Literatura y Levedad
No minimiza Ítalo Calvino la dificultad que encarna hablar de un tema tan etéreo como la levedad, pero la aridez no lo detiene. Desde el inicio de su discurso nos adelanta que, por oposición a la pesadez, la levedad parece liberar al mundo de su materialidad y nos permite ver aquello que es inasible: la esencia de las cosas.
¿Debe el escritor ser un fiel espejo de su tiempo?, se pregunta Calvino para introducirnos en la densidad de un bosque de originales acercamientos. La pesadez de la vida puede significar un lastre para la libertad de crear.
A través de la mitología griega, el autor de Seis propuestas para el próximo milenio nos guiará por una línea delgada que él mismo ha construido. Así nos introducirá con agilidad en este asunto que no podría plantearse de otra forma sino mediante imágenes, signos que la literatura logra crear gracias a la sutileza de poetas y escritores clásicos como Lucrecio, Ovidio, Dante o Swift.
En los terrenos de la literatura, nos explica Calvino, dos vocaciones opuestas parecen estar en permanente disputa: si una tiende a hacer del lenguaje un elemento sin peso que flota como una nube sobre las cosas, la otra se obstina en comunicar el peso, lo concreto de la materia y las sensaciones.
Pleno de ejemplos, el texto levedad navega entre ese concepto abstracto que implica el término y ciertas imágenes que parecen despegar los pies de los hombres de la tierra en la que están sujetos: el poeta Cavalcanti saltando sobre una tumba en un relato de Bocaccio nos presenta una imagen visual y concreta de levedad, pero la intención, el significado del momento que recrea parece decirnos mucho más, algo que excede más allá del lenguaje mismo.
Para ilustrar su tesis sobre la levedad, Calvino va cazando ejemplos de la literatura universal: “Te has enamorado; que Cupido te preste las alas y álzate con ellas más que con un salto”, frase tomada del Mercucio en Romeo y Julieta de Shakespeare, parece liberar a Romeo quien recién ha expresado: “Bajo el peso del amor me hundo”.
Acá cita a Cyrano de Bergerac, allá a Jonathan Swift en pos de explicarse, así lo confiesa, este término inasible. ¿Es la literatura como función existencial, la búsqueda de la levedad como reacción al peso de vivir? Se pregunta nuevamente. Luego indaga en el mito, esa creación liberadora que busca explicaciones más allá de la lógica, mito que libera y coloca al individuo por encima de la pesadez de la realidad.
Finalmente, Calvino recurre a los cuentos de Kafka: Misterio e imaginación desbordan el mundo real y transforman aquello que se antoja simple y lógico en un recurso inesperado que libera al individuo de las cadenas de “la realidad” transportándolo a un mundo alterno y sutil, no menos palpable y sensible que el material.
No minimiza Ítalo Calvino la dificultad que encarna hablar de un tema tan etéreo como la levedad, pero la aridez no lo detiene. Desde el inicio de su discurso nos adelanta que, por oposición a la pesadez, la levedad parece liberar al mundo de su materialidad y nos permite ver aquello que es inasible: la esencia de las cosas.
¿Debe el escritor ser un fiel espejo de su tiempo?, se pregunta Calvino para introducirnos en la densidad de un bosque de originales acercamientos. La pesadez de la vida puede significar un lastre para la libertad de crear.
A través de la mitología griega, el autor de Seis propuestas para el próximo milenio nos guiará por una línea delgada que él mismo ha construido. Así nos introducirá con agilidad en este asunto que no podría plantearse de otra forma sino mediante imágenes, signos que la literatura logra crear gracias a la sutileza de poetas y escritores clásicos como Lucrecio, Ovidio, Dante o Swift.
En los terrenos de la literatura, nos explica Calvino, dos vocaciones opuestas parecen estar en permanente disputa: si una tiende a hacer del lenguaje un elemento sin peso que flota como una nube sobre las cosas, la otra se obstina en comunicar el peso, lo concreto de la materia y las sensaciones.
Pleno de ejemplos, el texto levedad navega entre ese concepto abstracto que implica el término y ciertas imágenes que parecen despegar los pies de los hombres de la tierra en la que están sujetos: el poeta Cavalcanti saltando sobre una tumba en un relato de Bocaccio nos presenta una imagen visual y concreta de levedad, pero la intención, el significado del momento que recrea parece decirnos mucho más, algo que excede más allá del lenguaje mismo.
Para ilustrar su tesis sobre la levedad, Calvino va cazando ejemplos de la literatura universal: “Te has enamorado; que Cupido te preste las alas y álzate con ellas más que con un salto”, frase tomada del Mercucio en Romeo y Julieta de Shakespeare, parece liberar a Romeo quien recién ha expresado: “Bajo el peso del amor me hundo”.
Acá cita a Cyrano de Bergerac, allá a Jonathan Swift en pos de explicarse, así lo confiesa, este término inasible. ¿Es la literatura como función existencial, la búsqueda de la levedad como reacción al peso de vivir? Se pregunta nuevamente. Luego indaga en el mito, esa creación liberadora que busca explicaciones más allá de la lógica, mito que libera y coloca al individuo por encima de la pesadez de la realidad.
Finalmente, Calvino recurre a los cuentos de Kafka: Misterio e imaginación desbordan el mundo real y transforman aquello que se antoja simple y lógico en un recurso inesperado que libera al individuo de las cadenas de “la realidad” transportándolo a un mundo alterno y sutil, no menos palpable y sensible que el material.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario