sábado, octubre 25, 2003

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EN COSAS DEL BEISBOL NO SOY ANTIYANQUI

Joe Torre pudo haber hecho más, de plano. Pudo, por ejemplo, salir con una actitud más combativa y no esperar el cuadrangular milagroso que jamás llegó. Desde la tercera entrada podía haber buscado avanzar corredores con toques de bola y sacar de balance al pitcher contrario. El partido era de vida o muerte (disculpen el lugar común pero los deportes siempre me transtornan). Ese muchachito, Josh Beckett, tiene 23 años, mide cerca de dos metros y tira rectas de 97 millas aún en la última entrada. Los mulos ni veían la bola. Se fueron sucediendo los errores, pequeños errores, errores humanos que salen caros: Posadas, Jeter, Karim, el propio Petite, parecían estar jugando un partido de Triple A. Los Marlines se salieron con la suya. McKeon, el manejador de los pescados defiende una filosofía del juego que me simpatiza: divertirse. Parece que le ha funcionado. Le hace caravanas una pandilla de centroamericanos jovencitos que llevó a Yankee Stadium a cotorrear tramando otra tragedia.

New York, New York, no las ha traído consigo últimamente.

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