viernes, julio 30, 2004

.
APUNTES SOBRE LA TORRE DE BABEL

A David Miklos

Nunca tuve a mi alcance la reseña de David Miklos de Madame Bovary de Gustav Flaubert, luego de su promesa (de David, no de Flaubert) de leer la obra en francés. Esta, mi ignorancia, es quizá una de las cosas que ha prohijado su ausencia del blog.

Aunque la discusión sobre la calidad de las traducciones (hablando en términos generales) no es nueva, la comparación de varias versiones no es de ninguna manera ociosa. Existen sin duda versiones que reflejan de manera más fiel la intención narrativa del autor. Aún sin tener a la mano la versión francesa (y aceptando por adelantado nuestra lejanía por el francés), en los párrafos que veremos a continuación, podemos comparar los giros idiomáticos, las inflexiones verbales y aún los diferentes sustantivos que son empleados por traductores distintos.

Aclaro que los párrafos citados a continuación fueron tomados al azar; este ejercicio de ninguna manera pretende implicar que quien escribe haya leído a conciencia todas las versiones citadas de la Bovary, de ninguna manera. Se trata tan solo de una (h)ojeada a vuelo de pájaro.

Es el estilo del traductor el que muchas veces interfiere, involuntariamente, quiero creerlo, en el proceso de proyectar las ideas originales del autor. Un novelista como Gustav Flaubert, empeñoso indagador de ambientes, detalles pintorescos y complicadas actitudes humanas; obsesionado por encontrar frases precisas, descripciones exactas, adjetivos inequívocos, llevará siempre una kilométrica ventaja respecto de los traductores de sus obras. Los traductores, por su parte, encontrarán una tarea nada fácil en reproducir el paciente y meticuloso esfuerzo del autor por elaborar una novela de alcance universal.

De otra forma, si las traducciones de textos literarios conllevan siempre el peligro del subjetivismo, en el caso de Flaubert, los traductores corren un riesgo adicional: el de sucumbir ante la tentación de simplificar el profundo significado de su metáfora o el oculto matiz de su alegoría. Veamos los ejemplos:


... "Se le ve desde lejos tendido a lo largo de la rivera como un vaquero que sestea a la orilla del agua".

Edimat, Editorial Sopena.


... "Se le ve de lejos, acostado a lo largo sobre la rivera, como un guardián de vacas que sestea a la orilla del agua".

Edimex, 1998.


... "Se divisa desde lejos, como si fuera un pastor de vacas que estuviera durmiendo la siesta tendido a orillas del río".

Editorial Origen, 1983.


... "Se ve éste a lo lejos, tendido a lo largo del ribazo como un boyero que echa su siesta junto al agua"

Editorial Porrúa, Colección "Sepan cuántos..."



En este caso, al inicio del primer capítulo de la segunda parte, comenzamos a notar algunas diferencias menores en cuanto a conjugación verbal y en la definición de ciertos objetos.

Otro caso, el párrafo final de la primera parte:


... Se quedó mirando como ardía. Las pequeñas bayas se incendiaban, el hilo de alambre se retorcía, se fundía la cinta. Hasta que las corolas de papel, retorciéndose y columpiándose sobre los hierros de la chimenea, acabaron levantando el vuelo campana arriba como mariposas negras.
Cuando dejaron Tostes, a primeros de marzo, Madame Bovary estaba embarazada.

Editorial Origen, 1983.

... Lo miró arder. Los rellenos de cartón estallaban, los hilos de alambre se retorcían, los galones se fundían; y las corolas de papel arrugadas ascendían a lo largo de la plancha como mariposas negras y acababan por perderse en el tubo de la chimenea.
Cuando Emma y Carlos salieron de Tostes, en el mes de marzo, la señora Bovary estaba encinta.

Edimex, 1998.

.. "Emma lo miró arder. Los pequeños tubos de cartón estallaban, los hilos de alambre se retorcían, se deshacían las cintas y las corolas de papel apergaminadas, balanceándose sobre el fuego como mariposas negras, acabaron por desaparecer chimenea arriba.
Cuando salieron de Tostes en el mes de marzo, la señora Bovary estaba encinta".

Edimat, Editorial Sopena.


... "Emma lo miraba mientras ardía. Las bolitas de cartón estallaban. Los alambres se retorcían y la trencilla se derretía, y las corolas de papel, acartonándose, se columpiaban a lo largo de la chapa como mariposas negras, hasta que subieron volando por la chimenea. Cuando salieron de Tostes en el mes de marzo, la señora Bovary estaba embarazada".

Editorial Porrúa, Colección "Sepan cuántos..."



Un ejemplo más: la narración de la muerte de Eloísa, primera esposa de Carlos Bovary, al final del segundo capítulo de la primera parte.

... "Pero la cosa ya no tenía arreglo. Ocho días más tarde, cuando estaba tendiendo la ropa blanca en el patio, tuvo un vómito de sangre. Al día siguiente, cuando Charles estaba a punto de correr las cortinas de la ventana, de espaldas a su mujer, ella dijo: '¡Ay, Dios mío!', lanzó un suspiro y perdió el conocimiento. ¡Qué cosa más sorprendente!, resulta que estaba muerta".

Editorial Origen, 1983.


... "El daño estaba hecho. Ocho días después, estando Eloísa tendiendo ropa en el patio, fue invadida por una oleada de sangre, y al día siguiente, mientras Carlos, vuelto de espaldas, corría la cortinilla de la ventana, se la oyó decir: '¡Ah, Dios mío!', exhaló un suspiro y se desmayó. Estaba muerta".

Edimex, 1998.


... "Pero el mal ya estaba hecho. Ocho días después, mientras tendía la ropa blanca en el patio, Eloísa tuvo un vómito de sangre y al día siguiente, cuando Carlos, vuelto de espalda, se disponía a correr la cortina de la ventana, su mujer lanzó un '¡Ay, Dios mío!', exhaló un suspiro y se desvaneció. ¡Estaba muerta! ".

Edimat, Editorial Sopena.

No hay comentarios.: