TODO SE SABÍA
Ayer asistí a una reunión de narradores omniscientes; dado que todos los asistentes sabíamos de antemano la agenda, las intervenciones y aún los acuerdos, entonces no hubo necesidad de que nadie hablara. Ni siquiera pasaron lista, se sabía de antemano quienes iban a faltar. El narrador omnisciente mayor únicamente se limitó a decir: Bienvenidos, adiós. La mayoría sonreía con un ancho gesto de suficiencia. Es la primera vez que asisto a una reunión así.
Antes había participado únicamente en asambleas de narradores testigo, siempre más tumultuosas e impredecibles. Estas juntas se alargan hasta el amanecer y uno no puede perder detalle de nada ya que la calidad de testigo tiene que legitimarse constantemente. De no hacerlo, uno tendría que limitarse a ser un simple autor.
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