NUDISMO Y METADISCURSO
El metadiscurso opera de la siguiente manera: el escritor plasma una texto mientras se va desnudando; eso no importa mucho porque son tantas las carencias de todo autor que la mayoría de los lectores ni siquiera se percata de que el escritor se ha desnudado. Pero todo se nivela porque el autor tampoco se percata de que está desnudo. Él confía en su texto sin entender que ha fabricado una flauta para encantar serpientes que nadie sabrá usar, o de plano ha creado una serpiente. Eso pasa. ¿Se acuerdan que a Bruce Lee le picó una cobra durante una filmación? Ah, pues era un texto. Por eso es que el metadiscurso pasa indavertido para la mayoría, porque sufren de encantamiento antes de escuchar la flauta sólo de pensar en la serpiente. Los críticos, que han aprendido lo que saben mirando a través de las cerraduras de las puertas, vouyeristas con cierto grado de elegancia (algunos nomás vouyeristas), sí que saben de desnudos, pero fallan también porque no pueden hacer crítica sin empezar a aligerarse de ropas. Esto ha llevado a muchos señalar que los encuentros de escritores son, o orgías declaradas, o circos romanos sin público, es decir, o salen todos agarraditos de la mano, o se tiran piedras con el elástico de los ligueros.
Yo por eso jamás voy a ser crítico. Una vez acudí a una clase sobre nudismo y lo único que aprendí fue a amarrar cajas, atar piolas y hacer anzuelos . Después de esa clase no regresé a los Boy Scouts.
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