¡¡756!!

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___Pocos se percataron de los graciosos saltos que daba el correbolas de los Gigantes de San Francisco, las más de 4o mil miradas se dividían entre observar al gigante negro de cuarenta y tres años que preparaba la procesión de cuatro bases, y la batalla campal en el graderío del jardín derecho preparando la posesión del trofeo de las costuras rojas.
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___Fue un giro atlético, poderoso, una concentración superlativa que se prolongó en el impasse que los jonroneros sienten cuando hacen el gran contacto con la bola no regresará a la grama. El gigante se detiene en un ritual de calma y sosiego, observa el trayecto de la pelota y empieza a recorrer las bases con un trote de semental consagrado, lento y seguro, casi aminando a home, como quien tiene en su poder un pokar de ases. La imagen contrastaba con el gesto del pitcher que agachaba la cabeza sabiendo que su nombre llegaba a la historia por una puerta trasera.
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___Los brazos al cielo, los puños apretados en lo más alto, como un vencedor olímpico de otros tiempos. Los fanáticos ya estaban de pie cuando se escuchó el trallazo, los comentaristas repasaban los discursos preparados semanas atrás y los vendedores de camisetas conmemorativas hacían cuentas alegres. 756 home runs convirtió a Barry Bonds en el mandamás del béisbol, el rey vuelacercas de todos los tiempos, el pedestal que mirará desde la altura las gorras de Lou Ghering, Baby Ruth y Hank Aaron.
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___Si Barry Bonds consumió esteroides o sustancias que hoy se prohiben por acuerdo de los organismos deportivos internacionales, resulta nimio. EU necesitaba con urgencia de un superhéroe y ya lo tiene. Me pregunto si habrá resucitado mi olvidada pasión por el béisbol. Es posible.
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___Sobre las aguas de la Bahía de San Francisco, decenas de kayaks se dirigían alicaídos al muelle. El home run de Barry no rebasó las gradas. Un sueño termina. La ironía: Gigantes de San Francisco perdieron el partido del récord por 8-6 ante Nacionales de Washington. ¿A quién le importa?
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