sábado, junio 12, 2004

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ESTERTORES DE JUNIO

Sepan que el Alzehimer que padezco es de la variedad Trotsky, es decir, una modalidad que presenta un desarrollo desigual y combinado. A veces recuerdo cosas que debería olvidar y olvido aquello que debo recordar. Y entre las cosas que no quiero olvidar es el gusto de haber conocido al Juan José Martínez, mejor conocido por sus Letras de Cactus; cactáceos, sus poemas picudos, fragmentarios y confesadamente blogueros fueron bien recibidos por los concurrentes a las Orejas de Junio. Nos faltó nomás echarnos un palomazo con los músicos que amenizaron la pachanga post encuentro, pero otra vez será, estamos emplazados a huelga.

Otro compa que pegó con tubo fue el Luis Rey Moreno, poeta de palofierro que ya quisieran ustedes haberlo oído declamando West Indies Ltd., de Nicolás Guillén, por allá por los años setenta. No es un improvisado y su millaje se vio en su lectura de poemas de su último libro El amor impreciso.

Otros compas: César Sotomayor, Daniel Camacho y Juan Diego González, también se discutieron con sus textos.

Vale decir que en Beautyfulville la cosa bloguera apenas se está arreglando para el bautizo, aunque algunos poetas locales como la Silvia Aguilar Zeleny tienen su blog. Algunos camaradas como el Edmundo Lizardi y el Gerardo Segura manifestaron que el gusanito de las páginas electrónicas les hace cuchi-cuchi. Nomás es cosa de asesorarlos y convencerlos de que por esta pantalla plana los van a leer en donde no se imaginan.

Otro compa para recordar: Antonio Granados que leyó el mejor cuento de todos: El retruécano, ingeniosísimo y lleno de oficio poético, neta. Su fama como hacedor de literatura para niños es reconocida, pero la verdad, puede escribir lo que le dé la gana.

No hablamos tampoco de los performanceros como el Rodrigo Solís que actuó muy bien sus rollos poéticos de acendrada temática chilanga. Aplausos y risas.

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