jueves, enero 19, 2006

2006, AÑO DE (S) ELECCIÓN NACIONAL

No sé ustedes, pero yo creo que la nacionalización exprés de Walter Gaytán es inadmisible. No es chovinismo. Estoy seguro de que si el seleccionado de su país lo requiriera, el jugador de Tigres no dudaría en reinyectar su vena nacional. ¿Por qué insiste Lavolpe si sabe que legalmente no puede conseguirse la nacionalidad de Gaytán en menos de seis meses?

Que todo el mundo lo hace, que todos los países europeos tienen jugadores nacionalizados, naturalizados, adoptados, comunitarios, etcétera. Eso qué, eso es asunto de la FIFA, del futbol profesional, del vaivén del dinero. Una selección nacional es otra cosa, su definición no acusa confusiones. Si un hijo de mexicanos nacido en Estados Unidos o en Tombuctú es requerido para jugar con la selección, la solicitud puede tener una justificación, una cierta lógica consanguínea, de origen. Pero Gaytán o Sinha, no ofrecen justificación alguna. Juegan muy bien, son grandes profesionales, nadie lo puede negar. Merecen toda nuestra simpatía y aún nuestro fanatismo, pero no son mexicanos y eso no es sino una realidad incontestable.

Explíquenme cómo un país de 100 millones de habitantes no logra conjuntar a 25 jugadores para hacer una selección nacional y se ve obligado a recurrir a jugadores extranjeros para reforzarse. Por Dios.

Gaytán vino a México por mero interés pecuniario, no porque se muera por comer tacos con chile o bailar sones jaliscienses. Vino porque acá le pagan mejor y se nacionalizaría mexicano por una razón semejante: para estar en el Mundial de Alemania y mantenerse en el escaparate estelar, así sea con una camiseta distinta a la de su Patria.

Gaytán es un ser humano. Si se nacionaliza adquirirá los derechos que tenemos el resto de los mexicanos, sin embargo, no podrá ser presidente de la República porque la ley establece que el Presidente de este país tiene que ser nacido en territorio nacional y ser hijo de padres mexicanos. ¿A qué obedece este requisito? No es mero chovinismo. Hay una razón profunda y es la misma que sustenta la soberanía nacional. Es verdad que con el globalismo las fronteras tienden a difuminarse y que posiblemente nos encaminemos a un futuro unimundista, ojalá que no, sin embargo, mientras tanto, dejemos las cosas como están, que cada país se rasque con sus propias uñas. Si México no pasa de cuartos de final con una selección de jugadores nativos, pues, lo siento, habrá que resignarnos con el lugar que nos procuren nuestras propias fuerzas.

La selección nacional sub-17 demostró que el talento mexicano no necesita de una agencia aduanal.

1 comentario:

Antropomorfo dijo...

pue que me equivoque, porque estoy escribiendo de memoria, pero lo de los padres mexicanos ya se eliminó, según recuerdo y la mamá de Fox es española... Saludos mister