jueves, agosto 24, 2006

CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA SUBMARINO
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___Llegamos el viernes por la noche. Descargamos el equipo y acampamos a escasos metros del agua. El rumor de la marea y la oscuridad crean un ambiente propicio para beber cerveza, hablar hasta por los codos y reir como en el circo. Además, el clima era muy favorable, con rachas de viento que obligaron a anclar las lonas que sirven de sombra y protección.
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___Juan Carlos, Jorge, Pancho, René y Efraín son buzos experimentados, algunos de ellos se han sumergido en Los Cabos, el Caribe, las Bahamas y algunas islas del Pacífico central, sus bitácoras cuentan con cientos de horas de inmersión pero no ocultan su predilección por el Mar de Cortés donde, lo dicen con vehemencia, existe una variedad de vida animal y vegetal única. Y es cierto. .
___El Himalaya es una playa rodeada de cerros ubicada entre Guaymas y Bahía de Kino, cuya característica es que a unos cuantos metros de la playa se encuentran profundidades idóneas para el buceo. El lugar generalmente se encuentra solitario pues sus accesos, a través de cerros erosionados por la lluvia, obliga a utilizar vehículos de doble tracción y a conocer bien los caminos de terracería. Nuestros amigos, sonorenses radicados en Arizona, contaban con dos Avalanchas Chevrolet, un pickup Chevrolet 4X4 y un Jeep 4X4; por su parte, Juan Carlos, herrero de profesión, llevó su remolque fabricado por él mismo, con 25 tanques de buceo, balsa, estufa, lámparas, y la parafernalia propia de este deporte que no es cualquier cosa.
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___El sábado temprano armamos la lancha, una balsa inflable y ligera como las utilizadas por la naval estadounidense; el motor, un Evinrude de 1957, tosió un poco al encenderlo y mostró algunos de los achaques propios de la edad, sin embargo se portó con decencia. Cargamos el equipo y partimos a El nido del águila, un peñón cilíndrico de unos 20 metros de altura que sale de la superficie marina frente a los cerros lamidos por la marea; en la parte alta se encuentran tres grandes nidos de águila que parecen cuidar el precioso panorama que se observa en contorno. Anclada la balsa, puesto el equipo y echados todos al agua listos para sumergirnos, tuve la mala fortuna de ser atacado por un calambre en la parte posterior del muslo derecho, donde sufrí hace tres años un fuerte desgarre muscular jugando futbol. Pese al esfuerzo por superar la molestia y al apoyo de mis compañeros, el calambre no cedía. Decidí regresar a la lancha y permanecer a bordo mientras el resto hacía su rutina. Así fue. Me quedé en la balsa, me puse a hacer ejercicio y estiramientos, y poco a poco pude soportar el peso de la aleta. Bajé de la lancha, me puse el snorkel y cautelosamente comencé a descender para probar mi pierna. Por fortuna pude recuperarme y estar listo para la siguiente inmersión.
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___Mis compañeros subieron a la superficie después de 65 minutos de estar bajo el agua. René llevó su cámara subacuática profesional y tomó docenas de fotos que espero poder subir pronto aquí. Todos subieron ansiosos por contar lo que vieron abajo, contentos, con esa emoción indescriptible que despierta el buceo. Bajaron a 49 pies de profundidad y, gracias a la computadora de pulso de Jorge, pudieron promediar profundidad de inmersión y permanecer más de una hora sumergidos, optimizando sus propias capacidades. Recuerden: a mayor profundidad es menor el tiempo de buceo aconsejable, de modo que la computadora (proporciona adicionalmente otros datos importantes como la temperatura) indica con exactitud el tiempo razonable de que se dispone sin riesgos aleatorios.
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___Bucear es algo sobrenatural. El ser humano no tiene capacidad inherente para estar debajo del agua más de un par de minutos; es uno de los límites que ha vencido el ingenio, como volar en un planeador o descender en paracaídas, como conducir un automóvil a 300 kilómetros por hora: Se desafían las leyes de la naturaleza, se violentan las leyes de la física, se redefinen los conceptos de límite y de resistencia. Y eso es muy emocionante. En ese sentido, bucear es un acto prometeico y la emoción que produce es muy personal; una sensación de superioridad frente a la idea corriente de límite, un acto de superación individual extraordinario. Esta alteración de las capacidades “naturales” permite algo fascinante: observar e interactuar con la fauna y la flora marinas, de lo que hablaremos más adelante.
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___La tarde del sábado, repuesto ya de mi calambre, nos internamos nuevamente para rodear el “hongo”, es decir, el cerro contiguo carcomido por la marea cuyo espectáculo de colores es tremendo. Creo que no descendimos a más de 35 pies, suficiente sin embargo, para observar mantarrayas, merluzas rayadas, pez globo, cabrillas, peces de todos colores y pulpos preocupados por permanecer en sus cuevas bien camuflados. Pero la cámara de René no estaba dispuesta a perder detalle. Uno de los momentos más emocionantes fue descubrir el escondite de una morena, una serpiente verdosa de aspecto poco amistoso que mostraba sus colmillos cada vez que sentía invadido su hábitat. Vano fue nuestro intento por atrapar un pez globo que escapó airoso eludiéndonos.
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____Mañana continuamos. ¿Qué hora es?

3 comentarios:

Manuel dijo...

ATM
Y efectivamente, ya es mañana


Saludos y a descansar del descanso

Erika Mergruen dijo...

emulando a la morena, aquí saliendo del escondite. Saludos a beautifulland :p

nacho dijo...

Manuel, efectivamente he andado como perro atropellado... es la "bola".

Érika: gracias por visitar... me gustó eso de "emular a la morena", je. un beso.