EL OCASO DE LOS DIOSES
.___Diversión, carnaval, magia; resurrección del ingenio frente al fantasma de los tres palos. El 13 de febrero se cumplieron 25 años de la muerte de un grande del fútbol: Garrincha. Carioca como la samba; imprevisto como el Amazonas.
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___Manuel Francisco Dos Santos, mejor conocido en su tierra como “el Gorrioncito”, Garrincha, padeció una poliomielitis infantil que le heredó una pierna más corta. Imposible hacer el servicio militar así, pero ¿quién quiere marchar los fines de semana si hay partido?
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___El 28 de octubre de 1933, su madre sufrió para parir su celebridad, su padre no apareció hasta tres días después. Sin embargo, la fortuna lo acompañaba cuando se metía en la camiseta del Botafogo para partirle la madre a los ídolos de entonces.
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___El vuelo caprichoso de mariposa que surcaba el extremo, dejaba adversarios listos para el terapeuta o el oculista; escapaba con desparpajada elegancia al patrullaje defensivo hasta que terminó por convertirse en un icono de la Selección. Un centro suyo era gol cantado que los delanteros del Botafogo esperaban como un ritual implacable. En la Selección, sus desbordes eran preludio de victoria y sus incursiones en el área materia de kamikases gloriosos.
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___¿Cuánto deben las estadísticas de su Patria a ese hombre? No se sabe, pero dos Copas Mundiales llevan su apellido junto a nombres legendarios. Escondía el balón detrás del tobillo, lo pasaba como dar vuelta a la página y tiraba a gol con delicada saña. Un fenómeno sacado de la manga de las favelas, un truco a la vista de todos que nadie puede predecir. Pelé lloraba al final con la Jules Rimet en la mano mientras Garrincha indagaba que piedrita le molestaba en el zapato. Genio de altura, sacado del zoológico del arte popular, del pie descalzo.
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___Discreto, distraído, ingenuo. Cuando lloraba Brasil el triunfo final contra la Suecia del 58, Garrincha preguntaba al capitán: “¿Qué pasa?”. Le respondían que eran Campeones del Mundo y él, en su decencia de barrio, respondía: “Y qué, ¿cuándo jugamos el partido de vuelta?”
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___Pelé, carismático y hechicero, enganchaba a los fotógrafos y a los reporteros, lloraba cuando era preciso y hacía el gol cuando menos se esperaba. Garrincha, en el vestidor, advertía la limpieza del estadio y observaba la preciosa disposición de los armarios en el vestidor. Jugando juntos, Garrincha y Pelé jamás perdieron un partido con la Selección.
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___En casa (no vayas a llorar, por favor), se celebró una fastuosa recepción a los héroes del Mundial del 58. Había cuadros gimnásticos, porras carnavalescas y una enorme jaula con una paloma en el césped del Maracaná; había también una multitud vociferante en la gigantesca tribuna celebrando la victoria galáctica. El Alcalde de Río declaró que como premio obsequiaría una quinta en la playa a todos los miembros de la selección. Garrincha dijo sin solemnidades: “A mí no me interesa la quinta, solo me gustaría que liberaran a la paloma”.
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___Así que no es de extrañar que cuando los viejos de Río de Janeiro escuchan hablar de Pelé, se quiten en sombrero en señal de eterna gratitud, pero cuando escuchan hablar de Garrincha, callan y un par de lágrimas escurre por sus mejillas.
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___Víctima del alcohol y la incomprensión, Garrincha murió, igual que mi padre, a los 49 años. Hace 25 años se marchó, olvidado como muchas cosas que valen la pena. Sobra decir que en 2008 se celebrará el 50 aniversario del primer Mundial que ganó el Scratch du Oro. Dios proteja al fútbol y guarde la memoria de sus héroes.
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3 comentarios:
No he visto todavía un partido de Garrincha, quiero decir, en repetición. Supe de él hasta el verano de 2006 cuando Eduardo Ruiz, escritor sinaloense, leyó un cuento llevando como protagonista al jugador. La reverencia en el cuento hacia el brasileño llegó a conmoverme, amén de las gambetas verbales del buen Eduardo: todo un homenaje. Debió ser grande. Gracias por escribir esta breve historia de su vida.
Saludos
Hola Alfonso: te dejé un comentario en tu blog. ¿No tienes a la mano el cuento de Eduardo Ruiz? Gracias por visitar.
nacho mondaca
Gracias por su comentario en el blog, allí mismo le dejé otro. El cuento de Eduardo no lo tengo, pero pienso escribirle para pedirle que lo facilite. (Al leer su nota me entraron unas ganas de recordar la historia de Eduardo.) En cuanto haya respuesta, me comunico con usted.
Saludos de nuevo
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