jueves, junio 12, 2003
¿QUÉ TAN DIFÍCIL ES ESCRIBIR?
Se asume que hay varias maneras de crear un texto literario, que no hay una receta exclusiva. Hablando de escribir literatura: relatos, cuentos, novela, guiones, etc. (sitio aparte merece la poesía que exige trato especial). Algunos escritores sostienen que un texto digno debe ser coherente consigo mismo y disponer y respetar sus propias reglas del juego. En tal caso, se afirma que ese texto es legítimo, es decir, no presenta contradicciones internas insalvables y defiende la esencia de su propio discurso.
Una pregunta se nos viene a la mente: ¿cómo nace ese texto?
Pienso que un texto debe tener cierto cuerpo, debe tener una idea previa general, aunque algunos experimentalistas sostienen que se puede crear un texto espontáneo a partir de la nada -como los que meten palabras, frases, oraciones, los meten en una caja de zapatos, los revuelven y sacan al azar las frases y las acomodan según dicte la suerte. Yo desconfío en absoluto de semejante práctica, así como de aquellos que piensan que la inspiración es la fuente del texto. La inspiración puede ser la fuente de la belleza del texto pero la narración, en tanto texto, es resultado de un trabajo artesanal; hay que trabajar la obra respetando los espacios, hechos y tiempos que el mismo discurso va creando.
Quien se pretenda escritor tiene que pensar con cierto rigor qué va a escribir, calcular la dimensión de lo que quiere decir y proyectar un bosquejo de su narración, generalmente eso no es producto de la inspiración.
Hay quienes afirman que sólo hay unos cuantos grandes temas, si mal no recuerdo, fue Rulfo quien sostenía que esos grandes temas son la vida, el amor y la muerte. Esta premisa me parece igual que decir que hay letras, números y frases. El universo de la literatura bien puede girar en torno a esos grandes "temas", pero la forma de abordarlos es inifinita. Yo agregaría que existen algunos casos invariantes en la literatura: los hechos, los conflictos y los desenlaces. Los hechos, cualesquiera que sean, son la materia prima de todo texto, largo o breve. No hay narración sin hechos. Un texto sin hechos es una aproximación filosófica pero no un relato. En la poesía, por ejemplo, puede no haber hechos como tales y circunscribirse el discurso a meros sujetos abstractos sin temporalidad ni espacio indispensable. En la narrativa el hecho es imprescindible. Pero una historia sin conflictos no sería sino un clon tedioso del aburrimiento. El conflicto convierte el hecho en un ente singular o único. "Anoche fuimos al cine a ver Matrix R., regresamos a casa y cenamos pizza", ¡uf, que gran historia!. Pero decir: "Anoche fuimos al cine a ver Matrix R., al salir compramos pizza para llevar; cuando llegamos a casa nos percatamos de que nos habían saqueado", etc. Esto último no necesariamente es una gran historia, pero el solo hecho de plantear un conflicto imprevisto coloca al lector en guardia y naturalmente le predispone a esperar un determinado desenlace. El éxito de una buena narración depende en buena medida de contar con un desenlace adecuado, pero existen algunos textos cuya conclusión estriba precisamente en la ausencia de ese desenlace. Podemos pensar en algunos ejemplos pero cada quien tendrá los suyos. (continuará).
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