sábado, mayo 20, 2006

EL CIRCO DE TRES PISTAS
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___Durante mucho tiempo insistí en ser un payaso. No lo logré y no creo que sea algo que deba celebrar. Fue la época en que escribía posts muy largos pensando que habría lectores interesados en textos que yo consideraba "serios". Pero estaba en un error porque poco a poco fui cayendo en cuenta de que convertirme en payaso no era una tarea tan sencilla como supone la mayoría. Un amigo me dijo por aquellos días que para leer posts tan largos como los que solía escribir en aquellos tiempos necesitaba tener un Gatorade a la mano. Cuando escuché (o leí, ya no lo recuerdo) ese comentario, noté que mi amigo tenía el potencial que yo suponía indispensable para ser lo que yo ya imaginaba que yo mismo no podría alcanzar: ser un payaso. Pero no se lo dije. Callé.
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___Los escenarios siempre me han aterrado, lo saben. Son como un paredón de fusilamiento donde el yo se encuentra arrinconado en su última instancia: el cuerpo del condenado. Carece el pobre yo del tiempo necesario para fugarse, es decir, del tiempo suficiente como para especular. Los sistemas digestivo, circulatorio y renal se descomponen, tienden al caos como nunca antes y traicionan la voluntad impunemente. El cerebro no logra procesar una catarata de imágenes que sobrevienen y que los escritores reducen a la mínima expresión en aras de pretender que pueden narrarlo todo. La hipófisis se confunde, las órdenes se distorsionan y el yo se declara en estado de catalepsia dentro del cuerpo horadado por la ráfaga.
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___Empecé a elaborar posts más breves. Renuncié a mis pretensiones de ser un payaso y me conformé con observar a aquellos que subían a diversos escenarios sin que el pánico los hiciera ver espejismos inicuos o paredones de fusilamiento. Instalados en su papel, veía a mis amigos moverse de un lado a otro interpretando sus rutinas y escuchando los aplausos del público. Después bajaban del escenario, entraban al camerino y observaban en el espejo el sudor que corría encima de la máscara de su rostro. Aplicaban crema, vaselina, gel sobre sus ojos, retiraban las gruesas marcas negras de sombra, la masa blanca del contorno y el bilé rojo encendido de su nariz y sus mejillas. Luego se despojaban de su vestimenta y botaban los absurdos zapatos de plástico, esos cuyos 55 milímetros de longitud los identifica siempre. No podía dejar de observarlos.
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___Pensaba en Garrik, en Renato, en los payasos famosos del circo Ringling Bros., Barnum & Bailey y en los enanos cómicos del circo Atayde. Pero no deseaba pensar en ellos, especialmente porque ellos no representaban el estilo de vida que hubiese deseado para mí. Fue entonces que comencé a pensar en los políticos, la modalidad menos deseable de los payasos. Los veía en sus escenarios, observaba sus públicos, los aplausos, su estilo de vida. Me sentía poderosamente atraído por ellos, aunque no todos sus discursos me parecían propiamente cómicos. No presté a esto demasiada importancia y me parapeté en un sitio donde pudiera apreciar sus rutinas.
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___Estaba en eso cuando alguien tocó mi hombro y me dijo: "ya vamos a llegar". Abrí los ojos intentando entender la situación. Miré por la ventana del autobús y observé a hombres armados y uniformados que indicaban un sitio donde debía estacionarse el autobús. Luego subió un individuo bien vestido que dijo "Su atención por favor: están ustedes ingresando al Penal de Puente Grande. Se les recomienda seguir las instrucciones al pie de la letra. Por favor, compórtense y serán tratados como se merecen".
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___Había un silencio incómodo. "¿Traes papel?", escuché como un susurro. Volteé y ví a mi amigo, aquel que había imaginado con vocación para ser payaso. "No", respondí. "Ya nos chingaron, verdad, de aquí no salimos, ¿no?", adelantó. No respondí, me distraje en el grillete que tenía sujeto alrededor de mi mano izquierda y reparé en la brevedad de nuestra indumentaria: insignificante como un post breve, como esos que parecen pequeñas islas sin sentido pero que contienen toda la fauna del mundo.
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___Fue en ese trance que abandoné la idea de ser payaso.
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2 comentarios:

Carlos Mal dijo...

Todavía está muy largo, amigo Bloggart. Saludos del pagliaccio CMP.

Manuel dijo...

El pecado es escribir entradas muy largas y la penitencia tener que leer las de los demás

Ni modo