miércoles, abril 23, 2008

TRANSDIARIO
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___Se había marchado a Arizona porque había órdenes de aprehensión en contra suya y de otros líderes. Vivimos una extraña zozobra porque una mañana la casa se llenó de agentes judiciales que revisaron cada centímetro buscándolo. No estaba ahí y mamá les dijo la verdad, que se había ido al otro lado.
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___Él se enteró pronto de las tácticas coercitivas de los agentes: si no se entregaba se llevarían a mamá detenida. No había más que decir. Un día después se entregó, lo hizo directamente en la comandancia municipal porque así se lo aconsejó un amigo abogado que también defendía la causa. A la vista de todos y a plena luz del día, era lo mejor. El cerco se cerró. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz había ordenado tomar Sonora a como diera lugar. Su candidato a la gubernatura, Faustino Félix Serna, se alzaba como el primate impuesto en un sistema federalista de cartón donde el ejército lucía la radiante toga de la justicia.
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___Conspiración y sedición eran cargos dramaticos en el teatro guiñol que se montaba antes de las elecciones. La Universidad fue desalojada por la "ola verde" uniformada y temblaron las pantorrillas de un pueblo enfrentado al cadalso. Silenciosamente, el movimiento anti imposicionista bajó la guardia y se dispersó como una equipata fuera de estación.
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___Tacos de machaca y de chorizo con papa, cigarros Raleigh con filtro, agua de horchata y alguna aspirina eran el pan nuestro de cada día que me encargaba de llevar hasta la ventanilla de la cárcel pública municipal. Nunca vi a mi padre en esos tres meses que estuvo en cautiverio, excepto el día que pasé a sexto año de primaria. El alcaide permitió que mi padre saliera de su reclusorio y se apersonara en una salita de visitas para saludarnos. Mi madre echó una lagrimita y yo no sabía bien si aquello era digno de celebrarse o si simplemente tenía que fingir que estaba contento de verlo.
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___A mis once años, aquello era demasiado. Al tiempo, papá salió de ahí con un racimo de canas en las sienes y un rostro endurecido por las arrugas. Salió para retirarse de la política y desilusionarse del mundo. Seguía comprando la revista Siempre!, quizá por inercia, pero sabía que al sistema no se le puede desafiar tan fácilmente. Aunque los maestros revoltosos fueron cesados por el flamante gobierno de Faustino Félix Serna, al poco tiempo fueron reinstalados en sus puestos a condición de que dejaran sus ideales en el perchero.
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___Era el año de 1967. México aún esperaba la neuralgia de Tlatelolco, pero Sonora ya había probado la medicina y el sabor amargo que va dejando en la lengua.
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