IDEAS QUE VIENEN A DEMOSTRAR EL PRINCIPIO DE LA INDEMOSTRABILIDAD (a manera de autorrefutación)
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___Hay cosas que escribo que yo mismo tardo en entiender. Mi terapeuta, también recopilador desinteresado de mis textos, sin quien mi labor escritural sería una ensalada de locos (tomen nota de la sencilla enunciación "sin quien", forma hasta hoy inédita en este blog que, espero, no pase desapercibida para él. -Yo la archivaría en mi siempre recordada sección de "textos para olvidar"-), ha hecho maravillas de las que desafortunadamente no dispongo de fotografías suficientes.
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___Hay cosas que escribo que yo mismo tardo en entiender. Mi terapeuta, también recopilador desinteresado de mis textos, sin quien mi labor escritural sería una ensalada de locos (tomen nota de la sencilla enunciación "sin quien", forma hasta hoy inédita en este blog que, espero, no pase desapercibida para él. -Yo la archivaría en mi siempre recordada sección de "textos para olvidar"-), ha hecho maravillas de las que desafortunadamente no dispongo de fotografías suficientes.
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___Estas aparentes incongruencias no causan conflicto en mis conflictos inherentes, excepto porque pueden llevarme a cuestionar todas mis... esperen... descubro ahora que las pinturas de Diego Rivera que circundan el tema de los alcatraces están llenas de un significado inesperado. ¡Diego Rivera pinta alcatraces gigantescos que exceden la capacidad manual de sus jóvenes modelos (indígenas, por cierto)! ¡Oh, Dios, Diego es un reordenador de sentidos!
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___En su momento (el momento de Dios, no el de Diego), yo había adelantado que Diego era un muchachito atrevido que desconocía el papel que la historia parecía asignarle. No abundé más, pero para mí su arte era una jugarreta. Su idea del momento histórico que le era asignado era un caleidoscopio. Y aquí es importante subrayar mi experiencia con los caleidoscopios. Mi experiencia al respecto se reduce a dos momentos, tan cruciales como diletantes. Aquí los explico:
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___En su momento (el momento de Dios, no el de Diego), yo había adelantado que Diego era un muchachito atrevido que desconocía el papel que la historia parecía asignarle. No abundé más, pero para mí su arte era una jugarreta. Su idea del momento histórico que le era asignado era un caleidoscopio. Y aquí es importante subrayar mi experiencia con los caleidoscopios. Mi experiencia al respecto se reduce a dos momentos, tan cruciales como diletantes. Aquí los explico:
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___Era un rumor a todo volumen que mi padre sostenía amoríos con una joven maestra que impartía Biología I y II en mi secundaria (en ese entonces, cursaba yo el I) . El rumor había cobrado fuerza a raíz de un incidente de tránsito que apareció en la primera plana del diario local. Después de ese incidente pude corroborar la confianza en mi padre en las maestras de Biología, pero todas las ideas y la parafernalia alrededor del asunto quedó en la memoria como imágenes encimadas y autorreflejantes, propias pues de un caleidoscopio.
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___Dos: El día que accidentalmente mi amiga Lupita se lanzó a cruzar por debajo la plataforma del muelle del puerto de S.F., y que, pasados algunos minutos no aparecía, abandoné toda esperanza y formalidad y me lancé con el firme propósito de encontrarla. Tomé aire como un desesperado y jamás pensé (en ese momento) que gozaría de la oportunidad de escribir sobre el asunto. Ahora que escribo sobre ello, pienso que la aseveración literaria "jamás pensé" guarda acotaciones inesperadas (lo inesperado llega a final término ahora que escribo sobre ello, aunque esto sale sobrando y será motivo de discusión ulterior con mi terapeuta). De no haberla salvado, mi vida académica cargaría sobre sus hombros una tacha inexcusable, pese a que mi vida académica carece de significado. Según mi terapeuta, la autoestima es una categoría pequeño-burguesa que carece de significado para los miembros de las clases productivas (obreros y campesinos). En esto, mi terapeuta y yo hemos sostenido diferencias que se remontan a la conceptualización de los inicios de lo que absurdamente se denomina era cuaternaria (asunto sobre el que no trae caso abundar por ahora).
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___Dos: El día que accidentalmente mi amiga Lupita se lanzó a cruzar por debajo la plataforma del muelle del puerto de S.F., y que, pasados algunos minutos no aparecía, abandoné toda esperanza y formalidad y me lancé con el firme propósito de encontrarla. Tomé aire como un desesperado y jamás pensé (en ese momento) que gozaría de la oportunidad de escribir sobre el asunto. Ahora que escribo sobre ello, pienso que la aseveración literaria "jamás pensé" guarda acotaciones inesperadas (lo inesperado llega a final término ahora que escribo sobre ello, aunque esto sale sobrando y será motivo de discusión ulterior con mi terapeuta). De no haberla salvado, mi vida académica cargaría sobre sus hombros una tacha inexcusable, pese a que mi vida académica carece de significado. Según mi terapeuta, la autoestima es una categoría pequeño-burguesa que carece de significado para los miembros de las clases productivas (obreros y campesinos). En esto, mi terapeuta y yo hemos sostenido diferencias que se remontan a la conceptualización de los inicios de lo que absurdamente se denomina era cuaternaria (asunto sobre el que no trae caso abundar por ahora).
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___Los caleidoscopios mentales son fenómenos binarios de los que tengo pruebas exhaustivas. Acierto y error. Si o no. Metralla de exámenes freudianos sin límite de tiempo. Sopa de contrariedades de la conducta en horario de 7 a 14 horas.
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___Salvé a Lupita. Hacía 14 años que mi padre había muerto. El hijo de la maestra de Biología I y II era ya un púber precoz, pero las imágenes parecían encimarse unas con otras dando lugar a novedosas formas en que las recordaba. Por otra parte, escribir sobre las notorias facultades de mi terapeuta para revelar esta modalidad en que se prepresentan las imágenes mentales sigue rebasando toda proporción, y yo, ajeno a los vaivenes de la materia, recluido en mis propia reberveraciones mentales, no puedo menos que subrayar una sentencia a todas luces demostrable: hay cosas que escribo que tardo en entender, especialmente aquellas que no estaría en condición de demostrar.
___Los caleidoscopios mentales son fenómenos binarios de los que tengo pruebas exhaustivas. Acierto y error. Si o no. Metralla de exámenes freudianos sin límite de tiempo. Sopa de contrariedades de la conducta en horario de 7 a 14 horas.
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___Salvé a Lupita. Hacía 14 años que mi padre había muerto. El hijo de la maestra de Biología I y II era ya un púber precoz, pero las imágenes parecían encimarse unas con otras dando lugar a novedosas formas en que las recordaba. Por otra parte, escribir sobre las notorias facultades de mi terapeuta para revelar esta modalidad en que se prepresentan las imágenes mentales sigue rebasando toda proporción, y yo, ajeno a los vaivenes de la materia, recluido en mis propia reberveraciones mentales, no puedo menos que subrayar una sentencia a todas luces demostrable: hay cosas que escribo que tardo en entender, especialmente aquellas que no estaría en condición de demostrar.
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