sábado, abril 02, 2005

PREMONICIONES


Esa parroquia es sui géneris. Si alguien les pregunta cuál es el siginificado de "sui géneris", digan que es la parroquia que se narra a continuación; una vez decididos a decirlo, traten de hacerlo de forma que no se preste a confusión. Su arquitectura es moderna: el techo de dos aguas cobra una altura considerable, se observan vitrales alargados en las paredes y es notorio que está construida toda de ladrillo rojo. Destacan las figuras de Cristo y el Padre en madera, suspendidas en la pared del altar.

Una vez, antes de que colocaran las figuras que hoy vemos pintadas sobre enormes láminas de tela que semejan iconos a imitación del medioevo gótico, mientras se oficiaba la misa de las 8 de la noche, un halcón cola blanca se paseaba a lo largo de la nave principal llamando la atención de todos; sobre el altar, se posaba en un resquicio que sobreasale en el rosetón del vitral que remata las figuras centrales de madera, y luego regresaba a posarse en alguno de los tirantes de acero que conforman el esqueleto de sobre el que descansa el techo. Iba y venía buscando insitentemente una salida que, obviamente, no encontraría.

Deducir cómo había entrado el halcón al recinto era fácil y los compañeros del coro se reían. Es decir, reíamos porque el sacerdote no podía sustraerse de aquella curiosa intromisión. El halcón se introdujo en la parroquia involuntariamente, persiguiendo a las palomas que habitan en derredor del edificio; una vez adentro, el ave cazadora busco la altura que le es natural pero en vez del cielo abierto encontró una prisión imprevista, luego, el flujo de personas lo disuadió de regresar al nivel del suelo, donde encontraría la puerta de escape.

No sabemos cómo expulsaron al halcón. El caso es que hoy a la una de la tarde, nos encontrábamos de nuevo reunidos en el ala izquierda de la nave principal, cantando la misa de primera comunión de Camila y Héctor, a quienes nuestra familia aprecia de verdad.

La misa dio inicio y cuando volteé instintivamente a ver el rosetón donde se posara el halcón meses atrás, escuché al sacerdote decir: "hace diez minutos murió Juan Pablo II". La gente agachó la cabeza y algunos nos miramos unos a otros. Luego, las cosas continuaron su curso.

Por eso lo decimos, esa parroquia es sui géneris. Ustedes también pueden decirlo.

2 comentarios:

nacho dijo...

Gracias por tus comentarios, Iria. Un saludo.

Martínez dijo...

Que relato tan hermoso. Nos vemos en Jornadas Binacionales de Literatura. Un saludo. www.deljuan.blogspot.com