viernes, julio 16, 2004

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MORBO, OCIO Y FICCIÓN
 
     Cuando Rosario Castellanos escribió Balún Canán hizo una especie de flashback con algunas vetas autobiográficas (nunca se tienen todos los pelos de la burra en la mano) y las mezcló con algo que siempre está inmerso en el relato vital: lo que tuvo que ser. Es decir, imaginación, reconstrucción probable de los hechos, aquello que se presume dará verosimilitud al relato.  Pero, menudo enredo, ¡cada una de las vidas es inverosímil!, con giros inexplicables e inéditos.  Peor aún aquellas de personajes célebres (¡muchos adquieren celebridad tan sólo por sus biografías!).
 
    Quien relata una biografía, intenta adecuar las cosas pensando en el escucha-lector. Esta adecuación, que no es sino una inadecuación de la realidad, una especie de traducción, introduce aún sin pretenderlo, el contagioso virus de la ficción. Contaremos ciertas cosas ciertas de forma que efectivamente parezcan ciertas, que "tengan su lógica".  Luego entonces, nos vamos por el camino de magnificar aquellos sucesos, eventos, etcétera, que reafirmen la tesis que sustenta nuestra biografía (con frecuencia los referentes no son sino retazos de nuestra visión autobiográfica).
 
     La crisis de la novela tradicional, esa que padece la inherencia genética del realismo decimonónico, condujo al experimentalismo de las vanguardias. Éstas bregaban con la anomalía que se deriva de la paradoja realidad-ficción. Muchas de estas vanguardias creyeron haber horadado la barrera de la tradición violentando las formas léxicoestilísticas, las ortográficas o las sintácticas.  Se abrieron caminos curiosos y sorprendentes, pero la vulnerabilidad a la recurrencia del realismo nunca se curó del todo. Y es que es imposible. La paradoja reside en que la estructura del pensamiento racional establece formas preconcebidas de acción y de abstracción. El elemento incoherente, inadaptado, etcétera, es aceptado sólo como accidente transitorio no como forma de vida; más aún, el accidente no viene sino a confirmar la necesidad de la coherencia.  Las caguamas o las langostas recorrerán las mismas rutas submarinas que obedecen hace miles de años en su migración, como si "conocieran" el camino antes de nacer, sin embargo, son límites electromagnéticos los que definen los cursos de acción de tales migraciones.  Nos guste o no, existen "límites" -quitando la connotación pueril que esto supone- en el universo que definen cierta morfología, cierta geometría de objetos y relaciones, cuya esencia no puede cambiarse de forma arbitraria.  
  
     Así, la representación ficciosa es una alegoría de la realidad.  El sustrato de pensamiento que exige la ficción, por descabellada o sui géneris que se pretenda, es diabólicamente coherente o no es nada. Es cierto, la ficción incoherente crea un universo nuevo: uno sin lectores. 
   
    ¿Qué se exige en la confección de un relato breve? (Minificción le llaman, aunque esta definición soslaya que todo relato es en menor o mayor medida una ficción). Se solicita que el relatillo "cuadre", que no deje huecos. Escribe cualquier fantasía, estupidez o sueño, pero, por favor, dame pistas que yo pueda seguir (dame un poco de coherencia,  my friend, o tu ficción terminará en el bote de la basura).  
 
   Por ello, cada biografía encierra una trama (pre) determinada,  simplemente porque "trama" es un recurso para acercarnos a algo que es inasible: la vida tal como ocurre. Trama es algo que exige punto de vista (focalización), la vida no es una trama.
 
    Igual que cada novela busca crear referentes familiares al lector: lugares comunes, adaptaciones culturales (como por ejemplo, la patética translación de formas de conducta y normas sociales que observamos en, digamos, La guerra de las galaxias u otras adaptaciones agringadas que escurren de Hollywood). Chistes, tics y lugares comunes de la cultura estadounidense actual se trasladan a épocas tan alejadas como el viejo oeste o Troya.  Todo para que la historia resulte "atractiva" a un público (pre)determinado. Trama. Focalización.
    ¿Entienden los indígenas chiapanecos Balún Canán, esa novela sobre "su" vida?
 
    Relaten por ejemplo la vida de Franz Kafka. Generalmente el biógrafo toma partido y "observa" la infancia del escritor checo desde los juicios morales y sociales que se desprende de la Carta al Padre, editada y publicada pese a la oposición de su autor. ¿Pero, qué?  ¿Es la Carta al Padre ficción o realidad? Max Brodi editó y gestó la publicación de esa famosa carta que Franz le solicitó destruir cuando se descendía ya los primeros escalones de su tumba. Para empezar Brodi le puso título a la carta, ¿verdad?  Desvirtuaba así la realidad, con toda impunidad. La realidad era que Franz no quería publicarla, sino destruirla. Luego se levanta un edificio de juicios apócrifos, por decir lo menos,  sobre la vida del autor.  Dicho de otra forma: ¿Es legítima una biografía que base sus tesis en documentos que el autor deseaba destruir?
   
     Hay que tener en cuenta que la representación de la realidad, es decir una representación comestible, disfrutable y digerible, será también desechable. Toda representación es desechable. La realidad tiene existencia propia, independientemente de que nos guste o no. La realidad es indesechable.
    Tengo que irme. ¿Qué hora es?
 
  ("Hora de ir a trabajar, Humphrey, déjate de ficcionadas y encara la realidad: hay que sacar para comer".  -Ok, ok, pero no me apures, ves que la realidad es indesechable-).

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