ugalde".
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___Por su parte, el profe Cruz, director técnico del Atlante, metió a un negro de Camerún que contrató su equipo por equivocación; excúsenme que no diga su apellido porque si no puedo pronunciarlo menos podré escribirlo. El hombre es experto en correr con la pelota hacia ninguna parte, pero entre los extenuados pumas parecía un hombre de mucho peligro; tuvo una ocasión de rematar a gol, pero su disparo cayó cerca de Cozumel.
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___Para entonces, a Solari, goleador puma, le habían arrimado en el parietal izquierdo un codazo de esos que se practican con aliterada recurrencia en las escuelas japonesas de Shoto-kan. La sangre brotó profusamente con lo que pudimos comprobar que los argentinos también la tienen roja (la sangre); el caso es que hubo que cambiarle hasta la camiseta. Ahora, hay que señalar que lo que verdaderamente minó a Solari no fue tanto el jodazo que le propinó su paisano Muñoz Mustafá, sino el vendaje de pocos amigos que le mandó hacer el Dr. Roberto Rodríguez, médico en jefe de los Pumas. Solari parecía momia de Guanajuato: ya no volvió a sangrar, pero sus glóbulos oculares denotaban que le habían comprimido de más el cerebro. Ya no fue el mismo.
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___Entonces, cuando faltaban cuatro minutos de juego, vino el gol de la victoria atlantista. En una trompicada acción matizada de rebotes, la pelota escurrió hacia el pico del área grande donde apareció Ovalle, un muchacho que comenzó en la cantera de los Potros yendo a comprar refrescos, para meter un zapatazo criminal que entró por el ángulo derecho de la portería defendida por Bernal, sellando el marcador final de 2-1 que coronó al Atlante.
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___Vino la premiación. Los pumas pundonorosamente fueron a recibir el trofeo de subcampeones, aunque luego se dieron la bofeada del día porque a alguien se le ocurrió ir hasta la tribuna donde estaba su porra que, como dijimos, está lejísimos, para agradecer el apoyo que brindó su público durante todo el torneo. Para entonces ya me había vuelto a dar hambre y me preparé un sándwich de jamón con aceitunas para amarrar. Fue entonces que vine aquí, a ver que han escrito ustedes y a festejar al mismo tiempo que ya terminó el semestre en la maestría.
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(*) Pido sentidas disculpas a los islandeses si Reikyavik tiene faltas ortográficas.
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