jueves, noviembre 11, 2004

EL SABOR DE LA VIDA
...Tengo cierta animadversión por la comida chatarra, pero: ¿han probado los Runners de Barcel?
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...En cuestión de sabores tendemos a guiarnos por paradigmas ancestrales y mostramos reticencia a aceptar platillos ajenos a nuestro menú gustativo. Sí, claro, aceptamos la comida china, la italiana, los churrascos argentinos y, desde luego, la parafernalia hotdoguera gringa.
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...Pero aceptar sabores más sofisticados como la comida hindú, tailandesa o griega nos pone en aprietos. Muchos suelen rechazar la inclinación de degustar el pescado semicrudo de los japoneses, la carne tártara o aún los sofisticados platillos ibéricos.
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...No es de extrañar que muchos de mis coterráneos norteños, acostumbrados al recio sabor salino de la carne asada o los mariscos frescos, se enfrenten a los refinados platillos franceses con un salero en la mano. Más aún, algunos fruncen el seño ante la menor provocación agridulce. Muchas veces se trata de atavismos geográficos, climáticos o étnicos.
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...Hace algunos años, en la fronteriza ciudad de Mexicali, Baja California, un grupo de mexicanos invitamos a cenar comida china a un conferencista huésped gringo. El conferencista, un médico entrado en años con vasta experiencia epidemiológica, investigaba cómo prevenir y detener el contagio del SIDA. Para quienes no conocen la historia de Baja California, anotaremos que a principios del siglo XX tuvo lugar una importante migración de chinos en el noroeste de México y suroeste de los E.U., de ahí que la costa atlántica norteamericana sea beneficiada por algunas costumbres de los orientales, entre otras, la comida.
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...Bien, es costumbre en los socorridos restaurantes orientales mexicalenses servir como entremés, junto a otros, un platillo elaborado a base de chiles güeritos tatemados (toreados les llaman por razones que explicaremos el 24 de diciembre) (*) aderezados con limón, sal y salsa de soya. Vale señalar que esos chiles son muy picosos y que se comen con las reservas del caso, acompañados de otro alimento. Bien, el caso es que el doctor, descuidadamente tomó el plato de chiles como si fuera para él solo y comenzó a comerse de dos mordidas los ocho chiles que había en el plato.
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...Pese a que en ese momento la charla del médico era interesantísima, pues versaba sobre los índices de contagio de SIDA que se detectaban en aquel momento en Africa y su comparación con los índices en Nueva York, no pudimos menos que sentir escalofrío cuando casi devora el primer chile de un solo bocado. Nuestro temor comenzó a difuminarse cuando, sin parar de hablar, daba cuenta de los pobres chiles sin acercarse siquiera un vasito de agua.
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...Son experiencias, hay que decirlo, que uno no alcanza a entender. Después supimos que el médico invitado era veterano de la guerra de Corea y que durante su servicio militar aprendió a comer no nomás picante, mostaza y otras lindezas vegetales del Oriente, sino también víboras crudas, ranas curtidas en cítricos e insectos asados con hierbas desconocidas. Aquel platillo de chiles güeritos resultó un verdadero manjar para el experimentado espectro gustativo del nebraskeño.
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...Chin, ya se acabaron los Runners.
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(*) El chile güerito es una variedad de color amarillo bastante picante que alcanza unos 12 centímetros de largo.

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