lunes, octubre 25, 2004

NARRACION Y OMNISCIENCIA

Conforme la narración ha ido evolucionando, la existencia del narrador onmisciente se cuestiona cada vez más pues pesenta una idea equívoca acerca de las capacidades reales y potenciales de esa variedad de narrador. De hecho, la omnisciencia es un concepto que define una posibilidad específica atribuible a Dios, es decir, una figura inalcanzable para el mortal. Ni el autor ni el narrador pueden aspirar a la divinidad, aunque algunos construyen sus propios dioses (algunos se construyen a sí mismos como tales).

A diferencia del autor, el narrador tiene una expectativa limitada de opciones para exponer una o varias perspectivas en el microcosmos del relato, pero es imposible exponer una visión "omnisciente", una visión ontológicamente distinta de la perspectiva del mortal. Tal perspectiva omnisciente se podría figurar como una especie de Aleph cantoriano cuya existencia contiene todas y simultáneamente las posibilidades expresivas del presente, el pasado y el futuro. Aunque algunos piensan que la idea del Aleph fue una invención de Jorge Luis Borges, el concepto geométrico asociado a esa figura rebasa con mucho la versión "popularizada" por el argentino en su famoso cuento de título idem.

De facto, la idea de la omnisciencia como tal no puede exponerse por medios convencionales; podemos, acaso, definir una sobra de ese concepto y aprender a conformarnos con el hecho de que el conocimiento humano es una herramienta imperfecta. Tan imperfecta como la mejor narrativa. Por eso llaman a risa aquellos que ostentan poseer "la última palabra" algún asunto.

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