miércoles, septiembre 21, 2005

EL MATADERO
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___No había leído nada del argentino Esteban Echeverría (1805-1851), uno de los pioneros del cuento hispanoramericano. El matadero es una mezcla de ficción, testimonio, proclama política y denuncia. Fue escrito desde el exilio uruguayo y si de representar la sordidez de las guerras intestinas que revolvían a su patria se trataba, Echeverría ha recurrido a una imagen estremecedora para ofrecer al lector el éxtasis de lo sanguinario: un matadero de reses.
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___El narrador omnisciente que cuenta la historia no puede ocultar su desagrado por el estado de cosas que ha de relatar. Desde el inicio, coloca en la balanza del lector la barbarie de la sociedad argentina de los 1830s, cuando la restauración del conservadurismo federalista había proscrito el ideal unitario de la libertad y se regodeaban los poderes civiles del brazo convenenciero de la jerarquía religiosa.
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___En plena cuaresma, una lluvia interminable parece anunciar el final de los tiempos. El Plata devora todo a su paso, anegado por el derrame pluvial que no tiene fin; inundación y lodazales enmarcan la historia que ha de venir luego que la lluvia cede. La prohibición de la ingestión de carne por la cuaresma se aplica selectivamente con la artera complicidad de la Iglesia, y el narrador no vacila en desnudar semejante hipocresía al cuestionar por qué el mandato de la liturgia no se aplica por igual a todo creyente. A la restricción de la ingesta de carne se ha sumado la imposibilidad de suministrar carne a la ciudad y penan los estómagos por la doble austeridad.
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___El Restaurador otorga el permiso para que sean sacrificados 50 novillos en el matadero, escenario del desenlace de nuestra historia. Ahí seremos testigos de inusuales estampas en las que se mezclan los oficios de matadores y destazadores deshoyando animales, esparciendo sebo a cuchilladas y desplegando sobre el patio del matadero la fila interminable de reses, con una desigual batalla de hombres, mujeres y niños luchando por tripas, vísceras y órganos residuales. Aflora la miseria humana en torno del sacrificio sangriento de los animales en un sesgo simbólico que abre y altera la imaginación. Carne, lodo, charcas de sangre y fétidos desperdicios completan la decoración de este tiempo-espacio
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___El primer novillo es llevado por el gremio matancero al Restaurador como agradecimiento por autorizar la venta de carne y se dispone la matanza de 49 reses. Al final, un toro con apariencia de novillo enfrenta con brío espectacular a sus matadores, creando un escenario inesperado de lucha por la supervivencia; uno de los pialadores es degollado en un descuido y los corrales se ofrecen incapaces de contener la furia del último de los animales que se niega a morir. Finalmente es sometido, Matasiete, el matancero mayor es el ejecutor de lo que es ya un festín de sangre. Alterados los ánimos, alguien entre la muchedumbre del matadero advierte la presencia de un unitario, un seguidor del incipiente ideal liberal. Se le reconoce por su estampa, su singular patilla alargada y su bigote.
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___Azuzado por la multitud, Matasiete lo derriba de su caballo en un movimiento traicionero y el unitario responde con furia ante la injusticia, en lo que se percibe como una alegoría de la situación política de aquel momento. Pese a su esfuerzo pronto es maniatado y llevado a la casilla del juez del matadero donde se pretende humillarlo. El unitario invierte hasta el último hálito de vida en evitar la vejación y muere ahogado en un vómito de sangre antes de que puedan sus captores someterlo.
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___Al final, el narrador advierte, en una especie de declaración política, que “los carniceros degolladores del matadero” eran los apóstoles de la federación del dictador Rosas, y señala que “no es difícil imaginarse qué federación saldría de sus cabezas y cuchillas. Señala que por mandato del Restaurador, todo aquel que no era “degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón”, era considerado salvaje unitario.
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___El cuento de Echeverría se convierte en un testimonio artísticamente elaborado de la sanguinaria Restauración que significó la dictadura de Rosas. Advierte para cerrar su relato que “por el suceso anterior puede verse a las claras que el foco de la federación estaba en el matadero”, en una metáfora que deja poco a la imaginación. Muy recomendable su lectura.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Ignacio. A mí sí me gustó El matadero, aunque a ratos me pareciera en exceso truculento. Además, tiene la importancia que señalas -Burrola dixit-: el de ser uno de los antecedentes del cuento hispanoamericano.
Y ya que hablamos de la dictadura de Rosas, ¿leíste el Facundo, de Domingo F. Sarmiento? Yo lo expuse en la clase que tú llevas y me enamoré del libro, el cual me parece, demás de un muy elocuente ensayo, una apasionante novela. Me cuentas.

PD. Deberías abrir la opción para que uno pueda deja comentarios sin tener que abrir necesariamente una cuenta en blogger.

Anónimo dijo...

"demás" por "además": infecto gazapo.

Carlos Mal dijo...

Nacho Mondaca: el cuento de Echeverría es una chingonada "gore"-romántica, como el Sino sangriento de Miguel Hernández, o algo así.

Recomendación: bájale a los párrafos. La brevedad es el mejor amigo del tiempo. Si tus entradas fueran breves, las leería todas.

Y claro, lo que escribes no son chorizos sin senstido como en otros blogs, pero debes pensar en el público, acostrumbrado a los clips de realidad.