jueves, abril 15, 2004

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VINAGRE DE MÓDENA Y QUESO PARMESANO, LA CLAVE

No hay nada que hacer... la literatura está desgastada, ¡todo se ha dicho ya!, incluso esta frase inicial (desde No... hasta ya!) ha sido repetida cientos de veces, por ejemplo, por Nicolás Guillén y Cuauhtémoc Cárdenas (Cuau sólo hasta hacer). Los mejores experimentalistas colgaron los tenis hace años y han heredado un arte cadavérico. ¡Dios!, no resta sino aspirar a ser juez de concurso literario o árbitro femenil de la Primera A. El siglo XX ha colocado a escritores y escribidores en un nivel deplorable. Suerte que no estarán solos, esa mediocridad ya la habían alcanzado los historiadores siglos atrás, esos obsesivos de la repetición instantánea.

Acaso quede la psicología como ciencia experimental con alcances creativos y novedosos potenciales, se acercaría así a esa materia soberana, suprema e inifinita que es el arte culinario.

¡Idiota!, el aceite de oliva se echa cuando el sartén está caliente, y los tomates picados en cuartos tienen que taparse antes de que empiecen a quemarse... ahora se incorpora el ajo molido... así. El spaghetti va después, se revuelve con los tomates cuando éstos ya se han deshidratado lo suficiente. El caso es que si no se tapan, no tomarán ese sabor dulzón que ahora sabes que es el que pretendemos, se convertirán en simples tomates asados que cualquier vaquero hace los domingos con su carnota asada. Ahora que ya se hizo la mezcla, agrega un poco de media crema, sal y queso parmesano. Ahora saca los condones... perdón, debí decir el chianti reserva 1999 (es la que se encuentra en el mercado nacional). Antes de servir, tuesta el pan de ajo y, en su punto, úntale (al pan no a esa persona) un poco de mantequilla (no cometas la nacada de sacar la margarina Primavera) y espolvoréale condimento italiano (sí, el mismo que se utiliza para la carne a la bolognesa). ¿Ves?, la cosa ya está tomando forma y tu acompañante estará al borde con esta "sofisticación". Falta la ensalada. Fácil: lechuga picada en cuadros de una pulgada (es un decir, wey, guarda esa cinta de medir y calcúlale), es todo, de tomate ya estuvo bueno, sólo agrégale un poco de ese aderezo que preparaste anoche con las medidas que llevo meses diciéndote: media taza de aceite de oliva, una taza de vinagre de Módena y media cebolla en rajas. ¿Ves dónde estamos ahora, en la noche anterior? ¿Pensabas que la vida es como ir a McDonald's y creer que obtuviste una comida en 120 segundos y ya por eso "vives"? ¡Noooo imbécil!, las rajas de cebolla apártalas, nomás eran para darle sabor al aderezo!

Bien ahora sirve el spaguetti, la ensalada y la copa de chianti que ya tiene sus 5 minutos desoxiribonucleicamente aireándose. No digas nada, ni saques galletitas o quesito, no eches a perder la noche. No seas tú quien dé la primera opinión... Tú solamente mantén la jeta como si hubieses servido unos infértiles McTríos y espera unos segundos...

No prestes atención a lo que dice. Serán cumplidos por lo común, estupideces acaso. Empieza a comer también, con una hipócrita expresión de que este platillo es lo que acostumbras comer a diario.

Enseguida inicia una conversación fuera de serie. Digamos... la captura de langostas. Je. Pocos saben que se requiere equipo de buceo, spotlights submarinos y cierta destreza para desempeñar esa tarea. Aborda el tema como si estuvieras hablando de algún tema trillado, digamos publicar un libro. Comienza explicar la regla número uno del buceo: el buceo es como hacer el amor: la primera vez nunca lo hagas a solas (después Dios dirá). Claro, porque esta persona necesita saber que pasando los 30 pies de profundidad la presión se multiplica en dos atmósferas y después de los 60, en tres. Y claro, los tanques tienen dos reguladores, el más importante posee una membrana automática, programada para administrar el aire al usuario en función de la profundidad. Jamás dejes de respirar, torpe, no es un snorkel.

En este punto, sáltate los pasos tres, cuatro y cinco del buceo, y colócate frente a la langosta (queda más spaguetti, puedes servirlo ahora que aún está caliente). Las langostas poseen puntos fosforescentes en las antenas (son los ojos, en realidad), de modo que no hay forma de confundirlas, pero, alerta, tiene también unas antenas secundarias que actúan como sensores que captan los movimientos bruscos a su alrededor. La operación es simple: el spotlight se va acercando lentamente al crustáceo que estará lampareado como una vil liebre de desierto enmedio de la carretera cuando se aproxima un trailer, inmóvil y a merced de tu otra mano que, cautelosamente, se va acercando lentamente sobre su cola (la de la langosta, no la de tu acompañante). Aquí viene una regla básica: cuando la mano que va a ejecutar la captura se encuentre a un par de pulgadas del lomo del animal, intempestivamente, ¡presiona contra el suelo su cuerpo! Déjalo patalear, que se revuelque, ha sido inmovilizado y ahora no resta sino meter los dedos debajo de la presa y sujetar con fuerza. Recuerda que tus guantes son inmunes a los filosos filamentos de su caparachón y a las puntiagudas espinas de sus patas y antenas. Una vez capturada, la langosta seguirá luchando por escapar, sentirás la fuerza que despliega una especie inferior por su supervivencia. (Sirve mas chianti), pero no aflojes la fuerza por nada del mundo, no antes de haber abierto la bolsa que traes atada al cinturón y haberla introducido ahí.

¿Interesante, no? Las cosas llegaron a su punto. Agrega, si quieres, algún detalle de cómo regresar a la superficie y da por terminado el relato. Lo demás vendrá por cuenta propia. La charla ha terminado por ceñirte una corona real y no resta mas que deambular por los territorios conquistados. Ahora mantén a la mano los condones, ellos suelen olvidarlos. Una cosa más que no hay que olvidar, recuerda los sensores, presiona cuando estés a dos pulgadas del animal, nunca antes. Intempestivamente. Don't forget it, la literatura está desgastada.

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