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AGONIZA LA LECTURA, LOS GÉNEROS, EN TERAPIA INTENSIVA (están por el pasillo a la derecha)
Agradezco los comentarios de Edgar, Julio (sueco), PG Beas y mergruen sobre el post de poesía del domingo pasado. Aclaro que mi intención no es crear broncas generacionales, ni echarle el caballo a los jóvenes, en todo caso, las broncas ya existen y los jóvenes tendrían más cosas que reclamar a los viejos, especialmente a los escritores reconocidos (cosa que generalmente no hacen). Busco, eso sí, despertar la controversia en torno a la situación de la poesía y de la literatura en México a comienzos de milenio. Heriberto Y. ha planteado que algunos de los llamados géneros literarios se encuentran en fase terminal; algunas de mis interrogantes apuntan a las causas de la enfermedad de los géneros.
Me arriesgo a decir que el nacimiento de nuevos géneros artísticos, como el cine o la fotografía, redefinen la relación del público con formas de expresión preexistentes. Habría que comparar simplemente el número de horas/hombre que utiliza el ciudadano promedio en ver películas (en las salas o en casa), con las que destina a la lectura de, digamos, narrativa o poesía. El nivel y la cantidad de imágenes visuales que ha vivido una persona que habita casi cualquier ciudad (incluyendo el mundo no occidental) actualmente, no tiene comparación con las escasas imágenes que pasaron por los ojos de los ciudadanos informados del siglo XIX (o antes), especialmente por mediación (mediatización) de la televisión. El cine, en tanto género, se apropia de forma creciente del tiempo de ocio de la población que tiene acceso a otras formas del arte. Peor aún, existe un segmento importante de la población que no tiene otro contacto con la actividad artística que el cine y la música del radio, un sector que incluye jóvenes, obreros, amas de casa, burócratas, etc., que simplemente tiene descartado de su menú de opciones leer una novela o un poemario. Las únicas (tele) novelas que se consumen, a veces con una religiosidad que asusta, son los los bodrios de Televisa y TV Azteca.
En nuestro país, las causas de este fenómeno, el de la agonía de la lectura de literatura, se podrán encontrar en diversos factores: somos vecinos del principal productor de películas comerciales; la cultura de la televisión (gringa) nos ha invadido casi por ósmosis; somos un pueblo con un proyecto educativo positivista impuesto de forma obligatoria; carecemos de figuras literarias que hayan trascendido nuestras fronteras (me refiero a las de nuestros propios estados).
En ese contexto, el gobierno ha implementado diversos programas de promoción de la lectura; se despliega una especie de decreto en favor de la lectura mientras que en los diversos niveles de la educación pública los promedios de aprovechamiento decaen, la lectura se deprime y la ortografía empeora. Es un hecho que enfrentamos un problema cultural profundo y es una realidad que ese problema camina más rápido que nosotros. Pienso que a los intelectuales, preocupados por reclamar premios y canongías al gobierno, no están interesados en abordar el asunto.
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