RAMÓN AYALA Y EL NARCOCORRIDO

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___Por más que intento entender a Ramón Ayala no puedo. Dice el músico que fue detenido recientemente como parte de un enredo en el que él y su grupo no hacían sino chambear. Que si Beltrán Leyva, que si esto y aquello. Nada. Él estaba ahí contratado nomás. Que él y sus músicos son hombres de trabajo y que en lo personal él es un ferviente promotor de los valores familiares.

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___El narcocorrido no se ostenta como promotor de los valores familiares ni de otro tipo. Es sencillamente una válvula de escape a algo gastadísimo hasta el cansancio que es el corrido mexicano. El narcocorrido retoma la juglaresca tradición de contar historias y aprovecha una relativamente nueva veta: la de contar de historias, leyendas y epopeyas urbanas relacionadas con el crimen organizado.

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___Junto con la popularización de las "malas palabras", que se volvieron moda especialmente en las producciones discográficas no convencionales, la de relatar, sea como apología o denostación, actividades de narcotraficantes y oficios afines, se convirtió en un negocio jugoso. Un negocio basado en el poco refinado gusto de un importante sector de la población que participa de dicha música como una forma de cuestionar al sistema.

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___Los artistas que son contratados por la mafia saben muy bien dos cosas: que serán bien recompensados por su oficio y que tales contrataciones conllevan riesgos.

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___Pormenores de la cultura popular.

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