martes, abril 15, 2008

SÍNCRONIZATE: TRANSMINACIÓN Y NOVELA
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___Qué carajos es la novela no es una pregunta muy original que digamos, pero tampoco puede considerarse ociosa. El género más popular del quehacer literario abrió un ala tan extensa y diversa en el siglo XX, que sus alcances siguen despertando la elocuencia de los críticos y el estupor de legos y aprendices.
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___Luckács y Bajtín, Auerbach y Jameson, Vargas Llosa y Henry James, entre muchos otros, han salido por las noches a dar paseos exploratorios por los bosques nutriformes de la novela. Ya se internan en sus laberintos metabólicos, ya en las oscuras minas de sus digresiones. Unos y otros, pacientes portadores de la lámpara de la poética, suceden impresiones e hipótesis novedosas que, antes que temprano, parecen desteñirse como las estatuas heterogéneas o las películas mudas.
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___Si la novela es un pasatiempo, una retícula de tiempo endurecida, un foro del amasiato entre los géneros, o un instante extendido entre dos límites de un gis caduco, será, de todas formas, un delicioso bombón tostado en la chimenea del entendimiento.
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___Tal es la textura de ese género transgénero, demonio y Angelópolis, Infierno y clóset de almas benditas, sinodal de identidades que hacen cola en un cajero automático en aras de la supervivencia.
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___En la portada de la nueva novela de Bellatín, una fotografía habla por sí sola: sobre la pared de un cine clausurado en un barrio de Papantla, un par de caracoles juega a las vencidas con termitas hastiadas de bulimia.
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