martes, septiembre 23, 2003

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EL LUGAR COMÚN DEL LUGAR COMÚN
LENGUA Y TEXTO


Una cosa es hablar en inglés y otra "vivir" el inglés. Cuando se habla (o escribe) en inglés se utiliza un código de traducción aprendido esencialmente a través de la escritura. Generalmente "estudiamos" (léxico, textos, etc.) para aprender inglés. Sin embargo, las lenguas se aprenden de forma inconciente (¿inocente?) durante la primera infancia y adquirimos destreza para manejarlo a medida que nos familiarizamos con la práctica cotidiana. Lo que ocurre es que el idioma se va aprendiendo a la par que se va cuajando la estructura de pensamiento que le permite ejercitarlo.

Es inusual encontrar a alguien que aprendió inglés nomás hablándolo con anglohablantes, lo es porque en tal caso el candidato a esa lengua tiene ya una cierta estructura (escritural e idiomática) que le sirve de cedazo para colar el nuevo idioma. That's the problem. Nuestros hábitos de lectura y escritura en inglés sufren la agonía de pasar por la estructura que nos impone el español. Por eso nos cuesta trabajo dominar muchos giros idiomáticos y algunas sutilezas privativas de los idiomas ajenos. Tendemos a simplificar la lengua adoptada mediante el molde de nuestra estructura idiomática materna.

Hasta hace pocos años, relativamente, los lingüistas empezaron a percatarse de las dificultades que existen para entender las dinámicas de las sociedades orales, es decir, de las sociedades que no contaron (cuentan) con un sistema de escritura. El problema fundamental es que estos investigadores se formaron en una sociedad caligráfica (basada en la escritura) y las facultades de su pensamiento, su estructura mental, se desarrollaron en torno a una cultura textual, lo que inconcientemente les inhibía a "pensar" de forma "oral". Entender esta cuestión ha puesto a la lingüística en una perspectiva menos prejuiciada.

El tema tiene relevancia no solamente por razones académicas. Sin entender la revolución que significa pasar de una cultura oral a una cultura escritural, y comprender en ésta última el papel de la impresión (imprenta) como una tecnología que potencializó sus alcances, no es posible abordar el estudio de las nuevas tecnologías de que se vale la lengua para su evolución; me refiero a los medios electrónicos de comunicación como son el mail, chat, el blog, y los que están por venir.

EL LUGAR COMÚN EN LA CULTURA ORAL

No es casual, como refiere Heriberto Y. en su post de hoy, que al hablar o escribir en inglés caigamos con frecuencia en el lugar común, o que nuestras construcciones idiomáticas sean hasta cierto punto ingenuas. Históricamente el lugar común tiene un papel plenamente explicable en la comunicación humana y su utilización no es sólo una reminiscencia del pasado, atiende a ciertas necesidades de proceso de comunicación. Aunque tendemos a pensar que eso sería ideal, ni por asomo hablamos como escribimos. El maestro no puede repetir de memoria un texto académico porque no puede hacerlo y porque sus alumnos se dormirían rápidamente.

Las culturas orales privilegiaban una serie de formas de expresión y construcción diferentes a las que posibilita la escritura. La tradición oral, el conocimiento y las manifestaciones artísticas, se concretaba como un fenómeno entre seres vivos presentes. Transmitir con fidelidad ideas y conceptos tenía como principal instrumento la memoria y ciertas formas rítmicas que estaban al servicio de la memoria: la rima por ejemplo, pero también algunas figuras como los proverbios, las frases hechas, ciertas imágenes religiosas y otras que desconozco, que agilizaban el trabajo de la memoria. Es más fácil memorizar una idea (oral, no un texto, ojo) en la que prevalece una cierta rima o ritmo constantes que una que no disponga de estos elementos. Así, muchas de las frases o expresiones fonéticas (cierta intención en la pronunciación) de que se vaían las culturas basadas en la oralidad eran "lugares comunes" indispensables para fortalecer la memoria colectiva e individual. Por ejemplo, veamos el léxico del Quijote desde esta perspectiva, un texto en el que muchos de los personajes (entendidos como prototipos sociales) no tenían relación con la escritura.

Por su parte, la invención y profusión de la escritura cambió el paradigma oral. Ahora la memoria se podía archivar mediante la tecnología textual; ahora la humanidad podía desentenderse de la memorización como instrumento de supervivencia y destinar una parte importante de su mente a otras actividades menos laboriosas (tediosas desde nuestro visión escritural). Es decir, los individuos podían dedicar sus mejores esfuerzos (intelectuales) en la reflexión, la abstracción y la creación.

El hecho de que la escritura posibilita la reflexión sobre el uso mismo del lenguaje (Cratilo o del Lenguaje, Platón) es una prueba fehaciente de las nuevas estructuras de pensamiento a que permite acceder la nueva tecnología de comunicación. La nueva geometría de la comunicación crea una nueva geometría mental. El hombre se desprende de la inmediatez de la lengua oral y "penetra" en una órbita de pensamiento infinitamente superior. No es como la invención del abrelatas eléctrico, se trata de un descubrimiento único, en el sentido que le otorga Platón a la idea de una hipotesis de la hipótesis superior, un descubrimiento que redefine el concepto mismo de descubrimiento, ¿eh?.

Aquellos rasgos que sirvieron a la oralidad (los lugares comunes) son considerados ahora un defecto sencillamente porque nuestra cultura caligráfica así lo ha ido definiendo, se considera una impropiedad del "estilo" literario-textual. Está bien que así sea, pero pongámonos a pensar en la montaña de lugares comunes que utilizamos en nuestra oralidad cotidiana y veremos la utilidad que guardan a la hora de comunicarnos con los seres humanos de carne y hueso que tenemos enfrente (o por teléfono). No digamos ya los lugares comunes repetidos hasta el vómito que se utilizan en el chat (jejeje), esa especie de "oralidad" escrita. Teniendo en cuenta este elemento quizá nos lleve a pulir un poco nuestros sarcasmos cuando nos refiramos al lugar común del "lugar común", je, o, dicho de otra forma, a comprender la inherencia del lugar común en nuestra propia oralidad.

Por razones concomitantes, me causan risa las diatribas ingenuas que se enderezan en contra del blog como forma novedosa de creación textual e impresión instantánea. Moda pasajera han dicho por ahí algunos blogueros. Yo simplemente reiteraría lo que he mencionado en otras ocasiones: que compartimos la "infancia" del blog y que no estamos en condición de predecir sus alcances en materia de comunicación y de creación literaria. Tampoco pienso que sea la quintaesencia de la humanidad.

A mí, por ejemplo, me causa un gusto sobrenatural saber que con sólo picar un botoncito del mouse, ustedes, dondeqiuera que estén, van a poder soplarse este textito. Enjoy it!

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