miércoles, junio 09, 2004

.
HORAS DE JUNIO

EL CHARCO EN BEAUTYFULVILLE


El viernes 4 de junio, en la mesa número 12 había varios tiradores con un handicap en contra: la hora de comer. Silvia Aguilar Zeleny, Gerson Gómez y el Humphrey se vieron con la pólvora mojada a juzgar por los anémicos aplausos que recibieron; luego vino Ernesto Moncada, un escritor joven cuyo parecido a un miembro del grupo Magneto es mera reincidencia; con su oda a los tanates comenzó a desamodorrar a un público compuesto mayormente por colegas que se cargaban una cruda marca llorarás producto de la ?celebración? la noche anterior. El poema de Moncada (por favor, no confundir con Mondaca) fue un despliegue de creatividad desbordada, de elocuencia novedosa y de vehemencia supina: su canto a los güevos merece situarse junto a gigantes del erotismo clásico como Nandino y Sasha Montenegro. Tantas virtudes y bondades encuentra Moncada en la levedad de los testículos que uno no puede menos que evocar la sapiencia del Kamasutra o la irreverencia de Bukovski. Bienvenidos poetas que tienen el valor de pararse enfrente de la multitud a señalar sus inquietudes. Por cierto este poemáximo me recordó a uno de Bukovski que tradujo mi amigo Jorge Camacho para La tempestad el año pasado. La curiosa circuncisión, perdón, circunstancia, nos lleva a señalar que muchos de nuestros poetas jóvenes son una parodia aburrida de las vanguardias del siglo XX.

Bien no salían los asistentes del asombro producido por los poemas huevófilos, cuando salta a la escena algo que conmovió a la multitud: la presencia del bloguero tijuanero conocido mejor como El charquito. Éktor H. Martínez se destapó con la lectura despiadada de varios capítulos de su blognovela, una que es fácil encontrar en los archivos de su blog. Fue el acabose. La raza empezó a botarse de la risa, se olvidó del hambre (ya eran las dos de la tarde), festejó las ocurrencias charqueras y exigía al leedor que continuara con el castigo. Así fue. Los aduladores de huevos se fueron haciendo chiquitos al notar que su vocabulario pretendidamente atrevido eran pininos de primaria privada, comparado con el caló del Charco, macizo, taladrante y, vale señalarlo, genuino. De plano, el tijuanero oriundo de Huatabampo se llevó la mañana.

No hay comentarios.: