jueves, julio 08, 2004

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FRAGMENTOS DE UN DÍA PERFECTO

Sí...
el mundo es tan perfecto.

Instantes de alivio
mitigan ciertas noches de insomnio,
mientras las madrugadas acunan promesas
y los mediodías cultivan
lamentos vehiculares.

Ya ha sonado el timbre
y unos estudiantes en ayunas
acuden a escuchar sermones académicos
y epilepsias magistrales.

Por todos lados
los checadores ronronean su estribillo.
Lluvias de folios
pantanos de expedientes
anuncian que no habrá tregua esta mañana.
Una ausencia de paraguas
licúa los horóscopos.

Bomberos al rescate marchan
siguiendo el compás de una sirena.
Dos amantes, llamas, humo, fuego,
las cosas que se fraguan
en el diestro escondite
de un hotel barato.
Fue un fósforo
que alcanzó la cortina del matrimonio.
(Oh Dios, ¿cómo pudo pasar?)

Apenas son las diez de la mañana
y el mundo sigue perfecto.

Unos turistas negocian cheques de viajero
en el restaurante equivocado.
Qué temprano.
Los bancos abren sus fauces
y en la esquina la madona observa
los pantalones del payaso que escupe fuego.

Un periódico manoseado declara "buenos días"
diciendo que el narco es cosa seria
y que el presidente dio un mal paso.
Lo cuelo entre mis manos
y atrapo limpiamente los suspiros deportivos.
Una nota de espectáculos
me ha guiñado el ojo izquierdo.

No sé... pero siento
que el mundo es muy perfecto.

Aprovechando la atención del árbitro,
solicito cambio, me duele mi tobillo,
todos se hacen preguntas...
salgo del estadio como del partido
en plena mitad de la semana.

Qué importa, me largo,
el mundo es tan perfecto
que puedo imaginarme cualquier cosa.

Vago entre lentejuelas
de patrullas y prisas ciudadanas;
entre anuncios dinosáuricos
y relojes descompuestos.

"Adiós", digo,
"adiós", y meto cambios
y me largo
y salgo hacia un hábitat formado
de cerros taimados y maleza imperturbable.

Y acelero, y meto más cambios
y decido que el mundo es tan perfecto
y tan proclive
que nadie en sus cabales
y en sus ansias
debiera ser sordo
y temeroso
de ser alcanzado por su abrigo.

Yo, que soy discreto,
no cuento qué ha pasado
aquella tarde de estampida.

Si la duda te embarga...
amigo mío, visita el cementerio
este noviembre
y busca un epitafio bermejo y desteñido

Es la nota roja del diario matutino
que anuncia que ese día perfecto
he sido despedido.

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