lunes, julio 21, 2003

FICCIÓN Y REALIDAD, EL OFICCIO DE POSTEAR

No he posteado últimamente, se habrán dado cuenta mis amigos, algunos me han reclamado, a otros les vale. A mí no. Tengo un vínculo especial con el blog porque he descubierto muchas ventajas en todo este marasmo de la publicación instantánea. Ya he hablado de eso, así que no voy a repetirlo.

En el curso de la semana discutía con un bloguero sobre la pérdida de interés en el blog al cabo de tres o cuatro meses de actividad, el desgaste de la emoción inicial de saberte "escrito, publicado y leído" en forma express. Yo alegaba que el fenómeno del "cansancio del bloguero" (así lo llamaremos) se debe principalmente a la ausencia de discusión que prevalece en el medio. Han habido algunas discusiones memorables, sí, algunas polémicas hiptnotizantes, también, pero, desafortunadamente, han sido las menos.

Una parte considerable de los blogs lo son las bitácoras anecdóticas personales, diarios íntimos que no dejan de tener su legión de simpatizantes sistemáticos y que permanecen en la blogósfera en su militancia individualista. En ellos aparece un fenómeno curioso. Aunque los diarios personales, como se concebían hasta fines el siglo pasado, no están exentos de mezclar realidad y fantasía, en el caso de los diarios blogueros resulta evidente que conllevan una fuerte dosis de ficción. Es casi una norma. La razón estriba, quizá, en el hecho mismo de saber que los textos serán leídos inmediatamente por algún (os) lector (es), de tal manera que el autor busca lograr una impresión, impresionar al lector del otro lado de la red.

No sería entonces descabellado denominar impresionista a la tendencia natural de los blogueros de jugar con esa mezcla de ficción-realidad, sabedores de que no existe juez que pueda censurar los textos a la velocidad y volumen en que aparecen. "Puedo escribir tal cosa impunemente"; de esta manera "puedo ganar más lectores", "nadie sabrá que estoy exagerando un poco", parecen ser razonamientos de esta lógica. El latinoamericano goza de una particular inclinación a la mitomanía, una herencia probablemente de la baja autoestima e ignorancia de quienes colonizaron estos lares. Esa tendencia a trastocar los términos de la realidad es tan transparente en quienes blogueamos, que resulta ocioso detenerse a corroborarlo. Ustedes lo saben. No me refiero a quienes publican deliberadamente ficción (cuentos, relatos, etc.) Hago hincapié en que no se falsea la realidad por amor a la ficción, por la ficción misma, simplemente se falsea por fines de simple lucro personal. Es fenoménico.

Por otro lado, los blogs de quienes se consideran a sí mismo escritores, salvo contadas excepciones, parecen irse apagando lentamente, prefigurando un aparente conflictode interés entre el escribir en este medio virtual y el de papel y tinta. Pienso que ese desapego paulatino desaprovecha un medio interesante para publicar reseñas, comentarios, proyectos, etc., sobre literatura, cine, teatro, música, política, fotografía, etc., que, por otro lado, despiertan el interés de un importante sector de blogueros.

Sin pretender agotar las categorías de blogueros en esta diferenciación, es obvio que en todos los casos lo que despierta la atención de los lectores potenciales es el manejo hábil del lenguaje. Esta habilidad no se reduce únicamente a la observancia de las reglas orotográficas, sintácticas, etc., sino especialmente a la transparencia del discurso, y la transparencia del discurso se encuentra en relación proporcional con la honestidad de quien escribe. En su caso, la verdadera honestidad de quien escribe no se fundamenta en cierta "sinceridad de sentimientos", sino, ante todo, en el respeto que debe existir por la inteligencia de quien lee.

Puedes escribir como Bukovski, si gustas (y si puedes), pero, como Bukovski, no pierdas de vista que no escribes para retardados (si no es el caso).

Recuerdo un sabio consejo de Rafa S: "No postees sobre tu vida, postea sobre la vida, its different".

("Humphrey, olvidas un ingrediente fundamental en el acto de postear: el humor" -Es cierto, pero el humor hay que incluirlo en esa parte que dice 'el respeto que debe existir por la inteligencia de quien lee'-).

¿Qué hora es?

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