viernes, julio 14, 2006

IMÁGENES DEL INTER(DIS)CURSO
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___El cabezazo de Zidane fue una lección sobre metáfora. La imagen de Materazzi, cayendo fulminado por un impacto francotirador, el plexo solar abollado, la visión descompuesta, el hecho imprevisible; era también el maestro sancionando inmisericorde al aprendiz. La ausencia de poses estudiadas sorprende a los comentaristas; son hechos simples, llanos, primitivos, estallamiento, pasión irrevocable, sepultura de formalidades, genio desatado, carácter radiactivo; el fanático se confunde, se arruga, se pregunta ¿quién es el último afectado por el Mundial de futbol?. ¿La estatua de un Cannavaro incrédulo esculpido por Michelangelo una tarde de leva?
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___No lo sabemos. Sabemos de estadísticas, de equipos que se difuminaron en el óleo imperfecto de su fama; sabemos de regiones geográficas aspirantes; de continentes perdidos en el eco de sus propias limitaciones. Sabemos apenas lo que ocurre en la superficie, en el chismorreo sobre el arbitraje, en la impotencia de los goleadores que sucumben en un mar de por qués, en la genialidad de los candados defensivos que siguen dando resultados, en docenas de preguntas sin respuesta que archivan la FIFA y Ricardo Salazar.
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___Zidane derribó a su manera la muralla defensiva, ¿qué importa el alegato de Materazzi? El caso es simple: un francés ha derribado a un italiano. Limpiamente, sin adornos, contundente. Lo siembra ante la estupefacción de todos. Arcángeles y demonios caen de hinojos con un signo de interrogación en los testículos. Comparado con esto, el cobro penal de milagrería es un lujo vulgar, adjunto, bostezo rutinario de un encantador de serpientes acostumbrado a cobrar caro sus atrevimientos. Hacer el amor a zancadillas.
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___Maestro Xinedine Xidane, cubro su nombre con mayúsculas, con piés de página alevosos, con paréntesis en bold y times new roman 26, con pararrayos y confeti de colores metálicos, porque su gracia es cinematográfica, alúdica, plena de semiótica aplicada, feroz como serrucho, renegadora de lugares comunes, principesca en el peor sentido de todos los términos posibles, tsunámica. El catenaccio vuela en pedazos como una vasija de porcelana china en las manos de Mohamed Alí.
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___Francia no ganó el Mundial porque no lo merecía. El caso es que nadie lo merecía, ni siquiera Italia con sus desplantes de juego callejero, con su defensa en escopeta, con su línea Maginot, con su defensa de la virginidad a ultranza, con su último anhelo freudiano. Ni Brasil con su confusión gravitacional, ni Alemania con sus deslices prepotentes. Nadie. Argentina alineó coplas de barrio, modelos de productos de belleza, promesas, fintas de oropel, kioskos de plástico. Portugal, insinuaciones. Pinceladas barrocas en un lienzo de hamacas taciturnas. Pronósticos fallidos, bisutería deslumbrante al dos por uno, sueños de grandeza desde el tapanco de un enano apócrifo. Inglaterra, retorno de las cruzadas sin un penique en la bolsa, entre tedio y berrinches, mecidos en el llanto de una ola de hoolligans castrados. ¿Y México? México regresa con la frente en alto porque sigue volteando a ver la hipotenusa violentada por un trazo algebraico de un pibe de apellido Rodríguez.
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___No sé, fue un futbol magro como tortillas duras, como figuras de plastilina. Darwin preguntaría: ¿A dónde vamos, evolución de las especies?
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1 comentario:

Manuel dijo...

Francia no ganó el Mundial porque no lo merecía, pero ya están planeando una marcha a la FIFA para protestar, fue algo del arbitro que estaba del lado de Italia y nadie se cree ese gol de ultimo minuto, -Si como no-, vamos a pedir en recuento de goles minuto por minuto y tiempo por tiempo, y si no reventamos el partido y que se repita, ahora con mis reglas, pero de que ganó Francia, claro que ganó… sonrían