domingo, noviembre 23, 2003

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ANDABA DANDO LA VUELTA CON MARIANO

Observen esto, una disculpa caballeresca: camaradas que me leen a veces, ruego a ustedes mis más sinceras disculpas por no haber escrito nada para ustedes en tres días (ay sí, cuánto pesar en la blogósfera porque no has escrito).

Ahora una explicación: sin afán de ser pesado, el problema es que ando a finales de semestre (eso que apenas es noviembre) y pues, tanto los teachers como yo ya nos morimos por bajar la cortina y lanzarnos al maremágnum decembrino. Pero antes, pues está la entrega de trabajos. Hoy me la pase desde la madrugada escribiendo sobre los trucos narrativos de mi novelista mexicano favorito: Don Mariano Azuela, ensayista chingón y crítico pendenciero y jugador. Me gusta mucho cómo se la cura de los literatos y de esos buscachambas que él denomina "criticastros". Los que le han echado un ojo a Los de abajo y se han prendido (no es albur) denle un llegue a La Malhora, La luciérnaga o El camarada Pantoja y díganme si no se las come vivas Don Azuela. Es obvio que se leyó enterito a Joyce o a la maestra Woolf y les copió dos tres cositas, pero no pierde el tonito mexicanote que le caracteriza.

Don Marianito anduvo en la bola y le fue muy bien, las balas nomás no le entraron y aprovechó su condición de médico para hacerse indispensable dondequiera que se metía, luego de ahí agarró un resto de tips para hacer sus narraciones. Así cualquiera, ¿no?.

Pero, pues nosotros somos de otra generación, no queremos la guerra, queremos el amor y por eso nos sales puras narraciones balines. Pérense, pérense no se vayan, es cotorreo. No es cierto, en materia escritural me apego a lo que dice el Bellatin: el que es escritor, es escritor, punto. Pos claro, muchos cabrones también fueron a la Revo y no escribieron ni su epitafio (no tuvieron tiempo). Ahí está: el que es escritor, es escritor.

Esto estaba yo pensando cuando escribía mi ensayo sobre Azuela pero no me cuadraba nada. Finalmente algo salió y viéndolo así objetivamente, le echo un 95 de calificación. Viendo las cosas con el rigor del señor que vende churros, menos de 95 raya en la depresión. Lo bueno es que a mí la depresión me dura lo mismo que un aforismo del Luigi Amara. En serio, no soy depresivo ni nada por el estilo, no tengo tiempo. Pero si se trata de llorar, pues me pongo a buscar algún blog con fondo negro (como el de la erika mergruen) y ya está, leo unos dos-tres post y ya estoy llorando (aclaro que es por el contraste de colores, no por otra cosa). Luego me aliviano y me lanzo al Charquito, en la página 27 del post de hoy empieza a darme sueño y ¡listo!, ni quien se acuerde de la depresión. Por cierto, qué duro le metieron unas poetas camaradas al Éktor Henrique, le dijeron hasta de lo que se iba a morir aún si llegara a reencarnar. A mis amigas les digo que no lo agarren tan en serio, contra aquello que les parezca machista o sexista, lo mejor son unas bocanadas de humor y unos chistes guajoloteros. (Oye Humphrey, ¿Y ahora de donde saliste consejero de poetas y poetos?, vale más que ni te metas porque también a tí te va a tocar).

Bueno, ya me voy, esto se está prolongando demasiado. Feliz san lunes.

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