CAYÓ EL LIMBO... SIGUE EL INFIERNO

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___El limbo, pese a las consecuencias que esto supone para quienes habitaren dicho lugar, ha sido abolido. Así, literalmente de un olímpico plumazo. Ya. Se acabó. Limbus nevermore.

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___Sin embargo, no está del todo claro si este decreto acorta o modifica las distancias entre el purgatorio y el cielo, entre el infierno y el purgatorio o, finalmente, entre el infierno y el cielo. Como quiera que sea, se nos informa de la gestación de un fuerte movimiento de creyentes que pugnarán por la abolición del infierno. Sus consignas, que van desde "¡Mandemos el Infierno al infierno!" hasta "¡Perdonen a Satán!"

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___Quienes respaldan el movimiento en favor de la disolución del Infierno, señalan que el tercer milenio debe purificar el alma humana y abolir el universo de culpas que significa la idea de "ir al infierno"; el infierno como el CERESO de las almas, como la cadena perpetua del espíritu; la madre de todas las condenas: una condena a la muerte en vida, agonía inmóvil, lenta y dolorosa per sécula seculorum.

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___Algunas autoridades eclesiásticas han señalado su anuencia para abolir el Infierno, solo que, en su defecto, se propone reemplazar el infierno por una variante de la ciudad de Hermosillo en el cielo: apartadita por ahí, sin nubes; habrá vida eterna pero sin gloria; confinación del alma pero sin agua; con necesidades fisiológicas y espirituales pero sin drenaje; vida al fin, pero con baches y cero subsidio a la electricidad (allá no entra la CFE).

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___Quienes no estén de acuerdo con la propuesta, ¡Pueden irse yendo al Infierno!

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