domingo, julio 16, 2006

DIÁPOSPORA ESCRITURAL
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___Como no has podido hacerte rico, entonces decidiste ser escritor. Diste en el clavo porque siendo escritor estás por encima de todos y de todo, el mundo se resbala y a tí te vale porque tú como escritor estás inventando constantemente el mundo. El resto de los mortales estará atento de tí y de tus creaciones. Nada hay de qué preocuparse, la gente tenderá a seguir tus pasos, serás en poco tiempo un mito inalcanzable, luego tus nobles secretos, tu arte, harán brillar tu nombre lejos y tu recuerdo será puesto en recintos con frases inexactas. No necesitas riquezas porque tu talento es como una bóveda de Alí Babá, como las arcas del Banco de México, como la cuenta Platinum Plus de Bill Gates: infinito. A qué preocuparse, hombre, eres un ser llamado a estar a la altura de primeros ministros, presidentes y embajadores plenipotenciarios como Muñoz Ledo. Las puertas del poder están potencialmente abiertas para ti y las secciones de negocios ya hablarán de ganancias globales por la traducción de tus obras, por las ventas récord de tus reimpresiones. Tus asistentes estarán hartos ya de tantas solicitudes de entrevistas, de reportajes sobre tu vida. "Escritor", ¡ah!, ¡ESCRITOR! Narrador de ambientes tremendos, intérprete del alma colectiva, fotógrafo de tu época, llamado estás a ser el amo en la comarca porque tus ficciones son oro de 24 kilates, magma eruptivo de una sociedad callada, fenomenología del espíritu republicano que ahora se explica a sí mismo, gracias a tus artes, a tu ojo clínico, a tu arrogancia preclara y solipsista. Nada que lamentar, has tomado el camino inequívoco, en tres párrafos descuidados armas el rumbo de la historia, creas familias imaginarias viviendo vidas imposibles; alterados de ocurrencias y como una receta infalible lanzas consejos al alcance de sabios y mendigos, de dioses y demonios, de profetas y testigos oculares. Como un semidiós, como un titán accedes ahora a las alturas, desde ahí observas la inmensidad de la creación, la oblicua mirada de Dios tendiendo puentes entre las cosas y la biología; entre lo visible y lo invisible. Eres testigo de calidad en el reparto de un mundo condenado; tu misión de vida despliega horizontes sobre el quehacer de la casualidad y sus congéneres; tu mirada es la última baldosa sobre la tumba de los reyes, epitafio apócrifo sobre ciudades sepultadas con el peso de su grandeza. ¿Ves, amigo escritor, tus calidades? Nadie podrá pisar sobre tu huella, tu comentario es colofón de testamentos; tu signo del zodíaco un venero de humedades antes de la sequía. Nadie vendrá detrás, porque detrás no hay nada, apenas el anverso de la página final, donde no alcanza ya la tinta de tu época, extinta en tu tintero de eras descompuestas. ¿Ves tu señorío? ¿Tu enorme latifundio de grandezas? Inalcanzable está para los otros, para los seres desvalidos de futuro. Eres, escritor, metal forjado en las fraguas de una naturaleza incierta y un Dios crepuscular, el que ha dado lugar a la creación, ese final implícito. Eres aljibe de hoquedades y proyección anómala de sabiduría. Porque te está dado el desconsuelo, el esconcierto y el oráculo. La sal y la sed de tu época parecen rebelarse en un motín sin líder, mientras tú tomas nota junto al fenómeno.
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___Amigo escritor, nunca despiertes.
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2 comentarios:

Manuel dijo...

Ave, César, morituri te salutant

Pablo Aldaco dijo...

Je,je, irónico al parecer. Ta bien.