domingo, noviembre 05, 2006

TRANSDIARIO
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___Él se quedó dormido, quiero creerlo. No había rictus de dolor en su última expresión, había calma, parecía estar profundamente dormido. Y lo estaba, pero ya no despertaría. Era la una de la tarde, era la hora de la comida y, como siempre, estaba en casa de mi abuela. Él esperaba leyendo el último ejemplar de Selecciones del Reader's Digest en la cama de su cuñado, desde donde se veía la cocina. La revista quedó sobre la cama, a un lado, en el lado izquierdo, del lado del corazón, del lado donde el infarto sacudió su último aliento. Cuando llegamos, el médico ya estaba ahí. Su rostro compasivo lo decía todo, quedaba sólo elaborar el acta de defunción, el documento final, el que responderá la última interrogante de la autoridad. Mi hermano menor tenía diez años, lloraba sentado sobre una barda de ladrillo, parecía preguntarse a qué sabe la orfandad tan temprano; mi otro hermano, catorce, lloraba despacito. Mi madre me pidió que le sacara el anillo de matrimonio antes de que llegaran los del servicio funerario. Sentí su mano fría, muy fría, el rigor mortis comenzaba a endurecer su carne, su piel se veía violácea. La sortija salió con facilidad. Luego se lo llevaron y mi madre lloró despacio, como buscando fortaleza para enfrentar lo que venía. Cruzamos el patio y fuimos a casa que estaba ahí, compartiendo el patio. Fue a ponerse ropa oscura, se despojó de la blusa y del sostén, nunca hacía eso pero esta vez lo hizo delante de mí, como si yo no estuviera ahí. Actuaba por inercia, como una autómata. Se puso una blusa negra y dijo: "Nunca más volveremos a verlo". Eso dijo. Yo no sabía que hacer, ni siqueira podía llorar.
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___Fue un día como hoy, 5 de noviembre, hace 32 años. En ocasiones no sé qué hacer. Sí, ocurre, me pasa a veces que no sé qué hacer. Entonces recuerdo aquel momento e intento hacer algo. Quizá porque deseo salir de aquel momento, escapar de ese pasado que sigue aquí. Mi padre tenía entonces 49 años. Se marchó temprano, leyendo quizá "La risa, remedio infalible" del Selecciones.

6 comentarios:

Pina dijo...

Parece tan fácil leer una narración así. Y sin embargo, cuánto tiene que suceder para asimilar y acomodar los hechos y dejarlos en un relato de manera tan tranquila.
Sólo quien lo vivió puede saberlo.

Saludos, Nacho.

gemmacan dijo...

Tiene razón Pina, tienes que haber dejado ese recuerdo bien colocado en alguna estantería, para hacerlo cercano, ligero y sin un ápice de dramatismo.
Un abrazo!

Alejandra Mondaca / Séptimo Sentido dijo...

Me hiciste sacar una lagrimilla, pero se extinguió tan rápido que ni siquiera llegó a mi mejilla. Creo a veces hace falta llorar lo que no lloramos cuando sentíamos que debíamos mostrar fortaleza.

Así que hoy date un tiempo, sal al patio, intenta prender un cigarro y recuerda como partió.

Un abrazo fuerte

Ale MF

nacho dijo...

Pina, Mía, AMF, el tiempo cura, los años cicatrizan, el recuerdo queda ahí. Besos.
Gracias por comentar...

Magda Díaz Morales dijo...

Te comprendo totalmente, Nacho, es muy duro vivir estos momentos, demasiado duro, y dificilmente se comprenden, creo que nunca.

Un fuerte abrazo.

nacho dijo...

Gracias por tu comentario, Magda, la pena que va con uno no tiene fecha de caducidad... saludos.