A IMAGEN Y SEMEJANZA

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___Volver a los griegos, a la tragedia, a la Ilíada. Los Dioses ejercen su voluntad a capricho. Libran pleitos de familia, tiran a matar sin dañarse; son sus protegidos los que salen perdiendo, los humanos, los mortales, los efímeros. Destruyen ciudades mediante guerras inducidas y arregladas desde arriba, o envían cataclismos. Pueblos inocentes son sepultados bajo ríos de lava o son borrados del mapa por algún maremoto con dedicatoria. Hermosa ironía. Zeus era un neurótico, un histérico como Bush, ansioso por tener el control de todo. Era un ente irascible que exportaba cólera y nepotismo. El Olimpo era un exportador neto de neurosis hacia la tierra de los mortales. La justicia se imponía con unos dados cargados. Curiosa praxis la de estos seres divinos que seguían los dictados de la líbido para terminar decidiendo con un bostezo y actuando con el hígado.

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___El Olimpo fue concebido a imagen y semejanza del hombre. Los Dioses imitaban a los hombres, pero los superaban porque en realidad eran el alter ego de los hombres. Los Dioses, la máxima creación del hombre, su ideal de ego, su síntesis de poder y capricho. Irracionalidad puesta en escena para crear ámbitos de poder, para desplegar negociaciones de esferas de poder: así nace la Partidocracia. El Olimpo es la representación señera de la Partidocracia: el acuerdo del desacuerdo. El reconocimiento de lo irreparable.

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___Vendrán entonces Sócrates y Platón, Esquilo y Sófocles para explicar el caos y desenredar la madeja; para proponer su reforma política: la democracia. La democracia: ese invento que destronó a los Dioses para entregar el poder al Hombre, ese aprendiz. Pero antes de que la razón siente sus reales, el aprendiz optará por el peor de los mundos posibles: el Olimpo terrenal. Vendrá entonces la restauración del Imperio, ese desdoblamiento del Olimpo.

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___Los griegos, los grandes maestros.

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