viernes, agosto 08, 2003

SOBRE EL PAPEL DE LA POESÍA EN JUÁREZ Y EN OTRAS PARTES

A raíz de la discusión de Solzimer y Zerk sobre el papel del poeta frente a su realidad inmediata, que en el caso de los Juarenses es indudablemente el crimen impune contra sus mujeres más indefensas, he estado reflexionando sobre el papel del arte en la sociedad. Viene a mi mente la siguiente cuestión: ¿Debe ser el arte reflejo de la sociedad de origen?, ¿debe el artista ser un vocero de la problemática social que le rodea?, ¿puede la obra del artista permanecer ajeno a su entorno?

En todas las épocas, las grandes obras artísticas trascienden a su entorno cercano. El ojo del gran artista observa en la inmediatez aquellos rasgos que le son universales y permea su obra de puentes comunicantes con el futuro. Goya retrata en Los Desastres de la Guerra, por ejemplo, la calamidad de todas las guerras; la bajeza instintiva que despierta un conflicto infausto, la tragedia humana que envuelve a vencedores y vencidos, la sangre regada de todas las guerras como silencioso epílogo de la vida. Los ojos desorbitados ante la sorpresa de la muerte, los gestos de horror de cara a lo inevitable, y la saña inaudita del más fuerte, plasman la médula de la condición humana en condiciones de oprobio y desgracia. El gran artista captura estos rasgos invisibles, exagera y resume, matiza y recrudece para abrir los ojos de un público de vista cansada y miope, dispuesto a consumir sólo aquello que le es familiar.

El poeta habrá de tener en consideración hechos lamentables como el asesinato enfermizo de las mujeres de Juárez, o el repetitivo crimen de quienes golpean a sus cónyuges a la luz del día, u otros de calaña semejante, pero su propósito no es el de denunciar lo que todo mundo sabe; la sagrada misión que le han encomendado los dioses a los artistas es la de plasmar el mundo que la gente elude conocer y hacerlo de forma bella.

Habla de las muertas de Juárez, si quieres, pero hazlo de tal forma que todo mundo, hasta los mismos familiares de las víctimas, exclamen: "¡Santo Dios!, ¿en qué cueva he estado encerrado todo este tiempo?"

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