viernes, noviembre 03, 2006

EL DOS A CERO ES PURO GLAMOUR
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___El marcador de dos a cero es glamoroso. Engaña con facilidad a quien se siente favorecido por él. Pero el 2-0 es también la cara sonriente de una prostituta cara que puede desilusionar rápidamente a su mejor cliente. Digamos que el dos a cero es contorsionista, exhibicionista, adulador, encantador de serpientes, mágico engaño ante los ojos del idiota, ensoñación y vigilia que suele predecir la desgracia.
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___Entre los futbolistas suele aceptarse que el marcador de 2-0 a favor es nocivo para la salud. Lo comprobamos el pasado fin de semana cuando el desafortunado equipo de Santos ganaba con ese marcador al Atlante que no encontraba la cuadratura al círculo. A fuerza de insistir y faltando pocos minutos para finalizar el partido, el Azteca vivió uno de los momentos más emocionantes de este alicaído torneo. Atlante empató. Nadie podía creerlo. Santos llevaba en su haber 17 partidos sin conocer la victoria y parecía dispuesto a romper un récord deficitario. Las cosas cambiaron abruptamente cuando el equipo de la Laguna consiguió el 3 a 2 definitivo. Temblaron las campanas del descenso; la breve afición torreonense que mantuvo la fidelidad a su equipo y lo siguió hasta el monumental estadio de Coapa se convirtió en un manicomio. Los pronósticos rodaron por el suelo y la justicia divina resucitó entre los muertos.
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___No corrió con igual suerte el San Luis pues ya entrado el segundo tiempo daba por un hecho la victoria con hechizado marcador de 2-0 sobre el Querétaro. Sin embargo, el argentino Mauro Gerk hizo la travesura de anotar dos goles al final del encuentro, lo que hizo insuficiente los goles sanluisinos del chileno Navia y del uruguayo Marcelo Guerrero.
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___El 2-0 no es un asunto de táctica o de manejo de la estrategia y los cambios. Mantener a favor ese marcador es un asunto de meras mañas, de jugadas de llano, de huevos, de desplantes histriónicos meticulosamente ensayados como los que solía hacer Nacho Trelles que irrumpía en la cancha para sacar de balance al rival, para marear al árbitro y exorcisar a las furias, para convertir una cancha de futbol en una arena de lucha libre. Glamour puro.
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